Angeline apenas había dormido la noche anterior. La emoción y el nerviosismo se mezclaban en su pecho como una tormenta. Al abrir los ojos, la luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas del nuevo apartamento. A su lado, Alice dormía profundamente, agotada por el ajetreo del día anterior.
Angeline se levantó silenciosamente y salió al pequeño balcón que daba al parque. El aire fresco de la mañana le despejó la mente. Era un lugar hermoso, con el río fluyendo suavemente y el césped verde extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Era un oasis de paz en medio de la ciudad.
Dylan estaba ya despierto, apoyado en el marco de la puerta del balcón, observándola con sus ojos oscuros y profundos. Parecía siempre estar alerta, pero había algo más en su mirada esa mañana, algo que Angeline no podía descifrar.
"Buenos días," dijo él con una ligera sonrisa.
"Buenos días, Sacha," respondió ella, con más confianza respecto ayer. "¿Dormiste bien?"
"Lo suficiente," contestó él, encogiéndose de hombros. "Es un lugar bastante tranquilo."
Angeline asintió, sintiendo una oleada de gratitud por haber encontrado este refugio. Se sentía segura aquí, al menos por ahora. Pero sabía que la verdadera prueba estaba por comenzar: aprender a vivir fuera de la burbuja de protección que su padre había creado.
"¿Quieres dar un paseo por el parque?" sugirió Dylan de repente. "Podría ser una buena manera de empezar el día."
"Me encantaría," respondió Angeline, sorprendida por la propuesta. No esperaba que su guardaspaldas fuera tan... accesible.
Minutos después, estaban caminando por los senderos del parque, rodeados de árboles frondosos y flores coloridas. La conversación fluía fácilmente, y Angeline se encontró relajándose, disfrutando de la compañía de Dylan. Hablaron de trivialidades, evitando deliberadamente los temas más complicados de sus vidas.
De regreso al apartamento, encontraron a Alice despierta y preparando el desayuno. "¿A dónde fueron ustedes dos tan temprano?" preguntó ella, alzando una ceja divertida y curiosa.
"Solo a dar un paseo," respondió Angeline, sonriendo.
"Ah, claro, un paseo con tu guardaespaldas guapo," bromeó Alice, haciendo que Angeline se sonrojara.
El resto del día pasó rápidamente, con Angeline y Alice desempacando y organizando el apartamento. Dylan se mantuvo en un segundo plano, siempre presente pero sin entrometerse. Angeline apreciaba su discreción, aunque no podía evitar sentir una creciente curiosidad por él.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Angeline se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía verdaderamente libre. El mundo fuera de la mansión era grande y desconocido, lleno de desafíos, pero también de oportunidades. Y aunque la presencia constante de Dylan le recordaba las condiciones de su nueva libertad, no podía evitar sentirse un poco emocionada por lo que el futuro podría deparar.
Mientras apagaba la luz, sus pensamientos se detuvieron en Dylan. Había algo en él, algo que le atraía más allá de su rol de protector. Con una mezcla de curiosidad y anticipación, Angeline se dejó llevar por el sueño, preguntándose qué más descubriría sobre él en los días por venir.
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Protección Prohibida
RomanceAngeline siempre ha vivido rodeada de lujos, pero también de restricciones. Tras la muerte de su madre, su padre se volvió extremadamente protector, aislándola del mundo exterior. A los 18 años, Angeline decide dejar atrás la mansión y buscar su ind...