Sal y Fresas

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Sábado 22 de junio, 2024


"Ay, Marta, de verdad, a veces me sacas de quicio con el querer hacerlo todo a tu manera, ¿eh?"

"Vamos, amor, no te pongas así." Una sonrisa pícara apareció de los labios de la rubia, mientras cogía a su novia por la cintura. Sus dedos se deslizaron sutilmente por debajo de la camiseta y apretó la piel que se encontró por su camino, sin importar quién pudiera verlas. De hecho, deseaba que todo el mundo que estuviera a su alrededor las mirara y aprendiera lo que el amor en su más puro estado era. Acarició la mejilla de Fina con su nariz antes de besarla repetidamente, sintiendo como se relajaba entre sus brazos y esbozaba una sonrisa de acatamiento.

"Sé exactamente lo que estás haciendo..." Habló la morena agarrándose a los brazos que la rodeaban.

"¿Ah, sí? ¿Y eso qué es?"

La arena del paseo crujía bajo las chanclas de las chicas, y la suave brisa hacía de las temperaturas del principio del verano un poco más tolerables. A la lejanía se escuchaban ya las recurrentes, aunque tranquilas, olas. El aire olía a sal, tabaco, y crema solar, pero eso no había llegado todavía a Marta, completamente perdida en el olor a hibisco y coco que emanaba el cabello de Fina. Ese olor tan suyo que la volvía loca, que por muy cerca que tuviera siempre le sabría a poco.

"Me estás intentando enchichar con tu inocencia y tus mimos para que me olvide que has dejado nuestros bocadillos de la comida en casa. Adrede."

"¿Bueno pero está funcionando? Creo que todavía puedo ser un poco más convincente." Fina se dio la vuelta aún entre los brazos de su novia para mirarla con una sonrisa burlona y una ceja levantada. Marta relajó sus manos en la cadera de Fina y se dejó perder en los ojos que la habían enamorado algunos años atrás, en esos que podía perderse por horas como si fuera la primera vez. No pudo evitar besarla en los labios tiernamente. Hacía demasiado que no lo hacía, empezaba a notarse la falta. La morena acarició su mejilla, y no dudó en besarla una segunda vez cuando Marta empezaba a separarse, sacándole una sonrisa desprovista a la rubia. "Siento haber dejado los bocadillos en casa cuando habíamos acordado que comeríamos eso hoy." La sinceridad de su voz encogió el corazón de la morena, quien movió sus manos a la nuca de su novia para jugar con los mechones de pelo que caían por detrás. "Ya sé que queríamos ahorrar para el mes que viene, pero tenía ganas de darnos el pequeño lujo de tomarnos una paella en la playa. Además... si aprovechamos bien el día todavía nos quedarán casi dos horas de vuelta, para parar en un McDonald's, mejor nos gastamos el dinero en algo bueno y aún tendremos los bocadillos esperándonos en casa para cenar."

Fina sonrió abatida, moviendo la cabeza de lado a lado. "Agradezco tu sinceridad. Aunque tampoco hacía falta, tus besos me estaban haciendo olvidarlo todo."

"Hmm, tienes razón, la próxima vez me haré la despistada y te diré que me había descuidado porque esa mañana tenía muchas cosas en la cabeza. En concreto a ti, mientras te comía entera antes de bajar a desayunar por segunda vez."

"MARTA DE LA REINA." Fina se ruborizó ante las palabras de su novia, quien se iba alejando hacia la playa con una sonrisa burlona, habiendo conseguido lo que deseaba. La morena exhaló su sorpresa, sin poder evitar pensar en las imágenes de esa misma mañana, todavía en la cama. Marta mordiéndole el labio. Marta enterrando la cabeza en su pecho. Marta bajando entre sus piernas. La mano de Fina enredada en la melena de Marta. Marta mirándole a los ojos mientras hacía lo que mejor se le daba. Marta, Marta, Marta...

Parecía mentira que después de tantos orgasmos en la noche anterior, siempre se levantaran con ganas de repetir en cuanto salía el sol. Aunque bueno, para Fina era cosa fácil. Cualquier cosa que hiciera Marta era suficiente para hacerle saber que quería estar tan cerca suyo como le fuera posible, empezando por el azul de sus ojos y esa voz que la hipnotizaba cada vez que la escuchaba.

Puzzle - MafinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora