2. El sol de Agosto

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Pasaron unas cuantas semanas en las que nos seguimos viendo, Luka al principio parecía ser el típico chico que iba buscando chicas lindas para salir un rato y luego desaparecer, sin embargo, aquí estaba; con un chico trans, compartiendo gustos y anécdotas. Las cosas estaban fluyendo, sin apresurar nada, sin incomodar al otro; como me solía pasar con otros chicos, él me aceptaba tal y como era.

Luka y yo habíamos quedado de vernos en el parque a la hora de siempre, nuevamente me encontraba nervioso, temía que mi hermano volviera a vernos y nos arruinara de nuevo la cita, sin embargo; decidí arriesgarme. Llegué al lugar a la hora exacta, pero él aún no había llegado, así que esperé, estuve en el lugar alrededor de una hora y comencé a preocuparme, Luka, hasta hoy, no había llegado tarde ni con retardo, media hora después recibí una llamada.

—¿Kyle? Corazón perdón por no llegar aún, me quedé dormido, ayer llegué muy cansado del trabajo, pero ya voy para allá ¿Sí? No te desesperes— La voz de Luka habló desde el otro lado.

—¡Luka! Creí que lo habías olvidado ¿Seguro que ya vienes? No puedo estar más tiempo aquí.

—Sí, sí, en un momento llego, no te preocupes.

Mi angustia disminuyó, cortamos la llamada y a los 15 minutos lo vi llegar, mi corazón comenzó a agitarse solo con verlo, Luka al verme comenzó a acelerar el paso hasta llegar a mí, entonces me abrazó.

—Perdón por la hora de verdad, lo siento mucho amor.

"Amor", esa palabra comenzó a dar vueltas por mi cabeza, y mis mejillas comenzaron a enrojecerse, la combinación del abrazo, su aroma, su voz, simplemente su persona y esa pequeña palabra hicieron que mi corazón explotara, sabía que Luka me parecía atractivo, pero nunca imaginé que un simple abrazo y una palabra insignificante lograrían hacer que todo explotara en mí.

—No hay ningún problema— dije tratando de no demostrar mi emoción.

Ambos nos sentamos en una banca bajo el sofocante calor de agosto, mientras el sol parecía querer fundir todo a su paso, pero a pesar de eso, el ambiente estaba cargado de una energía agradable que hacía que todo se sintiera más ligero. Comenzamos a hablar, la conversación fluyó como si nos conociéramos de toda la vida; hablamos de un sinfín de cosas, desde nuestras anécdotas más locas hasta los sueños que teníamos para el futuro. Era la primera persona con la que sentía que podía compartir mis pensamientos más locos sin temor a ser juzgado, como si la conexión que estábamos formando era un espacio seguro al que podíamos escapar de las presiones del mundo exterior.

 Luka me contó de su día, con esa manera tan particular que tiene de hacer que lo cotidiano suene como una aventura épica, y yo escuché cada una de sus palabras, absorbiéndolas como si fueran las más valiosas lecciones. Su voz, acompañada de su risa contagiosa, me hacía sentir que todo estaba en su lugar. Estaba tan feliz, como si el tiempo se hubiera detenido, sintiéndome afortunado de estar en ese momento, en ese lugar, y, sobre todo, de estar junto a él. Entonces, de un momento a otro, la emoción y la atracción por Luka se intensificaron como si una chispa encendiera algo dentro de mí, llenándome de valor. Sin pensarlo dos veces, lo tomé por la barbilla, esa simple acción cargada de significado, y cuando nuestras miradas se encontraron, supe que era el momento perfecto; me acerqué y lo besé.

—Yo... Lo siento, en serio perdón— dije avergonzado por lo que había hecho

—¿Por qué te disculpas? Kyle, también me gustas— dijo sonrojado y con una sonrisa en su rostro

—¿De verdad?

Luka simplemente se inclinó a besarme de nuevo, el beso era tierno, como nunca antes me habían besado, era como una caricia; no se sentía ninguna mala intención, no era un beso con morbo, era uno inocente, uno que recordaría toda mi vida.
De un momento a otro me encontraba sentado debajo de un árbol con Luka acostado en mis piernas.

Me sentía tan bien, como nunca antes en mi vida, me sentía feliz, en paz, y suponía que Luka sentía lo mismo ya que estaba dormitando en mis piernas, me sentía en un sueño, como si nada fuese real. Para mi mala suerte, el sueño me duró muy poco. Al día siguiente, Luka me llamó con una voz muy triste

—Kyle, perdón, siento que esto está yendo muy rápido, mi ex volvió a hablarme y estoy confundido, nada va a cambiar entre nosotros pero... No sé, no sé que hacer

—¡¿Qué?! Pero... Está bien, ¿Estás seguro que nada va a cambiar entre nosotros? —Dije sin saber qué decir

—Sí, te lo prometo

Luka cortó la llamada luego de una pequeña charla. Yo me quedé con una mezcla rara de emociones que ni yo mismo podía descifrar. Era como si el corazón y la cabeza estuvieran en una pelea constante; por un lado, sabía que algo así podía pasar, que quizás no debí hacerme ilusiones, pero había una vocecita en mi interior que insistía en que, tal vez, esta vez sería diferente, que Luka podría ser la excepción a la regla. Así que, con esa incertidumbre rondando por mi cabeza, me decidí a hablar del tema con él, porque claramente era algo que necesitaba ser abordado. La siguiente vez que nos vimos, una mezcla de nervios y determinación me invadió; supe que esta era mi oportunidad.

—Luka... Yo solo quiero decirte que si tienes que elegir entre Daelyn y yo, no hay presiones si quieres estar con ella, al final de cuentas es tu felicidad y tu vida, mientras tú seas feliz yo también lo seré— dije dándole una pequeña sonrisa. Claro, quería que supiera que su bienestar era lo más importante, pero la situación era un lío.

—Kyle, no es eso, es solo que estoy algo confundido, me gustas, pero...

—Aún la amas a ella, lo entiendo— interrumpí, sintiendo que era evidente.

—¡No! Kyle, ¿Podemos cambiar de tema?— respondió, claramente incómodo.

Después de esa pequeña plática, decidimos dejar el tema por la paz. Continuamos con nuestro día, abrazándonos, robándonos besos y tomando fotos, como si aquella conversación nunca hubiera sucedido. Fue un alivio poder disfrutar de esos momentos sin la tensión en el aire, aunque en el fondo sabía que las cosas no estaban del todo resueltas.

 El asunto no se volvió incómodo en ningún momento, al contrario, las cosas mejoraron por decirlo de alguna manera. A pesar de lo ocurrido, decidí presentarle a mis amigos; sí, estaba un poco nervioso, pero todo fluyó con naturalidad. Otro día, lo llevé a conocer a mi familia para no tener que seguir mintiendo sobre su presencia en mi vida. Aunque al principio tuve algunas complicaciones con mi hermano, que estaba un poco escéptico y tenía sus dudas, al final lo amaron, como si se conocieran desde siempre. En ese momento, una sensación de alivio y felicidad me invadió; fue todo tan inesperado que no podía dejar de sonreír. Ver cómo se llevaban bien hizo que todo pareciera más real, y por fin pude respirar tranquilo.

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