A vos, mi segundo o primer amor.

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28 de abril del 2017

A vos, mi segundo o primer amor. 

Quizás siempre supe y nunca lo quise reconocer. Quizás sabía que era absurdo e imposible y por eso me obsesioné con tenerlo. Quizás nunca lo iba a lograr. Y nunca lo sabré.

No sabré si algún día él me quiso, si le importé o si se acuerda de mí ser. Nunca sabré qué fui para él. No por mí, sino por él.

Una vez me dijeron: no te puede dar lo que no está acostumbrado a recibir. Su propia gente le falló cuando era un niño, no confiaba ni en su sombra.

Quizás nunca sabré si algo de lo que hice por él le movió en su ser. Él era así. Libre y errante. Autónomo y sin ataduras. No demostraba mucho, sonreía pero sin que le llegue a los ojos.

Yo lo sabía. Supe que iba a caer a penas lo vi. Tan vivaz, tan fuerte, parecía tan feliz, pero estaba roto. Más roto de lo que alguno podría imaginar. Roto por dentro.

Y me rompió. Pero también me unió y me formó nuevamente.

Permití que me rompiera, le di ese poder y todavía lo sigue teniendo. Fue la única persona capaz de bajar mis aires de grandeza, mis enojos explosivos y mi amor propio.

Fue la única persona que podría haber tenido todo de mí con tan sólo pedirlo.

Pero no sucedió por él. Se marchó antes de ofrecer algo, o quizás nunca estuvo. No lo sé y no podría decirlo.

Vivía en un mundo aparte, yo estaba feliz en mi ignorancia. Nunca prometió nada, no jugó conmigo. Simplemente un día dijo: ya no más. Y ahí quedé.

En un olvido, en el pasado, no soy ni un recuerdo vivo para él. Al principio dolió, dolió tanto como alguna vez pudo dolerme algo emocionalmente. Ese dolor que no se ve pero aprieta el alma.

Lo peor era verlo, verlo todos los días, feliz. Mientras por dentro me moría de tristeza.

¿Saben lo que se siente tener un vacío enorme? No hay con que llenarlo, taparlo u ocultarlo. Depresión pos-rompedura de corazón. Una definición no existente pero que yo la tomo como cierta.

Intenté luchar por recuperar su interés, o que aparezca, porque quizás nunca estuvo. Luché por él, como nunca antes había luchado por no perder a nadie. Pero creo que fue exactamente lo contrario.

Me terminó odiando. Si llegaba a un lugar, él se iba. Si estaba riendo y me veía, su sonrisa desaparecía. Nunca supe por qué me odio tanto.

Quizás siempre lo hizo. O quizás lo utilizó como máscara para ocultar el que en el fondo fui la única que en tan poco tiempo conoció tanto de él.

No habría forma de que me ocultase algo, yo lo sabía. Mi cuerpo me daba señales de qué cosas le pasaban, o entre cientos de personas lo primero que veía era a él. Siempre a él.

Quizás nunca lo supo y nunca lo va a saber, cuán importante fue para mí y todos los cambios que logró. Gracias a él, me superé, avancé, cambié.

Dolió como nadie antes. Y en partes lo sigue haciendo. Lo amé como a nadie antes, y todavía lo hago en secreto. Lo veo y lo ignoro, pero mi mente y mi cuerpo me traicionan, disimuladamente lo observo, lo analizo y extraño. Extraño todo y cada parte de él. Con sus defectos y virtudes. Con su físico no llamativo o su personalidad a veces destructiva. Con sus vicios y problemas. Con su falta de compromiso y amor. Lo extraño por lo que fue, por lo que es y por lo que será.

Pero nada va a traerlo de regreso. Porque él nunca estuvo conmigo. Pero sí se llevó parte de mí. 

Aunque nunca lo leerás... te llevo dentro, J.

10 de septiembre del 2016 - 23 de diciembre del 2016

Recuerdos de un amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora