Tentaciones Secretas

I

La luna llena brillaba intensamente en el cielo despejado, bañando la habitación con una luz plateada. Julie y Natty habían decidido pasar la noche juntas, como tantas otras veces, viendo películas y hablando de todo y de nada.

Julie, con su cabello anaranjado y ojos cafés, estaba sentada en la cama, mientras que Natty, de cabello negro y corto y ojos oscuros, se había acomodado en el suelo, apoyada contra la cama. Llevaban puestas camisetas sueltas y pantalones cortos, ropas cómodas para una noche tranquila.

La conversación había girado hacia temas personales, como solía suceder entre ellas. Natty miró a Julie, sus ojos reflejando la luz de la luna, y decidió arriesgarse.

—Julie, ¿alguna vez has sentido que... quieres algo más de alguien cercano? —preguntó Natty, su voz temblando ligeramente.

Julie levantó la vista de la pantalla y la miró, notando la seriedad en su tono.

—¿A qué te refieres, Natty? —respondió Julie, sintiendo una mezcla de curiosidad y algo más que no podía identificar.

Natty tomó una respiración profunda, reuniendo el valor para continuar.

—Quiero decir... ¿alguna vez has sentido que quieres estar con alguien, pero no solo como amiga? —sus palabras salieron lentamente, midiendo cada una de ellas.

Julie sintió su corazón acelerarse. Había imaginado este momento, pero nunca pensó que realmente sucedería. Sus manos comenzaron a temblar ligeramente mientras bajaba la mirada, nerviosa.

—Natty... —empezó Julie, su voz apenas audible—, sí, lo he sentido. Y lo siento ahora.

Natty se levantó lentamente y se sentó en la cama junto a Julie, acercándose un poco más. La tensión en el aire era palpable, y el silencio que las rodeaba era ensordecedor.

—Julie, siempre me has gustado más que una amiga. Desde que te conocí en la secundaria, siempre he tenido estos sentimientos por ti —confesó Natty, sus ojos brillando con sinceridad.

Julie la miró, sorprendida y aliviada al mismo tiempo. Sin decir una palabra, se inclinó hacia Natty y la besó suavemente en los labios. El beso fue tímido al principio, como una pregunta no formulada, pero pronto se intensificó. La habitación parecía desvanecerse, dejando solo a Julie y Natty envueltas en su propio mundo.

Las manos de Natty recorrieron el cuerpo de Julie, explorando cada curva y rincón. Julie se estremeció ante el toque de Natty, sintiendo que su piel se encendía bajo sus dedos. La ropa comenzó a desvanecerse, pieza por pieza, dejando al descubierto la piel desnuda y el deseo entre ambas.

Natty se inclinó sobre Julie, sus labios encontrando el cuello de Julie, dejando un rastro de besos ardientes. Julie arqueó la espalda, disfrutando cada caricia, cada beso, cada susurro de Natty.

—Eres hermosa, Julie —murmuró Natty, su voz ronca de deseo.

Julie respondió con un gemido suave, sus manos enredándose en el cabello de Natty. La urgencia en sus movimientos creció, llevándolas a un frenesí de pasión. La habitación se llenó de suspiros y gemidos, cada sonido un testimonio de su amor no confesado durante años.

El clímax llegó en una ola de éxtasis, dejándolas jadeando y abrazadas, sus cuerpos aún entrelazados. La luna seguía brillando a través de la ventana, pero la noche ahora tenía un significado diferente. Habían cruzado una línea, una que ambas sabían que nunca podrían deshacer.

Julie acarició suavemente la espalda de Natty, disfrutando de la cercanía y la intimidad que finalmente habían compartido. Natty levantó la cabeza y la miró, sus ojos llenos de amor y promesas no dichas.

—Te amo, Julie —dijo Natty, su voz suave y sincera.

Julie sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

—Yo también te amo, Natty. Siempre lo he hecho.

Y así, bajo la luz de la luna, Julie y Natty se quedaron juntas, sabiendo que su amistad se había transformado en algo mucho más profundo y eterno.