Sin Respiración

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Nota de la autora: Al ser un Oneshot es un relato corto y por lo tanto no tiene continuación. Atentamente: Lizmont913

Era una mañana como cualquier otra, en una gran ciudad, por las calles del centro venia caminando una chica veinteañera, bajita, blanca como la nieve, con sus curvas muy bien definidas, unos ojos grandes de color verde, una nariz respingada y pequeña, adornada por unas cuantas pecas, su cabello rubio y rizado lo llevaba corto hasta los hombros, vestía su uniforme de enfermera, llevaba su mochila colgada, y en una mano un café

Mientras caminaba pensaba si algún día el amor llegaría a su vida

En esa misma ciudad, por la misma calle venia un joven apuesto de 25 años, alto, fornido, con su nariz recta perfecta, cabello largo recogido en una coleta, y con unos ojos de color azul, un azul tan profundo como el mar, vestía un traje en color gris.

Y el al igual que nuestra chica veinteañera pensaba en el amor. Tan distraídos iba uno como el otro que chocaron, derramándole el café sobre ella

- Señorita, lo siento mucho – dijo el mientras él le daba la mano para ayudarla a ponerse de pie

-Al contrario, fue mi culpa, venía distraída y no lo vi – dijo ella mientras se sacudía

Levanto la mirada y se topó con un par de ojos azules y una sonrisa, ella tomo la mano del extraño y se puso de pie

-Quisiera compensar el café que te derrame – dijo el sin soltarle la mano

-¿Cómo? – dijo ella sonriendo

-¿Aceptas que te invite un café? – dijo el sonriéndole de lado

-Sí, claro, por cierto, me llamo Candice White, pero todo mundo me dice Candy – dijo ella sonriendo

-Un placer Candy, mi nombre es Terruce Grandchester, pero me dicen Terry – dijo él, tomo su mano y le beso el dorso

3 años después

-Terry, amor ¿dónde estás? – decía Candy, entrando en el departamento que compartía con su novio

-Estoy aquí pecosa – dijo él desde la cocina

-Sabes que odio que me llames pecosa – dijo ella mientras se lanzaba a los brazos de su amado novio

-No te enojes preciosa, sabes que te amo, con cada una de tus pecas – dijo él, y antes de que le contestará la beso

-Pecosa, amo lo entregada que eres, en todo – dijo él mientras la cargaba

Cuando te entregas,

Entre caricias y suspiros me desvelas.

-Yo también te amo, mi chiquillo arrogante – dijo ella sonriéndole a su amado

-Candy, el día que te conocí, jamás imagine que esa chica a la que le derramé el café sería la mujer más bella, apasionada que me haría sentir que puedo tocar el cielo

Con tu belleza y tu pasión me elevas,

Me siento en el cielo.

-Yo tampoco imagine, que el tipo torpe sería el amor de mi vida- dijo ella, y antes de que pudiera decir otra cosa. Terry tomo los labios de su pecosa

-Te amo Candy – dijo él, en el momento que se separaron para tomar aire

-Yo igual Terry – dijo ella recargándose en su pecho

Te amo y me pierdo,

En el rincón o en el espacio más pequeño

Ahora fue Candy la que tomo los labios de su arrogante, de besos tiernos y dulces, se convirtieron en apasionados y llenos de pasión, terminaron en el sillón amándose, marcando sus cuerpos con un te quiero

En tu figura están las huellas de mis besos

Marcando un te quiero

Y me llenas de bendiciones que me das en tus caricias.

-Terry, hoy aprendí algo nuevo – dijo ella, mientras acariciaba su pecho desnudo

-¿Qué aprendiste pecosa? – dijo el jugando con sus rizos

-Aprendí a decir te amo en italiano – dijo ella, mientras se levantaba para verlo a los ojos

-¿Y cómo se dice? – dijo el viendo al ángel que tenía en la tierra

-Ti amo – dijo ella, para después darle un beso en los labios

-No importa en el idioma que me lo digas – dijo él sonriéndole

- ¿No? – ella pregunto algo extrañada

-Me fascina que me lo digas, sea en inglés, francés, chino, japonés o portugués – dijo él mientras la abrazaba

-¡Tonto! ¡Me asustaste!- dijo ella, dándole un pequeño golpe en el hombro, sacándole la lengua

Esos momentos y sus gestos era lo que más amaba de ella

Me fascina con el idioma

Que me dices que me amas.

Con la sonrisa o cualquier

Gesto que me hagas,

Me llenas de luz...

Y así eran los días en la vida de estos dos, llenos de amor, comprensión, apoyo, se amaban con todo su corazón, incluso había días en los que no se necesitaban decir nada, solo con una mirada, entendían todo

Me enloquece, cuando el silencio

Nos invade una vez más

Al ver tus ojos nuestra cama

Es la señal, me gustas tú entrega

El tiempo paso y nuestros tortolitos se casaron, en su noche de bodas, después de entregarse al amor una y otra vez, se quedaron despiertos para ver el amanecer y así enredados en la cama

-Candy, quiero decirte algo – dijo él, susurrándole al oído a su ahora esposa

-Dime amor – dijo ella abrazándolo

Las noches más bellas las tengo contigo
Cuando me dejas, sin respiración...

Después de decirle eso, se besaron, para quedarse así, igual de enamorados toda su vida.




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