Sakura dio un ligero traspiés al ver a Naruto. Kiba Inuzuka aminoró el ritmo de baile. Se volvió hacia donde ella estaba mirando y descubrió el objeto de su atención.
-Ese es Naruto Uzumaki, el confederado que...
-Sé quién es. -Sakura apartó la vista de Naruto y miró a Kiba con una sonrisa-. Lo que sucede es que me sorprende verlo rodeado por esas personas -dijo en voz baja-. Creía que todo el mundo lo odiaba.
-No todo el mundo. Es una de esas personas a las que admiras u odias... Y supongo que tiene un estilo propio que a muchos de los hombres de por aquí les gustaría imitar.
-¿Estilo? ¿Te refieres a cómo viste?
-Sí, eso también... El modo en que hace las cosas. -Kiba sonrió con ironía-.Algunos hombres son así. Es difícil de explicar, y a decir verdad no entiendo la admiración que despierta, y menos aún sabiendo que hace poco más de tres años disparaba contra nuestros hombres.
-Bueno, en algún momento tendremos que olvidar quién disparaba contra nosotros y aprender a convivir unos con otros -dijo Sakura con aire ausente, echando miraditas por encima del hombro de Kiba a medida que ralentizaban el ritmo.
Resultaba extraño, incluso en Concord, ver a un hombre tan bien vestido como Naruto. ¿Quién podía permitirse por aquel entonces comprarse semejantes ropas? Su chaleco estaba hecho a medida y era de piqué blanco; le caía justo por debajo de la cintura de sus pantalones. Todo el mundo acostumbraba llevar holgados abrigos, pero el suyo era menos voluminoso, las mangas eran más ceñidas y los puños también.
Y en lugar de la falsa camisa atada con cintas anchas, que justo entonces estaba empezando a pasar de moda, Naruto llevaba una camisa almidonada, también a medida, y una estrecha corbata blanca. Su cabello brillaba: corto en las sienes y largo en la nuca, un nuevo estilo que hacía que los largos rizos que lucían los otros hombres en las sienes pareciesen una reliquia del pasado.
Menudo presuntuoso, pensó Sakura, irritada al constatar que no era la única mujer que se había fijado en él. Sabe que todas las mujeres del baile le están prestando atención... ¡y parece disfrutar de ello!, se dijo. No pudo apreciar el más mínimo atisbo de vergüenza o modestia en él.
Siguió bailando con Kiba, pero dejó de flirtear con él y sus movimientos se hicieron mecánicos. Minutos después volvió a fijarse en la mesa de los refrescos y vio que Naruto se había ido. Echó un vistazo a su alrededor y descubrió que estaba bailando... ¡con Ino! Entre todas las mujeres había elegido a Ino, que reía tontamente roja como un tomate, consciente de la atención que recaía sobre ella al bailar con un confederado.
Naruto tenía la mirada fija en ella, y aunque su rostro no evidenciaba expresión alguna, su boca dibujaba una sonrisa. La gente que los miraba no podía evitar una mueca de desaprobación, o bien chasqueaban la lengua, en tanto que la madre de Ino se movía inquieta en un rincón. Sakura observó cómo unían sus rubias cabezas al hablar. Se preguntó qué se estarían diciendo.
-Hace mucho calor aquí dentro, ¿no te parece? -le dijo a Kiba, percatándose en ese mismo instante de que todo el brillo de la noche había desaparecido para ella.
Él entendió de inmediato lo que pretendía decirle.
-¿Quieres que dejemos de bailar durante un rato?
-Por favor.
Kiba la llevó solícito al otro lado de la sala, y Sakura se escabulló al instante en uno de los tocadores para mujeres. Se pasó un pañuelo por la frente y las mejillas para enjugarlas e intentó recuperar la compostura.
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Amor, ven a mí (Adaptación)
Fanfiction1870, Massachusetts, Nueva Inglaterra. La élite de Concord está a punto de admitir a un nuevo miembro: la joven Sakura Haruno, una hermosa muchacha mimada en exceso por su padre. Parece tener todo muy claro en la vida: se casará con su amor de la in...