Relato 2 "Una Historia Sin Miedo" parte II

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Narra Fernanda:

No podía dejar de pensar en Mayte. Sabía que nuestra despedida en el aeropuerto había sido difícil para ambas, pero no podía simplemente dejar que las cosas quedaran así. Isabel me había mencionado, casi sin querer, que iban primero a Turquía antes de ir a París. Esa fue la chispa que encendió mi plan.

No podía hacer esto sola, así que llamé a Alejandra, mi mejor amiga y confidente. Ella siempre había estado a mi lado, y sabía que entendería por qué tenía que hacer esto.

– Necesito tu ayuda – le dije tan pronto como respondió al teléfono. Mi voz estaba llena de urgencia y determinación.

– Claro, Fer. ¿Qué pasa? – preguntó, notando el tono serio en mi voz.

– Mayte e Isabel están yendo a Turquía antes de ir a París. Necesito ir a Turquía también.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. Podía imaginarme a Alejandra procesando la información, sopesando mis palabras.

– Entiendo, Fer. Sabes que siempre estoy aquí para ti. De hecho, ya tenía un plan para encontrarme con ellas allá porque yo también voy a viajar a Turquía.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. Alejandra siempre tenía un as bajo la manga.

– ¿En serio? – pregunté, con un atisbo de esperanza en mi voz.

– Sí, ya tengo todo organizado. Podemos viajar juntas. Será más fácil así, y podré ayudarte a planear cómo encontrar a Mayte sin que se sienta invadida.

Nos reunimos en su casa y pasamos horas ajustando los detalles del viaje, asegurándonos de que todo estuviera perfectamente coordinado. Mientras planeábamos, me aseguré de ser muy clara con Alejandra sobre mis intenciones.

– No quiero forzar nada – le dije – Solo quiero que Mayte sepa lo mucho que me importa y que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para arreglar las cosas entre nosotras.

Alejandra asintió, entendiendo la delicadeza de la situación.

– Fer, sé que esto es importante para ti. Pero también recuerda que Mayte necesita su espacio. A veces, dar un paso atrás puede ser más efectivo que intentar arreglar todo de inmediato.

Sus palabras resonaron en mí, y supe que tenía razón. Pero también sabía que tenía que intentarlo, que no podía simplemente quedarme sin hacer nada.

Finalmente, con todo planeado, me sentí un poco más tranquila. Sabía que el viaje a Turquía sería mi oportunidad para demostrarle a Mayte lo mucho que me importaba, pero también sería una prueba de cuánto estaba dispuesta a respetar sus deseos y su espacio.

Llegó el día del vuelo, y mientras hacía mi equipaje, sentía un nudo en el estómago. Todo estaba listo, pero había un detalle que no esperaba: Héctor. De alguna manera, se enteró de que iba a viajar a Turquía y decidió que tenía que acompañarme. No estaba segura de cómo se había enterado, pero allí estaba, con su maleta en mano y una sonrisa entusiasta.

– Fer, no podía dejar que te fueras sola. Además, siempre he querido conocer Turquía – dijo, con esa actitud despreocupada que solía tener.

La incomodidad se apoderó de mí. Héctor era una buena persona, pero su presencia hacía que todo se sintiera más complicado. Me sentía atrapada entre mi necesidad de ver a Mayte y la incomodidad de tener a Héctor a mi lado en este viaje tan importante.

El vuelo transcurrió en un silencio tenso. Héctor intentó hacer conversación varias veces, pero mis respuestas eran cortas y distantes. Mi mente estaba en otra parte, pensando en lo que diría cuando viera a Mayte, en cómo ella reaccionaría al verme.

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