El sol brillaba con fuerza cuando Ethan salió de su casa al día siguiente. A pesar de la tensión de la noche anterior, decidió seguir con su rutina diaria. Caminó hacia la universidad, tratando de distraerse de sus problemas.
Al llegar, se encontró con un grupo de amigos que charlaban animadamente. Sus risas y conversaciones contrastaban con la tormenta interna de Ethan. Entre ellos estaba Daniel, quien evitaba mirarlo directamente. La distancia emocional era palpable, y Ethan sintió un dolor en el pecho al ver cómo su amistad se había deteriorado.
Durante una pausa entre clases, uno de los amigos del grupo, Javier, comenzó a hablar sobre Liam, el famoso webcamer. Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Han visto a ese tal Liam? —preguntó Javier, con una sonrisa traviesa—. ¡Es increíble lo que hace! Es como si tuviera una doble vida.
Ethan trató de mantenerse calmado, pero notó cómo Daniel apretaba los puños, conteniendo su ira.
—Sí, lo he visto —respondió otro amigo—. Es un misterio cómo puede vivir así. Debe ser agotador.
Daniel no pudo contenerse más y se levantó bruscamente.
—¿No tienen nada mejor de qué hablar? —dijo con voz tensa, antes de alejarse del grupo.
Ethan aprovechó la oportunidad para seguirlo, sabiendo que necesitaban hablar. Al alcanzar a Daniel, lo tomó suavemente del brazo y lo llevó a un rincón más apartado, lejos de las miradas curiosas.
—Daniel, espera —lo llamó, con voz suplicante.
Daniel se detuvo, pero no se giró. Ethan podía ver la tensión en sus hombros.
—¿Qué quieres, Ethan? —preguntó Daniel sin mirarlo.
—Necesitamos hablar. No podemos seguir así —dijo Ethan, tratando de mantener su voz firme.
Daniel finalmente se giró, su mirada llena de dolor y confusión.
—¿Hablar de qué? —respondió con amargura—. ¿De cómo me mentiste todo este tiempo? ¿De cómo nunca confiaste en mí lo suficiente para contarme la verdad?
Ethan sintió que las palabras de Daniel eran como cuchillos clavándose en su corazón.
—No es tan simple, Daniel. Mi vida nunca ha sido fácil. Después de perder a mi madre y a mi abuela, quedé solo con mi padre abusivo. Hacer esos videos era mi única forma de escapar, de tener algo de control.
—¿Y eso justifica todo? —interrumpió Daniel—. ¿Justifica que me hayas ocultado algo tan importante?
—No —admitió Ethan, bajando la mirada—. Pero por favor, entiende que no sabía cómo decírtelo. Tenía miedo de perderte.
Daniel suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello.
—No sé si puedo seguir siendo tu amigo, Ethan. Todo esto es demasiado para mí.
Ethan sintió que una oleada de desesperación lo invadía.
—Por favor, no me dejes, Daniel. No puedo perderte también.
Daniel lo miró fijamente, viendo la sinceridad y el dolor en sus ojos.
—Dame tiempo —respondió finalmente—. Necesito procesar todo esto. Pero no prometo nada.
Ethan asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.
—Lo entiendo. Gracias por al menos escucharme.
Mientras tanto, Tomas estaba en su pequeña habitación, lidiando con su propia batalla. Las heridas de la última golpiza de su padre aún estaban frescas, tanto física como emocionalmente. Sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, y la falta de respuesta de Ethan solo empeoraba las cosas.
Tomas había conocido a Ethan en una de sus sesiones nocturnas, y lo que comenzó como una simple transacción se convirtió en una especie de refugio para él. A través de Ethan, había encontrado un escape a su dura realidad. Sin embargo, recientemente había notado un cambio en Ethan. Las sesiones ya no eran tan íntimas ni emocionantes como antes.
Miró su teléfono, viendo los mensajes sin respuesta y sintiendo una profunda soledad. Decidió salir a caminar, esperando que el aire fresco le ayudara a despejar su mente.
Al doblar una esquina, se encontró con un grupo de chicos de la universidad. Entre ellos, reconoció a Javier, uno de los amigos de Ethan. Tomas se sintió atraído por su conversación y decidió acercarse.
—Hola, ¿puedo unirme? —preguntó, tratando de sonar casual.
Javier lo miró con curiosidad y asintió.
—Claro, ¿qué tal?
Tomas se unió al grupo, sintiéndose un poco más animado por la compañía. Sin embargo, la charla rápidamente se desvió hacia temas que le recordaban su dolorosa realidad.
—Oye, ¿has oído hablar de ese tal Liam? —preguntó Javier, riendo—. Dicen que es increíble.
Tomas sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre.
—Sí, he oído hablar de él —respondió con voz temblorosa—. Es… interesante.
Javier continuó hablando, pero Tomas apenas podía concentrarse. Su mente estaba llena de pensamientos confusos sobre Ethan, su vida secreta y la reciente distancia entre ellos.
Finalmente, decidió despedirse del grupo y regresar a casa. Al llegar, se dejó caer en su cama, mirando el techo y preguntándose cómo había llegado a este punto. La vida parecía un laberinto sin salida, y cada paso que daba solo lo llevaba a más dolor.
Tomas vivía en un vecindario pobre, donde cada día era una lucha por sobrevivir. Su padre, un hombre amargado y violento, lo golpeaba constantemente, especialmente cuando estaba borracho. La falta de apoyo y comprensión en su hogar había llevado a Tomas a buscar consuelo en lugares oscuros y peligrosos.
Ethan, sin saberlo, había sido una de las pocas luces en su vida. Pero ahora, esa luz parecía estar desvaneciéndose, y Tomas no sabía cómo recuperarla. Sentía que estaba perdiendo el control, y cada día se hundía más en la desesperación.
De vuelta en la universidad, Ethan trataba de concentrarse en sus estudios, pero la preocupación por Daniel no lo dejaba en paz. Sabía que había cometido errores, pero también sabía que necesitaba seguir adelante, de alguna manera.
Las próximas semanas serían un desafío para todos, y Ethan solo podía esperar que, con el tiempo, las heridas comenzaran a sanar y pudieran encontrar una forma de seguir adelante, juntos o separados.
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Mascaras De Medianoche
Teen FictionEn el día, Ethan es un joven amable y trabajador en un Starbucks. Lleva una vida aparentemente normal y se esfuerza por cumplir con sus responsabilidades académicas. Sin embargo, por la noche, se convierte en "Liam," un exitoso creador de contenido...