pathological people pleaser || Satzu

11.

Good Luck, Babe! — Chappell Roan

You can kiss a hundred boys in bars Shoot another shot, try to stop the feeling You can say it's just the way you are
Make a new excuse, another stupid reason

_______________________

Tzuyu

Tzuyu estaba bastante seguro de que había amado a Taehyung.

Tal vez no sabía lo que era el amor, pero ¿qué otra cosa podía ser? Tzuyu había estado obsesionado con el. Pensaba en el constantemente desde que eran adolescentes. Tzuyu analizaba cada palabra que el le decía, se aferraba a cada pizca de atención. Cuando finalmente el le pidió salir con ella, Tzuyu estaba extasiada. Le encantaba estar con ella. Podía alegrarle el día con un mensaje de texto o arruinárselo si la dejaba con la boca abierta.

Eso era amor, ¿no? Tzuyu siempre había pensado que era amor. Últimamente, no se sentía bien.

"¿Quieres ir al lago?"

Tzuyu levantó la vista de su portátil. El sol entraba por la ventana. La silueta de Sana estaba a contraluz. Realmente parecía un ángel, como una estrella iluminando el espacio a su alrededor.

"¿Estamos solas?

"Sí, todos los demás parecen ocupados".

Tzuyu miró a su alrededor. Oía risitas de chicas a lo lejos, pero no había nadie más a la vista.

"Vale, claro".

Tzuyu no se había dado cuenta de que Sana estaba ansiosa por la respuesta de Tzuyu hasta que, de repente, se relajó ante el acuerdo. Era extraño, Sana preocupándose tanto por lo que Tzuyu hacía, buscando su aprobación y compañía. Algo en ella era tan cálido. Como si un puño poderoso e insoportable le apretara el corazón en el pecho. No era deseo, Tzuyu sabía cómo se sentía el deseo. El deseo era más agudo, insistente, le quemaba bajo la piel. Esta sensación era más suave. Era igual de intensa, pero no quemaba los órganos de Tzuyu. La calentaba, de adentro hacia afuera. Floreciendo desde su pecho hasta la punta de sus dedos. Paró a Tzuyu en seco. La congeló en el momento, con los ojos incapaces de apartar la vista de la figura de Sana.

No era deseo, pero Tzuyu seguía deseándola. Era una sensación vaga y arremolinada. No podía ubicarla ni describir adecuadamente su magnitud. Tzuyu sólo quería.

Tzuyu seguía mirando a Sana. No se había dado cuenta de lo mucho que solía detenerse hasta que le permitieron mirar cuando estaban las dos solas. Así que lo hizo. Observó a Sana mientras caminaban hacia el lago. Un par de pájaros volaban por encima de ellos y Sana levantó la barbilla para mirar. Los árboles proyectaban puntos de luz sobre la piel de Sana. No llevaba camisa y Tzuyu se quedó embelesado con la pequeña mancha de pecas de sus hombros. sana solía ser muy pálida, pero las semanas al sol le habían dado algo de color a la piel.

Tzuyu nunca había podido admirar el cuerpo de Sana a plena luz del día, así que se tomó su tiempo.

A Tzuyu le encantaba todo. Todo en Sana era perfecto. Desde sus pechos, hasta la nitidez de los huesos de su cadera. Su piel no era lisa ni inmaculada, pero a Tzuyu también le gustaba eso. Le gustaba que Sana nunca se apartara cuando las yemas de los dedos de Tzuyu tocaban sus cicatrices. No parecía cohibida ni le preocupaba que Sana pudiera encontrar desagradables las protuberancias. En primer lugar, no le gustaba que las cicatrices estuvieran ahí, pero ya no había nada que hacer. Eran parte de Sana y a Tzuyu le gustaban todas sus partes, así que también le gustaban. Le gustaba la parte interior de los muslos de Sana, donde la piel era tan pálida que casi no tenía color. A Tzuyu le gustaba el modo en que los labios de Sana solían estar demasiado secos y agrietados. Le gustaba quejarse de que San necesitaba lápiz de labios, sólo para quitárselo a besos y hacer que sus labios estuvieran más agrietados. A Tzuyu le gustaba lo oscuras y largas que eran las pestañas de Sana, la forma en que enmarcaban sus ojos grises. Unos ojos que Tzuyu había creído ilegibles, pero de los que se estaba dando cuenta rápidamente, daban mucho de sí. Probablemente era lo único que delataba a Sana. Se le daba bien mantener la expresión inexpresiva; había crecido en una casa en la que no se le permitía inmutarse. Pero si te fijabas bien, Sana no era tan fría e ilegible como parecía.