Mi corazón es tuyo (MAFIN)

Capitulo 2

**Pov Fina:**

— Santa Virgen de la belleza. — Lo digo en un susurro casi inaudible, sintiendo una mezcla de nervios y expectativa.

— Perdón, ¿qué dijo? — La voz ronca y sexy de ella me saca de mi trance. Me siento un poco cohibida ante su mirada intensa, pero trato de mantener la calma.

— Oh, nada, nada, lo siento, me quedé pensando en otras cosas. — Digo, sonriendo nerviosamente.

— No se preocupe, tome asiento. Soy Doña Marta. — Su voz suena firme, pero hay una calidez que me da un poco de consuelo.

— Oh, sí, gracias, un gusto. — Respondo, intentando sonar más segura.

— Me permite sus papeles, por favor. — Dice, y la ansiedad me inunda.

— Oh, sí, claro. — Le paso un sobre amarillo con los pocos documentos que salvé del incendio. Mi corazón late con fuerza mientras pienso en todo lo que he perdido.

— En verdad, ¿sólo me entrega un acta de nacimiento y su identificación? — Su ceño se frunce, y eso me asusta y me gusta a la vez. Hay algo en su mirada que me intriga.

— Verá, es que el pequeño cuarto en donde vivía hace poco se incendió y perdí la mayoría de mis papeles. — Mi voz suena un poco más baja mientras explico.

— Lo lamento, entonces hagamos la entrevista solamente. Dígame, Fina Valero. — La interrumpo antes de que siga hablando.

— Dígame Fina, nada más. — Digo con una sonrisa nerviosa.

— De acuerdo, Fina. ¿Qué experiencia tiene con los niños? ¿Tiene conocimientos pedagógicos? ¿Cuántos idiomas habla? — Sus preguntas son directas, y siento la presión de responder correctamente.

— Pues tengo experiencia cuidando niños. He cuidado al pequeño hijo de mi amiga Carmen, y en el orfanato, también cuidaba a los pequeños. Tengo mucha paciencia con ellos y en verdad me gusta convivir con niños. Ammm, ¿pedagógicos? Pues verá usted, yo no tomé nada de alcohol. Idiomas manejo el español, el inglés, yes yes, el francés, oui, el chino, shi, y también le entiendo al italiano, parle italiano. Jeje. — Miento un poco en la última parte, pero es que Doña Marta me está mirando de una manera que me aterra.

— ¿Segura que es profesional? — Su voz suena escéptica, y eso me hace sentir un poco insegura.

— Por supuesto, of course. — Respondo con una sonrisa forzada, tratando de demostrar confianza.

— Dame unos minutos, espérame afuera. En un momento te daré mi respuesta acerca de tu puesto. — Dice, y el tono de su voz no me da mucha esperanza.

— Claro, con permiso. — Eso no sonó nada bien, y me siento un poco desanimada mientras salgo a la sala y me siento en uno de los sillones enormes.

— Le tra-traeré un va-vaso de agua. — dice Damián, el ama de llaves, mientras se acerca a mí, y su tartamudeo me hace sonreír.

— Gracias, Damián. — Suspiro y le mando un mensaje a Carmen, diciéndole que dudo mucho que me contraten.

Siento una mirada observándome. Entonces vuelvo la vista hacia los demás sillones y veo a una pequeña y adorable niña rubia escondida entre ellos. Me acerco a ella con una sonrisa enorme, sintiendo que un calor en mi pecho se aligera.

— Hola, corazón, qué bonitos ojitos tienes. ¿Cómo te llamas? — La niña no me responde, luce muy tímida, y mi corazón se quiebra un poco por ella.

— ¿Te comió la lengua el ratón? Bueno, entonces yo primero te digo mi nombre. Me llamo Fina, como "fina", Fina con F de fuego. — La niña se acerca más a mí y me sonríe.