Otro Final

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Después de todo lo que había pasado, ¿por qué habría que dejarlo ir así sin más?

Había conocido a una chica con la que me gustaba estar y nos la pasábamos bien juntos. Y sí, me había tratado como porquería e incluso nos peleamos literalmente, pero luego de todo eso, nuestro acercamiento cambió tanto que podría florecer algo aún más grande.

He tomado la decisión, solo faltaba que ella aceptara acá, en frente de Twilight, sus amigas y las princesas.

—Yo no quiero irme —anuncié en voz alta para que todos me oyeran.

Los presentes exclamaron con un «¿cómo?».

—Witer, ¿cómo que no te quieres ir? —preguntó Tuenji, sorprendida.

—Bueno... eso no es exactamente lo que quería decir.

—¿Te volviste loco otra vez?

—No..., o bueno, tal vez sí. —Me acerqué a ella—. Solo... no quiero separarme de ti. —Sentí que mi rostro empezaba a enrojecerse.

Tuenji miró a otra parte, como buscando a alguien para pedirle auxilio. Éramos el centro de atención de toda la zona; todos los presentes permanecían congelados ante nuestra escena.

—Witer..., esto está siendo demasiado incómodo.

—Ya sé, ya sé, pero tengo que hacerlo ahora antes de pensar en irnos. ¿Qué te parecería si nos quedamos acá en Equestria para vivir juntos?

¿Juntos? —preguntó Tuenji, perdiendo el aire. 

—Sí —respondí—. Dijiste que no querías que nos separáramos; esta es nuestra oportunidad de estar juntos acá en Equestria. ¿Qué dices?

—Pero Witer —intervino Twilight—, ¿qué hay de tu familia y amigos en el otro mundo?

A esos que les den por cu...

—Confío en que estarán bien sin mí —respondí sin despegar los ojos de Tuenji—. Ahora quisiera estar con una pony en concreto.

La respiración de Tuenji se empezó a agitar. Estaba demasiado roja y se llevaba los cascos a la cara, cuidando que las lágrimas no se le escaparan.

—Witer... me lo estás poniendo muy difícil.

—Tranquila, no quiero que te dé un paro cardíaco ahora.

Soltó una risa. Se tapó la cara con sus cascos y agachó la cabeza de modo que ocultaba su semblante bajo su melena. Si ahora me decía que no, me iba a sentir el pony más devastado de Equestria; el solo pensar en eso me escocía el corazón.

Alzó la cabeza y asomó un ojo entre sus cascos para mirarme, luego retiró los cascos del rostro y me asintió con una preciosa sonrisa.

—Sí, Witer... Sí me quedo contigo.

La alegría era tal que saltamos el uno al otro para abrazarnos. Los expectantes gritaron y silbaron en celebración; ni me pregunté cómo le hizo Pinkie para generar una lluvia intermitente de serpentinas y confeti, sin mencionar que de alguna forma improvisó un cartel que decía «Bienvenidos a Equestria» al lado de un sendero que guiaba a Ponyville.

Ese día estuvimos de celebración en el humilde pueblo como si nos hubiéramos casado. La fiesta del primer día que llegué a Ponyville se quedó demasiado corta en comparación a esta: fuéramos donde fuéramos, todo estaba decorado de fiesta con los colores negro y lila; solo Pinkie podría hacer ver bien una decoración con los colores de nuestras melenas.

My Little WiterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora