El comienzo. (DOS)

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Cuando llegue al edificio Tom me esperaba en la puerta.

Aunque apenas estuviera cruzando la calle, vi que tenía una playera blanca. Y que sus músculos se notaban a lejos. Estaba en muy buena forma. A mí me encantaba besarle el abdomen y él amaba mi cuello. Decía que era perfecto. Sus brazos musculosos y grandes me encantaban. En especial aquella tarde en la playa en que fui a comprar helados, y cuando regrese, mi novio estaba rodeado por tres chicas

sexys. Recuerdo que ese día salí corriendo hasta donde estaban y le di un beso tan apasionado a Tom que las chicas se fueron, y una dijo: "buen día, chicos". Después, me devolvió el beso, me dijo que no lo celara y me cargo en sus brazos toda la tarde.

Ya cruzada la calle salí a su encuentro y le di besos hasta que la boca se me reseco. Quise lamerme los labios pero pensé que era hora de subir a su casa.

Llegamos al ascensor y había una niña de más o menos siete años. Tom me hizo señas para que me acercara para poder besarnos. Pero le dije que no con el dedo índice. Él giro los ojos y se recostó del ascensor.

La niña nos miró a los dos y murmuro algo como: "Que asco"

La niña se bajó del ascensor en el segundo piso.

Luego Tom me empujó hacía un lado del ascensor y empezó a besarme muy salvajemente. Yo le devolvía los besos muy plácidamente. Pero él era veloz y de repente tenía una mano en mi rodilla, luego subió hasta mi muslo, y lo acariciaba.

Estaba casi segura que estábamos en el piso seis. Tom vivía en el piso once. Ese era el último piso.

-Tom... Basta Tom... ¡Basta!.-dije empujándolo.

El perdió el equilibrio y me miró.

-¿Qué sucede?

-Puede entrar cualquiera y vernos. No quiero que tus vecinos hablen de ti. Y menos de mí.

-Ok, lo que quieras. Guardaremos esto cuando entremos a casa.-dijo giñándome un ojo y lamiendo su labio inferior.

Yo negué sutilmente con la cabeza como diciendo: "No tienes solución".

El ascensor llego y salimos. Caminamos hasta su puerta y saco su llave del apartamento. Iba a meter la llave en la cerradura cuando se detuvo y me miro.

-No hagas mucho ruido. Mi madre está enferma.

-¿Qué? ¿Me hiciste venir con Rousie enferma? Pero... ¿por qué lo has hecho? Sabes que siempre que vengo quiere cocinarnos. No quiero que lo haga si está enferma. Lo mejor es que me valla.

Di media vuelta y el me sujeto el brazo. Me volví y había una expresión divertida en su rostro.

-Bueno creo que... no está del todo enferma... es sólo que... creo que está en esos días. Tú sabes de lo que hablo, las mujeres y esa cosa que no se sabe si es un don o una maldición.

Puse cara de sorprendida.

-¿Tu madre?

-¿Por qué te sorprendes? Vamos, mi madre no es tan vieja... le faltan algunos años para la menopa...

-Entremos.-dije impaciente.

Abrió la puerta y pase.

El apartamento estaba ordenado y muy limpio. Lo único que sobresalía eran envolturas de chocolate en el suelo.

Sí, Tom tenía razón.

Me senté en el sofá y Tom abrió la nevera y saco dos Coca Colas. Lo mire y sonreí.

Se sento a mi lado y cuando estaba a punto de besarlo salió del pasillo la señora Rousie y dijo:

-Hijo...- me miro sonrió y me saludo con la mano.- Perdonen que los interrumpe. ¿Quieren algo de comer? Unas palomitas ¿quizás?

-Claro mamá, gracias.

-Gracias Rousie.

Se fue a la cocina con su bata de baño rosa y su cabello rojo teñido hecho un desastre.

La madre de Tom se había ido a dormir, eran las diez y treinta y tres de la noche. Ya habíamos visto tres películas. Tom y yo estábamos enrollados en el mueble, besándonos,

acariciándonos, y riendo de las cosas que no veíamos en la película por estar distraídos.

Las palomitas se habían acabado y sólo quedaba saborear nuestros labios y nuestra piel.

Suena mi celular. Me despego de Tom, quien hace una mueca. Lo saco de mi bolso. Tengo un mensaje de Leonard.

Hola, ¿Estás en tu casa?

Hola leo, no, aún no. Estoy en casa de tom.

Pongo el celular en la mesilla y me acurruco en el brazo de Tom. Mientras el me abraza y me besa los hombros con ternura.

Vuelve a sonar el teléfono. Pero antes de cogerlo lo hace Tom.

-¿Qué paso con lo de la confianza?

-Nada.-dijo él.- sólo que estamos tranquilos viendo la película y este celular no deja de sonar. Yo lo arreglo, tranquila. No quiero que nos molesten.

-Pero si ni siquiera la estamos viendo de verdad. Sólo estamos...

-Haciendo cosas de enamorados. Ya cálmate, tesoro. Ya lo arreglo.

Teclea unas cosas en mi celular y lo vuelva dejar allí.

-¿Qué hiciste?

-Nada, cálmate y disfruta, amor.-dice él.

Nos acurrucamos viendo la película que no entendemos por no ver el principio.

Después de un momento me siento intrigada por lo que le hizo a mi celular. Quiero alcanzarlo pero no me deja. Hasta que lo intento demasiadas veces y la bomba estalla.

-¡Ya deja el celular!

-¡No! Quiero saber que hiciste. ¿Por qué no me dejas ver?

-No quiero.

Me levanto del sofá y lo alcanzo antes que él. Quiero ver todo pero recibo una llamada de Leonard.

-Ven a la calle rosales. Ahora mismo.

-¿Qué? ¿Qué pasa Leonard?

-Estoy esperándote, Muévete.

Y colgó.

Lo que oculta mi sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora