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Al quedar atrapada en una situación grave, te ves obligada a ver a una pandilla romperle la nariz a un niño y tal vez también algunos huesos faciales.
Si escuchas demasiado los sonidos y las imágenes, cierras los ojos con fuerza y empujas tu cara contra el pecho de Kaji, tu empatía es demasiado fuerte en este momento.
Kaji no se mueve, pero dice algunas palabras selectas al grupo detrás de ti antes de colocar sus audífonos a todo volumen sobre tus oídos y su chaqueta escolar encima de tu cabeza, bloqueando tu vista.
Apretando tus brazos y dándote una mirada firme, sale corriendo con sus amigos, agitando los puños.
Te quedas quieta, escuchando lo que ahora te das cuenta de que es tu lista de reproducción que has seleccionado cuidadosamente en tu aplicación de música favorita resonando en tus oídos.
Pasan unos minutos y Kaji vuelve a aparecer, tomando su chaqueta para volver a ponérsela. Luego pausa la música de su teléfono, toma los cascos y se los pone alrededor del cuello para poder hablar contigo sobre lo que acaba de pasar.
Sus asesores te siguen felizmente y toman algunas fotos furtivas de ustedes dos tomados de la mano para enviarlas al chat grupal del salón de clases más tarde.
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