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Lo qué un día fué

[•••]

ACE

Me sentí pesado, mis párpados pegados por completo qué no podía abrirlos, no tenía la fuerza y voluntad necesaria como para poder abrirlos.

"¡Ace!" Me estremecí al ser llamado. "¡Ace!"

Traté de mantener la calma mientras me forcé para poder abrir mis ojos. Lo conseguí y como castigo, mis ojos vieron la luz que se tuvieron que abrir y cerrar hasta que podía ver qué estaba en un campo lleno de flores.

Pasto verde a lo lejos, un sol presente con nubes tratando de ocultarlo, el viento balanceaba en paz a las plantas y los grillos tocaban al son del balanceo.

Parecía un paraíso.

"¡Ace!" Al ser llamado por tercera vez con un tono amable, no podía quedarme con la duda de saber quién es la loca que podía siquiera acercarse a mí.

Al verla acercándose a mi, una mujer con un vestido largo blanco y sus cabellos negros desamarrado traían una corona de las mismas flores que estaban cercas.

No tenía una arma entre sus brazos extendidos, no me miraba con odio, más bien lo hacía con amor. No parecía acercarse a mí para tan solo lastimarme.

"¿Porque no me contestabas?" Se detuvo justo a unos cuantos pasos de mí. "¿Acaso estás enojado conmigo?". Se inclinó con una sonrisa. "Eres muy lindo si estás así de calladito".

Extendió sus brazos hacia mi torso y simplemente fui prisionero de su abrazo...me estaba dando un abrazo.
Se sentía cálido... hacía cuánto tiempo había dejado de sentir esta calidez en mi pecho.

"¿Pasa algo?" Me soltó lentamente y pude ver su rostro, al verme, sus cejas se alzaron y sus labios se fruncieron.

Hacía tiempo había dejado de querer y necesitar compañía, ahora, al sentir sus cálidas manos colocarse en mis mejillas y sus dedos pulgares limpiar mis lágrimas con sus pulgares con suavidad. sentí algo dentro quebrarse.

"No estás solo, estoy aquí contigo, Ace". Susurró en mi oído para darme un beso en la mejilla.

Me quebré, las lágrimas que tanto había guardado para mí, durante mucho tiempo, estaban saliendo sin control.
Lo abrazó de nuevo de una forma cálida.

No me importaba si no la conocía, acerqué mis brazos hacia ella y la atraje hacia mi, quería volver a sentir la calidez a la cuál había necesitado todo este tiempo. Quería dejar de sentirme solo.

Al sentirme tan bien, las palmaditas que me daba en la espalda, poco a poco me fueron calmando y me entró unas ganas enormes de cerras los párpados.

Fué así, como después de tanto luchar por mantenerlos abiertos, con pesar, los cerré por completo.

[•••]


El sonido de las olas chocar contra la costa era acompañado con la brisa qué meneaba las hojas de los árboles tropicales de un lado para otro.

Un pelinegro pecoso, abrió los ojos que abundaban las lágrimas y se reincorporó en su asiento en el que había estado reposado.

"Vaya que te has dormido por mucho tiempo". Pronunció con un poco de gracia estando detrás del pecoso quién le dió un escalofrío en su espalda desnuda. "Ya hasta me había preocupado si aún respirabas".

Rápidamente el pecoso se limpió las lágrimas acumuladas y se dió una torcida de cuello para mirar al dueño de la voz que le resultaba malditamente conocida, al verlo, se le escapó todo el oxígeno de sus pulmones.

"Vamos no te quedes ahí, es tu fiesta de cumpleaños después de todo...los chicos andan haciendo un desastre allá adentro".


"Deuce..." Susurró.

La persona que estaba alzando la ceja por extrañés, era su primer nakama, quién había muerto hace mas de dos años.


[Continuará...]

Efímero - Portgas D. AceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora