Cuatro

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Inspiración 


Rogelio


La vida estudiantil es bastante ajetreada cuando trabajas para pagar tus estudios. De lunes a viernes el horario se vuelve pesado, los días más largos y apenas puedes descansar por las noches. Cierro los ojos y cinco minutos después ya suena la alarma para irme a trabajar. La semana se vuelve rutina, además de aburrido y sofocante.

Cuando tu día comienza a las cinco de la mañana y termina después de las diez de la noche dejan de importarte demasiadas cosas.

Hoy me siento bastante nervioso ya que llegaran los resultados de los exámenes. Seré honesto, no pude estudiar en algunas materias y tengo miedo por ver si en verdad ha valido la pena todo mi esfuerzo.

Llego a una pequeña cafetería que se encuentra en el campus, solo me compro un refresco y me voy a tomar asiento solo, alejado de los demás. Aunque, bueno, no le hablo a casi nadie aquí, solo a unos dos o tres de mi salón. Reviso mi teléfono y veo que tengo un nuevo mensaje, seguro deben ser los resultados. Respiro profundo y dejo salir lentamente el aire antes de abrirlo y ver lo que dice.

—Debo dejar de ser tan negativo. Eso no me traerá nada bueno.

Dispuesto a todo y con actitud positiva abro el mensaje, con la idea de que he aprobado todo y por fin he sacado buenas calificaciones.

Y... oh sorpresa.

—Esto no me puede estar pasando.

Me dije a mí mismo en voz baja en el momento que veo mis calificaciones en ese mensaje que me acaba de llegar. Debo decir que en algunas obtuve una buena nota, en otras no tanto, pero no está tan mal, solo en una fue donde he reprobado.

La buena vibra se fue, la negatividad ha regresado. Vivir no es una buena opción.

—¿Qué marca de sal seré?

Cruzo mis brazos y los apoyo sobre la mesa de concreto, coloco mi rostro sobre ellos y me dejo llevar por mis pensamientos, los cuales lo único que me dicen es que soy un fracaso. No sé en qué estaba pensando cuando decidí estudiar administración de empresas, sabía que sería difícil, pero no imposible. Todo se ha ido al carajo.

Mamá, oficialmente me equivoqué de carrera.

Trato de tranquilizarme y busco una solución, y ya se me acaba de ocurrir algo: Debo ir con el profesor para ver si me puede dar una oportunidad y aprobar la materia. Me apresuro antes de que se haga tarde para mi última clase, así que tengo que subir hasta el tercer piso del edificio a donde voy antes de que el profe se vaya, y por suerte logro alcanzarlo. Seguro me dará una buena solución a todo esto y salir con vida de este tetramestre. Sé que ahora sí lo lograré, aunque debo prestar más atención para la próxima.


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Debo admitir que después de haber escuchado la solución a mi materia reprobada ahora estoy arrepentido, me imaginaba cualquier cosa menos la que me ha dado mi profesor, peor aun cuando me trabo al hablar y soy pésimo socializando. Mejor me hubiera puesto a estudiar más en vez de andarme deprimiendo por tantas cosas.

Devastado es la palabra correcta para describir cómo me siento en este momento, y no solo por el hecho de los resultados de mis exámenes, sino el recorrido que hago de la universidad hasta mi casa. Por suerte es viernes y tendré el fin de semana disponible para descansar.

Cuando vuelva a verte [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora