𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

854 54 10
                                    

∙:♛:∙ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏɴ ɪ/ɪ∙:♛:∙
⚠️𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀⚠️
𝑬𝑺𝑻𝑬 𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑰𝑬𝑵𝑬:
•𝙲𝙾𝙽𝚃𝙴𝙽𝙸𝙳𝙾 𝙰𝙳𝚄𝙻𝚃𝙾 𝙴𝚇𝙿𝙻𝙸𝙲𝙸𝚃𝙾•

∙:♛:∙ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏɴ ɪ/ɪ∙:♛:∙⚠️𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀⚠️𝑬𝑺𝑻𝑬 𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑰𝑬𝑵𝑬:•𝙲𝙾𝙽𝚃𝙴𝙽𝙸𝙳𝙾 𝙰𝙳𝚄𝙻𝚃𝙾 𝙴𝚇𝙿𝙻𝙸𝙲𝙸𝚃𝙾•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

┏━━━━━━∙::∙━━━━━━┓
ITALIA
┗━━━━━━∙::∙━━━━━━┛

Mi tío Gian me había enseñado a jugar cartas. Tenía entendido que era el mejor; solía ganarle la mayoría de las veces, incluso a Lila. Ahora creo que me dejaban ganar, y que ellos no eran tan buenos como aparentaban ser, pues llevaba cuatro rondas con Zet, y no he estado ni remotamente cerca. Una vez más dejó las cartas abiertas sobre el pequeño tablero frente a nosotros, mostrando su quinta victoria. Con las cejas fruncidas, miré sus fríos ojos grises. Sonrió levemente, recostándose del asiento.

—Estás haciendo trampa.

Докажите это.

—Dice que lo demuestres —escuché a Iván a mi lado.

—No voy a demostrar nada. Estás haciendo trampa y punto, eres muy tramposo.

Ambos se rieron como si hubiera dicho algún chiste, pero no era gracioso; perder tantas veces frustraba. Solté las cartas.

—Ya no voy a jugar más.

Плохой неудачник —lo escuché decir.

Recogió carta por carta, sin dejar de sonreír.

—¿Qué dijo? —le pregunté a Iván.

—Que eres mala perdedora.

Miré a Zet de manera incrédula.

—Si haces trampa todo el tiempo, Zet.

Я не обманываю, ты не умеешь играть, все по-другому.

—Dice que no hace trampa, que usted no sabe jugar, que es diferente.

—Sí, sí. —Me crucé de brazos.

Su sonrisa creció más. Se movió al asiento que le quedaba al lado, quedando frente a Iván para repartir las cartas entre ellos. Aparté la mirada, viendo al frente; tres filas más adelante estaba Drystan, llevaba ahí metido en su laptop desde que despegamos. Parecía estar muy ocupado, y aunque pretendía hacerle compañía, tampoco quería interrumpirlo.

→→→∙:♛:∙←←←

El clima era frío, pero no tanto. No había nieve por ningún lado; de hecho, había mucho color. Era tan diferente, por alguna razón me recordaba a Bruselas o a los pocos lugares que conocí de ella. Zet e Iván se habían ido, yo estaba parada en la acera con un gran edificio detrás, contemplando la vista a mi alrededor, mientras que Drystan terminaba su llamada repentina. Estaba a unos pasos de mí, lo suficientemente alejado como para no poder escucharlo, y lo suficientemente cerca para no quitarme la mirada de encima. Pasaron unos minutos hasta que regresó, me agarró la mano y me llevó dentro. La recepcionista, muy amable, nos indicó subir. Dentro del ascensor, Drystan marcó el piso número diez. Me abracé a su brazo mientras subíamos.

Legado de poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora