|| 𝐒. 𝐃. 𝐋 ||
⎯𝐋𝐲𝐫𝐚 vive en el anonimato, disfrutando del éxito a través de una pantalla gracias a la maravillosa historia de la cual es autora.
Pero todo es complicado cuando el personaje principal de su novela está inspirado en 𝐓𝐡𝐞𝐨𝐝𝐨...
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𝖆 𝖞𝖊𝖆𝖗 𝖆𝖌𝖔...
CAMINO con tranquilidad por los pasillos de la mansión. Visualizo la gran puerta de madera negra, la de mi habitación, a lo lejos.
—Malfoy menor.—escucho a mis espaldas.
Volteo y observo a Theodore, quien tiene una sonrisa burlona en sus labios mientras sujeta un cigarrillo entre sus dedos.
—¿Qué haces aquí?
—Tu hermano me invitó. ¿Algún problema?—enarca una ceja mientras se acerca a mi.
—Muchos, en realidad.
Nott ríe. Mete su mano en el bolsillo de su pantalón y saca un encendedor. Se acerca a una de las grandes ventanas y la abre. Veo como enciende el cigarro en un rápido movimiento y en segundos ya está entre sus labios.
—¿Quieres?—me ofrece después de expulsar el humo.
—No, gracias.
Él asiente y vuelve a acercar el cigarro a su boca. Estoy por volverme a ir pero me detiene.
—¿Este año entras a...?
—Cuarto año.
—¿Cuántos años tienes?
—Catorce.
—Que rápido pasa el tiempo...
—Solo eres un año mayor.—le recuerdo.
Theodore se encoge de hombros.
—Es una gran diferencia, aún así.
Ruedo los ojos. Un teléfono suena, es de él. Lo agarra y le da un vistazo antes de carraspear.
—Me tengo que ir. Buenas noches, Lyra.
—Adiós.—me despido antes de seguir con mi camino inicial.
Cierro la puerta antes de dejar soltar el suspiro que estaba conteniendo. Me muerdo un labio para disimular la sonrisa que busca escaparse.
Me acerco a mi escritorio y me siento en la costosa silla de piel. Enciendo mi computadora. Sigue abierta la ultima página qué estaba curioseando. En esta puedes escribir libros y subirlos en línea, todo el mundo puede leer tus creaciones.
Mordisqueó mis uñas con nerviosismo. He estado pensando desde hace una semana si debía hacerme una cuenta.
Tengo demasiadas historias sin terminar. Libretas llenas de letras que jamás llegaron a tener un final.
«Tirare una moneda, si sale el dragón, me haré la cuenta; si no, desechare esa idea por siempre.»
Busco un galeón en uno de mis cajones y le doy un pequeño beso antes de tirar la moneda al aire. Cayo en mi mano y cierro mis ojos con nerviosismo.
