— ¿Cómo sigues? — Me giro para ver a Marcus — Estaba preocupado por ti después del incidente.
— No paso ningún incidente. — Observo sus ojos verdes suavizarse. — Todo está perfecto, incluso no he perdido el control.
Lo estoy persiguiendo, salta por los tejados y lo sigo con mi corazón en los oídos, llegamos a un techo enorme y ambos nos apuntamos con el arma.
— ¡No quiero herirte! — Grita.
— Nos traicionaste. ¿Por qué? ¿Por qué tienes que ser un traidor? — Mi mano tiembla y mi corazón me pide que gritos que baje el arma.
— Saeeda, sabes que te amo. Pero no podemos seguir así, somos marionetas.
— ¡YO ESTABA BIEN SIENDOLO MIENTRAS ESTUVIERAS CONMIGO!
— Ahora es diferente, decidiste ayudarlos viniendo detrás de mi. Saeeda siempre preferiste el deber. — Sonríe con tristeza — Me di cuenta el día en el que te salve en aquel callejón.
— Marcus — Niego — No quiero hacerte daño, recapacita. Por favor, no quiero llevar tu sangre en mis manos.
— Saeeda, no hay otra forma...si ya soy culpable y te tienen a ti como su última opción quiere decir que te enviaron a mi funeral.
— Marcus...solo dime, dime que vas a regresar conmigo y bajaré el arma, intercedere por ti, mi amor. — Soñoso.
— Siempre fuiste alguien sentimental, corazón. Lamentablemente tendré que...— carga su arma y aprieta el gatillo.
Esquivo la bala y le meto tres tiros por instinto, mi mano tiembla, sonríe con sangre en su boca y asiente callendo de rodillas.
Corro hacia él soltando mis lágrimas. — No, no, no. — Me tiro a su lado y sostengo su cabeza. — Lo siento, lo siento. — Beso su frente temblando en mi lugar, abro su camisa y cubro las heridas con mis manos y le hago unas vendas rápidas.
— Saeeda...mi dulce mujer de la tormenta, no llores. — Su mano sostiene la mía, escupe sangre y le limpio los labios llena de lagrimas.
— No hables, voy...voy a salvarte, voy a sacarte de aquí.
— Siempre preferiste el deber mi amor, desde que nos casamos te volviste más y más autoritaria y no sabes como me gustó eso.
— Marcus — Susurro acariciando su mano, me toma de la mano y siento el metal en mi mano.
Me acerca a el y lo ayudo a hacerlo, deposita un beso en mis labios y el sabor metálico se siente.
— Tenía una enfermedad...decidí morir a tus manos como una bendición para mi...por eso los traicione, por eso inicie una rebelión... y las personas que abusaron de ti...servían a los que tanto les juramos lealtad.
ESTÁS LEYENDO
Soy una...¡¿Bebé?!
Fiksi PenggemarAkin Romanov se metió con la hermana de Braulio Mascherano quien dio a luz a una hermosa niña con ambas sangres convirtiendose en la heredera de ambos imperios. Christopher Morgan Harts y Akayla Romanov Mascherano se involucraron íntimamente por lo...