Capítulo 14.5

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Al despertar, una luz intensa que venía de las ventanas cegó mis ojos; parecía que había pasado un buen rato desde que amaneció.

Las cobijas que me cubrían estaban tan cómodas que me dio calor. Me las quité y noté que tenía el cuello y la frente empapados de sudor. A mí lado, durmiendo como un ángel, estaba Twilight, gimiendo en sueños. Justo recordé lo que habíamos hecho ayer, y no sabía si sentirme bien o mal.

¿Debería esperar a que se despierte? ¿Debería despertarla? ¿Debería huir?

No hubo chance a decidir.

—¡Twilight, Twilight!

Una voz aguda se acercaba corriendo por los pasillos. Antes de que soñara en ocultarme, las puertas se abrieron de golpe y tras ellas apareció Pinkie Pie.

—¡Twilight, tienes que probar mi nueva...! Awww, ¿por qué no me avisaron que iban a hacer una fiesta de pijamada? —El rostro de Pinkie denotaba tristeza.

Me quedé tieso, pensando en ocultarme bajo las cobijas, aunque me muriese de calor y de pena ahí adentro; pero ya me habían visto, ya no tenía caso. Al menos agradecí que solo me había visto Pinkie hasta ahora.

—Pinkie Pie, ¿qué no ves que todavía es temprano? —La voz de Rarity entró en la habitación—. Twilight está muy cansa... —Al verme, soltó un grito ahogado y se quedó más paralizada que yo.

Que Rarity me haya visto era mil veces peor, o eso era lo que yo pensaba.

Entonces Twilight se despertó medio atontada. Se frotó los ojos y luego vio a sus dos amigas en la puerta. Debió habérsele puesto los pelos de punta tanto como a mí o a Rarity.

—¡Pinkie, Rarity! —exclamó Twilight mientras se encogía bajo las cobijas—. ¿Qué están haciendo aquí? —preguntó con un hilo de voz.

—¡Pinkie, vámonos! —dijo Rarity.

¿Qué? —saltó Pinkie—. Pero yo quería...

Rarity la tomó con su magia y el resto de lo que dijo Pinkie se perdió por los pasillos.

A solas los dos, Twilight tomó su almohada y ocultó su cara bajo esta.

Seguido a eso, me ofrecí a dejarla sola, aunque lo dije sin haberlo pensado; enfrentar alguna que otra pregunta por parte de Rarity era una de las fobias que había adquirido. Como Twilight me dijo que sí, ya no había marcha atrás y me tocó enfrentar al mundo.

Salí y dejé a la pobre y avergonzada Twilight con ella misma. Antes de bajar, fui al baño a demorarme más tiempo de lo habitual en mear y lavarme la cara. Al bajar me encontré con Rarity, Pinkie, Spike y Starlight conversando junto a un carretillo con una pirámide de pastelillos rosas encima. Solo Pinkie me recibió con agrado, los demás evitaban el mínimo contacto conmigo, y cuando me respondían a algo lo hacían de manera cortante.

Pinkie me invitó a comer de su nueva muestra de pastelillos, y decidí que ese sería mi desayuno, porque no creía que Spike se viera muy contento en prepararme algo. Tomé unos pastelillos y me los llevé donde creía que estaba el comedor para estar a solas. Luego de dar unos cuantos rodeos, llegué al comedor; ya me estaba acostumbrando a orientarme por el castillo.

Puse los pastelillos en la mesa y me senté a comer: ni el buen sabor de los pastelillos me subió los ánimos. No es que me sintiera mal, pues no había hecho nada por lo que me pudieran acusar; todo había sido con consentimiento, pero no podía decir que me sentía bien.

Escuché las puertas abrirse a mi espalda y un sonido de cascos acercándose con paciencia. No me atreví a ver quién era; seguí comiendo mis pastelillos ignorando al pony que se acercaba. No quería ver a nadie, ni a Twilight, ni a Rarity, ni a Pinkie, y si era Starlight pediría que me mataran.

My Little WiterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora