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—!Naira, pasámela! ¡Estoy solo! ¡A tu izquierda!

Mierda, qué hago ahora.

Rápidamente conseguí hacerle un caño a uno del equipo rival y seguí vía libre hasta el área, mientras corría sin parar.

—¡Naira, deja de presumir tu talento! ¡Pasa el balón!

Seguí corriendo sin detenerme ni un solo segundo mientras que me disponía a chutar el balón hasta que me tropecé con lo que seguramente fuera una pequeña piedra y caí al suelo en plancha.

"¡Piii!" escuché del silbato del árbitro mientras yo seguía tirada en el suelo, hasta que vi como un chico rubio se acercaba a mí y me agarraba de los brazos para sacarme del campo.

Leo, mi mejor amigo, y un compañero más de mi equipo me ayudaron a sentarme en el banquillo hasta que vi como mi entrenador se acercaba a mí, parecía enfadado.

—Entrenador, por favor, no le digas nada malo, ella a lo mejor solo estaba...—Leo quería continuar la frase pero mi entrenador simplemente le hizo una seña para que se callara y así hizo él

—Dejadnos solos, seguid con el partido, sal número 14.—respondió mi entrenador bruscamente

Vi como todos se iban corriendo y el partido continuaba, cuando volví a alzar la cabeza solo me crucé con sus ojos, los cuales ponían la piel de gallina a cualquiera.

—¿Se puede saber que pasa contigo?—preguntó enojado

Yo simplemente bajé la mirada y no respondí, pero él rápidamente dio un pisotón en el campo y volvió a preguntar.

—¿Me vas a responder, Naira?

—Yo... yo solo... simplemente yo...—murmuré aún sin mirarle

—¿Tú? ¿Tú qué?

—Simplemente yo...—no pude evitarlo y comencé a llorar—Pensé que podía llegar...

—Esta no es la primera vez que pasa esto Naira, y sé perfectamente que no será la última.

—Puede que tengas razón, señor.

—Mhmm...—susurró mientras se agarraba la cara—Naira, quedan 21 minutos de partido y necesitamos remontarlo, lo siento, pero no puedo sacarte.

—Lo... lo entiendo.— hablé en voz baja avergonzada

—¿Cómo tienes la pierna?

—Está perfectamente, simplemente ha sido una tonta caída, habrá sido una piedrecita o algo.

—Eso te lo puedo llegar a creer, pero, si Leo te estaba pidiendo el balón, era por algo, ¿lo entiendes, no?

—Si, señor.

—Toma, échate esta pomada para el arañazo.—dijo mientras me entregaba una pequeña manta

—Gracias, señor.

El partido continuó intenso, para mi alivio, Leo consiguió meter un gol de córner, pero conseguir un 2-3 fue imposible y el partido acabó empatado.

ᴛʜᴇ ʙᴏʏ ɪꜱ ᴍɪɴᴇ - ʏᴏꜱᴏʏᴘʟᴇx ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora