Recuerdos

185 35 50
                                    


22 de Agosto de 2015 a las 19:44

Tres años, es increíble pensar cuanto ha pasado desde aquel día. 

Esa tarde que la joven se encontraba acostada junto a su amiga, ambas aburridas sin tener nada que hacer, a la hora antes mencionada un sonido alertó a ambas de una nueva notificación en las redes sociales, nada más y nada menos que en el Facebook. Un chico morocho, con un poco de rulos, ojos marrones y una sonrisa encantadora en la foto de perfil, le mandó hola, se preguntarán a cuál de las dos, bueno pues a la morocha llamada Clarisa.

Ésta tenía los quince años apenas cumplido. Sí bien no tenía una belleza exuberante, su amabilidad, bondad y sonrisa, esta última siempre era vista en su rostro y en sus ojos, era feliz y si en algún momento se encontraba triste sonreía de igual manera, eran estas virtudes que llamaban mucho la atención a los jóvenes que hablaban con ella.

Clarisa jamás pensó que su vida pudiera cambiar de esa manera, pues hoy a tres años aún recordaba cada cosa que pasó...

Comenzó a hablar de manera frecuente con el chico, y se preguntarán ¿se enamoró? Pues ella cree que sí, ya que no dejaba de pensar en él, se alejó de todos los demás pretendientes y sólo tenía ojos para Alejandro, el chico de Facebook. Así la rutina entre ellos comenzaba a las diez de la mañana mandándose mensajes, paraban a comer y luego, cada uno se iba a su colegio. Como vivían a cuarenta kilómetros de distancia no se veían muy frecuente pero aun así estaban al tanto de cada cosa que el otro hacía, se llevaban muy bien era muy raro que pelearan, ambos eran celosos pero sabían controlarlo, pues se querían o eso pensaban. Alejandro nunca tenía crédito en el celular, pero le pedía mensajes prestados a sus compañeros para escribirle a su amor. Clarisa, cada vez se entusiasmaba más, pues creía que esto realmente iba para algo serio y ella consideraba que era lo mejor.

Las video llamadas, los mensajes y llamadas eran tan frecuentes que hablaban de todo un poco, su vida era normal, pero había tantas cosas para contarse, lo que más amaba la joven era la sinceridad con la que Alejandro se relacionaba, pues pensaba que siempre iba a estar ahí para ella, porque más allá de la relación que tenían eran grandes amigos. Él era una de esas personas que ella jamás quisiera perder, pero no todo en la vida es como uno quiere.

La primera vez que se vieron fue en una plaza, ambos con amigos, se dirigieron a la heladería mientras que ellos dos iban al final hablando en susurros, ambos eran muy tímidos. Fue una tarde hermosa, donde aprendieron más cosas del otro, rieron como nunca y tenían en sus ojos ese brillo especial, o al menos uno sólo de ellos. Cuando se iban a despedir Alejandro se acerca a Clarisa para darle un beso, pero ésta le corre la cara y ofrece su mejilla, pues, su amiga la estaba mirando, además iba a ser su primer beso.

Luego de varias citas por así llamarlas, llegó noviembre y con ello la primera pelea de la pareja, tenían la contraseña de sus redes sociales, Clarisa al entrar vio unos mensajes raros, pero Alejandro juró que no era lo que pensaba. El amor le pudo, y perdonó, así mismo llegó otra pelea pues al chico no le gustaba que la joven tenga ciertas amistades masculinas, y ella, dejó todo por él.

Ya para diciembre las cosas estaban de maravillas a excepción de un malentendido, el joven pensó que Clarisa andaba con otro chico también, hubo una gran pelea donde esta vez, él la perdono. Desde ahí la joven cambió, ya no había más hombres en su vida más que sus familiares, sus amigos seguían hablándola pero ella los ignoraba al igual que los demás pretendientes. 

Pero no todo es color de rosas.

Una tarde, en la que viajó a la ciudad donde él vivía, Clarisa, se enteró que tenía novia... 

Quería llorar, pero no podía al estar rodeada de gente, sonreía pero se moría por dentro, quería gritar a todos lo mal que estaba pero eso no sucedería.

No lloró ni ese día, ni al siguiente, así por una semana ya que siempre había alguien impidiendo dicha acción. Su prima, esa hermosa persona que la llenaba de alegría y buscaba distraerla sólo para hacerla feliz y verla bien, fue quién ayudó a sobrellevar el dolor. Pero todo tiene un quiebre, el de la joven fue verlo a él con su novia, verlo sonreír abrazado a ella, saber que todo fue un engaño, eso era lo que más le dolió. El saber que todas las palabras fueron mentira, incluso sus te quiero, deseaba mirarlo a los ojos y ver que había en ellos, pero ya era tarde, él miraba a alguien más.

Pasaron meses donde ella estuvo sonriendo como si nada pasara y en las noches lloraba. Con que así se sentía el amor, la primer desilusión, que cruel y doloroso, juró en ese momento jamás volver a querer, no sería masoquista, no ella.

Recibió mensajes del joven pero jamás le pidió perdón o le brindó una explicación. Ella seguía queriéndolo, dolía tanto que le costaba respirar, sonreír, ser feliz.

Pasó el tiempo, ambos se encontraban en los boliches o en la calle, jamás hablaron, la joven cada vez que salía tomaba mucho alcohol, para ahogar las penas, pero no sirvió por lo que decidió cambiar su vida, la mejoró. Al tiempo tuvo noticias nuevamente de él, era el novio de una amiga, el dolor que la embargó fue tan fuerte, el dolor por perder a su amiga, pues ésta sabía que aún guardaba cariño hacia él, pero no le importó ya que rompió el código de su amistad igualmente.

Los colores también cambian de un rosa a un gris y del gris cambió al negro, así se sentía, su corazón negro y dañado, pero el odio que sintió hacia ambos fue lo que la ayudó a salir, eso y nuevamente sus amigos y familiares, pero algo había cambiado, después de un año, se dio cuenta que lo olvidó, aún lo quería pero ya no dolía.

Hoy a tres años, la chica ya no sonríe como antes, sólo cuando es necesario, aún le asaltan momentos donde siente un vacío en su corazón, todavía no ha vuelto a amar. Y si lee esta historia, la niña ya no llora, porque aprendió a ser feliz y valorar a las personas que tiene a su lado, a valorar el momento que le es concedido, a valorar la vida por cosas que realmente importan más.

"Dicen que cuando tenés tu primera desilusión amorosa algo cambia en tu persona, tus ojos no tienen ese brillo de la inocencia del amor, ya no guardan la bondad y la gentileza del niño. En tu mirada, en cambio, se ve el dolor, la pérdida de algo valioso, eso que pierden todas las personas cuando crecen, cuando se convierten en adultos, cuando aman y no son correspondidos, cuando abren los ojos y ven el mundo de otra manera, esa que te demuestra que no todo es amor como antes pensábamos, donde una sonrisa no soluciona los problemas y nada es como queremos, cuando las cosas van más allá de lo que deseamos. En esa pérdida, dejamos parte de nuestro ser sin darnos cuenta, dejamos parte de la felicidad, pero tenemos que aprender a encontrarla nuevamente, en las cosas pequeñas, en las demás personas, en gestos como abrazos, sonrisas o saludos, en ayudar. La felicidad y el amor son lo más valioso que tenemos en nuestra vida, pues al morir no nos llevamos nada, sólo el estar satisfechos con nosotros mismo por haber podido hacer feliz a alguien más, así sea por lo que dure nuestra vida o sólo en pocos segundos"

DarkWriter



Recuerdos de un amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora