Nieve

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Inuyasha se sentía desubicado, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Lo último que recordaba era estar con sus amigos. Él estaba al lado de Kagome mientras ella hablaba con Sango, Miroku dormitaba recargado sobre un árbol y Shippo estaba acurrucado junto a Kirara. ¿Pero ahora? Inuyasha se encontraba en medio de la nada, parado encima de la nieve, tan fría que podía sentir cómo quemaba sus pies desnudos. La niebla que lo rodeaba era tan densa que no podía ver más allá de un par de metros a la distancia; daba la impresión de estar en un cuarto blanco sin poder ver ni escuchar nada a su alrededor.

Desconcertado, tanteó a su costado buscando a Colmillo de Acero, pero no logró encontrarla. Rebuscó desesperadamente por todo su cuerpo, tanteando su ropa e incluso removiendo la nieve a su alrededor, pero simplemente no aparecía. En su lugar, capas y capas de nieve infinita comenzaban a surgir, aumentando su desesperación. ¿Qué estaba pasando? Por primera vez en mucho tiempo se sintió asustado, desprotegido. Se encontraba en un lugar desconocido y su espada, e incluso su collar de dominación, habían desaparecido.

Se removió nervioso en su lugar, sus pies ardían por el frío y estaba seguro de que después tendría quemaduras por la nieve. Suspiró, su mano sujetó suavemente sus clavículas, acarició su cuello y nuca por detrás de su cabello. Fuera de todo lo extraño del lugar, de los nervios y la ansiedad que comenzaba a sentir, había algo bueno. El collar que la anciana Kaede le había puesto no estaba y se sentía extraño; hacía casi ya un año que lo llevaba, prácticamente el mismo tiempo que llevaba despierto y también el tiempo que llevaba conociendo a Kagome. Para ser honestos, con el tiempo se había acostumbrado a llevarlo y ya no le suponía una molestia, sin embargo, en ese instante, sin el peso de las perlas y los colmillos, sintió una sensación de libertad que no sabía que extrañaba.

—¿Quién eres? —su cuerpo brincó de la impresión cuando una voz suave y débil resonó en el lugar. Sus orejas se alzaron y de inmediato identificó el origen de la voz.

Giró bruscamente sobre la nieve y se preparó para atacar, su cuerpo rígido y entumecido por las ansias, sin embargo, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a una chica envuelta en un kimono demasiado grande para ella.

—¿Quién eres? —repitió ella. Su rostro estaba demacrado, demasiado pálido y con ojeras enormes que la hacían ver muerta.

Él la miró, sin poder analizarla gracias a la espesa niebla que le cubría la mitad del cuerpo.

—Bastarda… ¿Tú quién eres? ¿Eh? —su tono brusco la alertó. Ella se encogió sobre sí misma y retrocedió algunos pasos, quedando completamente escondida entre la niebla—. ¡Hey! —gritó con fuerza al verla desaparecer.

Él quiso avanzar hacia ella, pero sus piernas no se movieron. Miró a sus pies y los vio hundidos hasta el tobillo en la nieve, ya no podía sentirlos. Gruñó y comenzó a sacudirse con fuerza, pero entre más se movía más parecía hundirse.

—¿Cómo entraste aquí? —la voz de ella vibró por todo el lugar, como si de repente se hubiera fusionado con la niebla. Ella se oía cohibida, casi asustada—. Deberías irte, si te quedas más tiempo… ya no podrás salir.

Inuyasha se crispó, la nieve ahora casi alcanzaba sus rodillas y poco a poco empezaba a dejar de sentir sus piernas. Sentía su corazón palpitar con fuerza contra su pecho y su respiración volviéndose cada vez más pesada.

—¡Oye! ¡Espera! No sé cómo llegué aquí, ¡mucho menos sé cómo! —Su mirada iba de un lado a otro, buscándola.

La nieve subía lentamente, o tal vez era él quien se hundía. La niebla comenzaba a acercarse más a él, volviendo el aire pesado y amargo, limitando su visión y molestando su nariz.

—Tienes que salir —su voz sonó más fuerte, pero claramente aún podía notar el miedo en su voz—. ¡Ahora! —el grito lo alertó, sus orejas cayeron sobre su cabeza—. ¡VÉTE!

Inuyasha abrió los ojos de golpe, su cuerpo se levantó por sí solo y, por mero reflejo, se aferró a su espada. La familiar sensación del mango de colmillo de acero lo calmó ligeramente, aunque no lo suficiente para ignorar el latido acelerado de su corazón en su pecho. Sus manos temblaban ligeramente, el sudor frío recorría su cuerpo y aún podía sentir el frío que penetraba y entumecía los huesos de sus piernas. Se preguntó con desconcierto: ¿Qué demonios había pasado?

SHOGANAI || Inuyasha X Fem OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora