Cuando era niño, me gustaba una chica; Hinata Tachibana, es muy linda, amable y delicada como una flor, cuando regresábamos juntos de la escuela a nuestra casa, solo pensaba que sería una buena esposa, cualquier hombre sería afortunado de tenerla, casarme con ella era uno de mis objetivos que quería lograr en el futuro y así fue, me case con ella a los 20 años, actualmente, soy presidente de la empresa, soy muy precavido y desconfiando a la hora de contratar un asistente, así que contraté a hanma, el único amigo que tengo desde que tenia 13 años. El hace muy bien su trabajo, incluso algunos hombres le tienen envidia por qué las chicas se han peleado por tener su atención y que se acueste con ellas, incluyendo mi secretaria que se le insinúa, incluso cuando yo estoy presente.
Hace dos años que me había casado con Hinata, con la chica que veía como amor platónico, algunas personas envidian nuestro matrimonio, y soy feliz por ello, al vernos como la pareja perfecta, pero en todas las parejas hay problemas y diferencias, y mi matrimonio no es la excepción, yo soy activo pero Hinata no, y soy comprensivo con ella, no la obligó a hacerlo, y le digo que no hay ningún problema.
Estaba por irme de viaje de negocios a otro país por unos días, le pedi a hanma que hiciera las reservaciones mientras yo preparaba todo para la conferencia. Una noche antes hice las maletas y al día siguiente paso mi chófer para llevarme al aeropuerto, al llegar hanma ya estaba ahí, sabe perfectamente que no me gusta la impuntualidad, al llegar al hotel, me fui directo a mi habitación y hanma se fue a pasear por la ciudad. Al día siguiente tuvimos la junta y nos retiramos, entramos al hotel y yo a me iba a mi habitación, pero hanma insistió en qué fuéramos a un bar.
—te e notado muy pensativo - dijo en cuanto nos sentamos en la barra.
—no es nada - dije tomando una copa, pedi otra y después otra.
—si no fuera nada, no tomarias de esa manera - dijo viendo como ya había tomado más de tres veces.
—¿Tu pagas no? - pedí una botella y cuando me la entregaron salí del bar.
Hanma rápidamente pago y fue atrás de mi, mientras estaba en el elevador bebía de la botella que ni siquiera se cómo lo abrí, salí del elevador y fui a mi habitación dejando la puerta abierta, cuando me senté, hanma había entrado y cerró la puerta, para cuando volteo y camino hacia mi, ya había acabado la botella, se sentó en la cama y se quedó callado unos segundos, para este punto el alcohol ya me estaba haciendo efecto, sintiéndome mareado.
—¿Problemas con Hinata?
Podría engañar a todo mundo menos a hanma, el sabe cuando estoy fingiendo felicidad o cuando disimulo mi enojo, y se que si lo evitó, me va a seguir insistiendo hasta que le diga mis problemas, con hanma puedo estar vulnerable sin ningún problema, me hace sentir tranquilo, y siendo sincero si hay algo que me tiene pensativo, dudaba si decirle o no, pero al estar borracho solo hablé.
—no e cojido desde hace tiempo
Hanma me miró sorprendido pero luego se empezó a reír, eso me hizo enojar un poco, siempre que le cuento mis problemas, actúa serio y me hace sentir tranquilo pero está vez lo tomo como burla, estaba apunto de decir algo cuando paro de reír pero se acercó, tomo la botella vacía y la puso en la mesita de alado.
—eso se puede arreglar.
Me quitó la corbata y me agarro de las muñecas, luego las junto, estaba ebrio pero consciente, viendo atento lo que hanma hacia, paso la corbata por debajo de mis muñecas y las ato. Paso un brazo por debajo de mis piernas y la otra por mi cintura, me cargó y me llevo a la cama, no ponia resistencia, solo observé su rostro, cuando sentí el colchón observé mis muñecas atadas, hanma estaba enfrente mío quitándose la camisa, debió ser por la ebriedad que no quitaba mi vista de su cuerpo tonificado, la última vez que lo vi sin camisa, estaba más delgado y no tenía lavadero. Sentí que mi vista se estaba nublando cuándo hanma se subió a la cama y así como por arte de magia, los dos estábamos desnudos, yo era un mar de gemidos mientras hanma me daba como cajón que no cierra, ya no tenía las muñecas atadas, dejaba que hanma hiciera lo que quisiera hacer con mi cuerpo mientras me aferraba a su espalda aruñandolo.