¿Nuevamente?

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Pareciera que el mundo fuese normal, seres humanos por doquier realizando cualquier actividad que más les placiera, sin embargo aún otros seres lograban coexistir a la perfección y aunque se viera que la normalidad era lo más destacable, simplemente se daba porque todos ya se relacionaban excelentemente, puesto que entre tanto ser existente lograban permanecer algunos seres mitológicos como los Dioses, magos e inclusive vampiros, aquellos que a pesar de tener forma humana generalmente, poseían características inclusive más definidas de las vistas, dada era la existencia armónica que los mundanos sabían de su existencia aunque no solían presentarse tal cuál frente a ellos, por lo tanto pareciese que fuese una cortina de humo e incluso para algunos era tan sumamente extraño que no podían creer que realmente estuvieran conviviendo con otro ser y su sorpresa era máxima al enterarse.

Ante la gracia y cordura de un ser existente en el mundo, grata fue su salida de su residencia infernal, puesto que aunque tuviese apariencia humana realmente guardaba su naturaleza misma como Dios del inframundo, aquel con curiosidad basta, dominio intenso y por supuesto una aura que podría ocultarse para los seres divinos, en especial aquellos que inevitablemente terminarían por bajar en algún punto de su tan basta existencia. En busca de volver a la dimensión mortal fue que subió con algunas cuantas maletas en sus manos, vistiendo cómodamente con una camisa del tono preferido del mayor, un carmín lo suficientemente notorio para sentirse cómodo, en conjunto con unos pantaloncillos cortos y unas cómodas sandalias que dejaban a relucir sus dedos; por supuesto traía más ropa dividida entre formal e informal por sus dos maletas en tonos oscuros, pero ¿por qué aquel ser divino iniciaría un viaje? ¿por simple curiosidad? Efectivamente esa es la respuesta, puesto que le generaba gusto y ciertas ansias ver cómo el mundo donde nació en primera instancia había cambiado, y es que si hablamos de la historia misma de la divinidad sería algo sumamente extenso; es por eso que decidió caminar por los largos parajes de Inglaterra, siendo deleitado por las hermosas vistas y algunos aromas a té, bebida que tanto le gustaba; entre el camino logró encontrarse con un ser que notoriamente captó su atención, primero por la naturaleza de aquel sujeto puesto que había notado que era un vampiro bastante bien camuflado, en segunda instancia por la refrescante y acogedora fragancia que había captado de su parte; sin embargo quién más atónito quedó fue aquel sujeto vestido con una camisa azul y también pantalones cortos, solo que con unos tenis, trayendo consigo simplemente una mochila y una gran cámara ¿Qué hacía él? No se sabría al verlo con sutileza; sin embargo siempre nos caracterizamos por ser poco sutiles, aquel joven con pequeños rulos en los cabellos había salido de viaje en busca de tomar nuevas fotografías a modo de pasatiempo, dirían los mundanos que es desestresante especialmente por su interesante vida como médico, y es que, aunque fuese vampiro tenía una capacidad impresionante de retención de información, además de un gran tacto con cualquier ser, logrando camuflarse a la perfección, pero ¿por qué había quedado atónito si la divinidad no podría ser detectada? Es una coincidencia extraña, de alguna forma había sentido aquella presencia cerca y sin llegar a verle, hasta que se encontraron, ellos no se conocían aunque pareciese que sí.

Ambos tenían un sentimiento familiar y notoriamente extraño, ante un sitio nuevo para ambos, decidieron acercarse mutuamente en busca de ayuda, sosteniendo un mapa terminaron por perderse juntos entre los parajes, siendo acompañados de suaves risas y una deliciosa cerveza, basta era su comodidad que poco importaba lo demás, incluso cuando ya sabían sus caminos tomaron la decisión de sentarse a seguir conversando, sintiendo aquella conexión que no parecía tener explicación alguna, aquella comodidad y alegría incontenible especialmente en la Deidad puesto que aquel ser repleto se seriedad se encontraba bastante sonriente. Con el tiempo lograron descubrir sus nombres Chris era el médico, mientras que Luke era la Divinidad.

Entre algunas risas y pequeños líos al ir viendo más alternativas de viaje siguieron conociéndose, tenían algunas cosas en común como el té, su gusto por las flores en especial los lotos, tulipanes y las Lycoris Radiata, además del café en su presentación de macchiato, los lugares silenciosos (razón por la cual terminaron en una calle más solitaria), además de la fotografía. Entre ambos parecían comprenderse a la perfección, y es que de no ser porque sus memorias habían sido encerradas hace tiempo atrás debido a un hechizo, se darían cuenta que ambos habían vuelto a reencontrarse por décimo novena vez a lo largo de su basta vida, sin embargo, poco habría de importar al verse nuevamente con aquella sensación de familiaridad y notoria curiosidad entre ambos.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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