Prólogo

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En medio de la sofocante atmósfera del pequeño departamento, Ashley y Andrew llevaban meses sumidos en una cuarentena interminable. Los días se mezclaban entre sí, marcados por la monotonía y la desesperación. La falta de alimentos había reducido sus cuerpos a sombras de lo que alguna vez fueron, y el hambre se había convertido en su compañera constante.

Ashley, con sus ojos rosa cereza, y su actitud confiada y despreocupada, parecía ser el pilar que sostenía a ambos. Tirada en el suelo de la sala, se retorcía de hambre. La misma sala donde habían compartido risas y juegos en su infancia ahora parecía una prisión. Decidida, se levantó una vez más para buscar comida, sabiendo en el fondo que ya había revisado cada rincón de la casa. Sin embargo, algo dentro de ella la impulsaba a seguir intentándolo.

Su cabello despeinado, recogido en una coleta, se movía con cada paso mientras revisaba los cajones y las estanterías por cuarta vez en el día. La esperanza era un hilo delgado, pero Ashley se aferraba a él con todas sus fuerzas. Fue entonces cuando, al revisar la basura una vez más, sus ojos se iluminaron al encontrar una lata de tomates. La emoción recorrió su cuerpo como un rayo, y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.

Caminó apresurada hacia la habitación que compartían, donde Andrew yacía tirado en la cama. Su hermano, delgado y pálido, con sus ojos verde esmeralda apagados por la desnutrición y el cansancio, apenas reaccionó al verla entrar. Andrew, con su jersey negro sobredimensionado, parecía perdido en un mar de pensamientos oscuros y frustración.

Ashley se plantó frente a él, sosteniendo la lata de tomates con entusiasmo.

—¡Andrew, mira lo que encontré!— exclamó, su voz llena de una esperanza renovada.

Andrew levantó la vista lentamente, sus ojos llenos de apatía y desinterés. Negó con la cabeza, mostrando una expresión desanimada.

—Ashley, eso es lo último que tenemos para comer— dijo con un tono exasperado—Si aún tienes energía para buscar comida, significa que todavía no te estás muriendo.

Ashley frunció el ceño, decepcionada por la respuesta de su hermano. Esperaba una reacción diferente, algo más alentador. Se quejó, expresando su frustración y su necesidad de una chispa de esperanza en medio de tanta oscuridad.

—Andrew, esto es todo lo que tenemos. No podemos rendirnos ahora. ¡Tenemos que comer algo!— insistió, su voz temblando por la mezcla de hambre y desesperación.

Andrew, con su comportamiento sardónico y cínico, suspiró profundamente. Era frustrante para él conversar con su hermana, especialmente en una situación tan desesperante. Sin embargo, algo en la determinación de Ashley le tocó una fibra sensible. Aunque la relación entre ambos siempre había sido compleja, guiada por la manipulación y una codependencia malsana, no podía negar el vínculo que los unía.

—Está bien— cedió finalmente, con un tono resignado. —Vamos a comer esos tomates.

Ashley sonrió con alivio y se apresuró a abrir la lata. Mientras ambos se sentaban en el suelo de la habitación, compartiendo el escaso contenido de la lata, una extraña sensación de paz se apoderó de ellos. La cercanía física, aunque incómoda debido a la tensión subyacente, les brindaba una suerte de consuelo en medio de la adversidad.

El silencio entre ellos se rompía ocasionalmente por algún comentario sardónico de Andrew o una broma mala de Ashley. Aunque la relación entre ambos estaba plagada de heridas del pasado y manipulaciones sutiles, en ese momento, se daban cuenta de que se necesitaban el uno al otro más que nunca.

Ashley miró a Andrew con una mezcla de cariño y tristeza. Sabía que, a pesar de todo, su hermano era su única familia y que, en el fondo, compartían una conexión profunda, más allá de la atracción ambigua que a veces sentía hacia él.

Andrew, por su parte, observó a su hermana con una mirada más suave de lo habitual. Aunque su naturaleza cínica y apática predominaba, no podía ignorar el hecho de que Ashley era su ancla en un mar de incertidumbre.

Fin del Prologo 

Entre Sombras y Cuerpos Juntos (Andrew x Ashley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora