Única Parte

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¿Por qué no hiciste nada para salvarme?

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¿Por qué no hiciste nada para salvarme?

¡¿Por qué lo hiciste?! No lo merecía...

Killer se despierta.

Es con sudor frío que se despierta. Se remueve entre sueños hasta que abre los ojos. Siente la necesidad de cerrarlos de nuevo. Cree que no ha descansado nada, no cuando sus párpados se sienten tan pesados. Considera dormirse de nuevo, pero sabe que mientras haya despertado, no podrá dormir otra vez.

Se endereza y sus brazos casi se rompen bajo su peso, le saca una sonrisa aguda y fría el ver cómo está tan débil. Se levanta de la cama que se siente como lija en su piel y con pasos tambaleantes, casi resbalándose, observa su yo reflejado en el hielo y se le escapa una mordaz burla por lo que ve. Piel blanca enfermiza, ojeras por debajo de los ojos, cabello despeinado, Killer parece haber visto días mejores; está tan pálido como una hoja de papel. Parece un fantasma.

Por detrás suyo escucha un resoplido amortiguado, casi se podría haber pasado por alto si Killer no estuviera acostumbrado a escucharlo. No tiene que mirar hacia atrás para saber quién es.

—Ey, vamos a comer algo, ¿de acuerdo? —dice, y sin esperar respuesta se apresura a la pequeña zona en donde tiene sus hornos y con manos ágiles y rápidas, cayendo en un trance, se dispone a cortar las verduras y sazonar la carne en movimientos metódicos y prácticos.

El aire frío le lame las mejillas y hace que se le despeine más el cabello.

En todo momento siente como unos ojos le queman el cráneo, sin despegar nunca su vista.

▬▬▬

—Ahí va.

Killer deja caer dos platos de comida caliente en los dos lados de la mesa. Es algo sencillo, carne asada y patatas cocidas. No tiene la energía para hacer algo más. Killer, casi con saña, clava el tenedor en la carne y la despedaza en pequeños trocitos para después metérselos a la boca y masticar.

Saborea la carne, como no está tan bien sazonada y piensa que nunca ha sido un excelente cocinero, eso era el trabajo de Rich. Pero ahora que ya no está, supone que tiene que apañárselas solo.

Alza su mirada vacía y cansada y observa como su invitado no come nada.

El invitado flota en la silla, su mano apoyada en su barbilla en un signo de aburrimiento. Tiene puesto un traje de metal negro rematado con un casco del mismo color que tiene un vidrio circular en el centro, parpadea entre rojo y azul en intervalos variados. Nota con ojos entrecerrados como los cables que mantiene conectado a su espalda flotan, mostrándose a veces.

—Deberías comer, ¿sabes? —menciona casualmente mientras mantiene el tenedor en el aire, apuntándolo.

—No puedo —dice el otro hombre—, ya sabes porqué.

Omni | KillerrichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora