Capítulo 1

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El día en que Brenda conoció a Elisa, la menor no la había mirado, ni escuchado, ni siquiera un segundo, por más que la mayor la había saludado con suavidad, Elisa no se encontraba conectada al mundo ese día.

-Oh, ella es mi hermana menor. -había dicho Sebastián, él tenía otro hermano además de Elisa, Dylan, pero no se encontraba en la casa en ese momento- Tiene autismo, no te va a hacer caso.

Ese día, Brenda tenía dieciséis años, y Elisa tenía catorce, su estado aún estaba en un autismo severo, estaba en su mundo la mayoría del tiempo, y la única persona que reconocía completamente era a su madre, y otras veces a Sebastián y a Dylan, aunque también los ignoraba de vez en cuando.

Algo que Sebastián le explicó después es que Elisa era adoptada, había sido abandonada una y otra vez, primero por sus padres biológicos y después por sus otros hogares, nadie sabía cómo tratarla y Elisa cada vez se había vuelto más cerrada en sí misma, cada vez confiaba menos en las personas y cada vez su autismo empeoraba un poco más.

Con el paso del tiempo, y con las visitas a la casa de su mejor amigo, Brenda comenzó a observar a Elisa con mayor y mayor curiosidad.

Debía de admitir que la menor era muy tierna.

Tenía el cabello de un color castaño, y lo llevaba bastante largo, era difícil cortarlo porque no le gustaba, así que solo esperaban a que ella no lo aguantara y dijera que lo quería distinto.

Le gustaban las estrellas, tenía pósters de constelaciones por todo su dormitorio, junto con libros de astronomía.

También le gustaban las cosas con brillos, porque para ella parecían estrellas también.

Su color favorito era el morado y solía coleccionar cosas de ese color, y su programa favorito era "El Universo" que pasaban en un canal de ciencias, también le gustaban algunas películas de ciencia ficción pero que no tuvieran mucha violencia, Elisa odiaba la violencia.

Casi nunca hablaba, incluso cuando parecía hablar sola, no hacía ni un ruido, era prácticamente muda.

Brenda había conocido a Elisa en muchos aspectos, sin que Sebastián le dijera nada, y sin que Elisa la hubiera notado a su lado siquiera una vez.

Sebastián no era de pasar mucho tiempo con Elisa, no la odiaba, no le caía mal, no era malo con ella, es sólo que nunca había logrado conectar con la menor del todo, así que intentaba pasar poco tiempo, y enfocarse en otras cosas, solía evitarla también, principalmente en los momentos dónde sentía no tener paciencia para nadie o cuando se molestaba.

Y fue un día donde Sebastián estaba especialmente molesto, porque su celular nuevo había desaparecido, Brenda estaba con él y negaba haberlo escondido en forma de broma, en que Elisa conoció a Brenda finalmente.

Fue cerca de dos años después de que Brenda conociera a Elisa, la mayor tenía dieciocho y la menor dieciséis.

Mientras el pelinegro buscaba por toda la casa con cara de que iba a matar a alguien, a Brenda se le ocurrió la brillante respuesta a los diez minutos de empezar el drama por el celular perdido, y comenzó a buscar a la menor por toda la casa, hasta encontrarla, en su cuarto, con el celular de Sebastián entre sus manos.

Vió con una sonrisa como jugaba con la funda de este, era de color morado oscuro, tenía agua y brillos flotando en esta, Sebastián era un idiota si creía que Elisa no se quedaría con la funda y el celular incluido.

Con algo de nervios, se agachó frente a ella, para hablarle por primera vez.

-Eli, eso no es tuyo -los dedos de la menor se detuvieron, supo que la había escuchado, estiró sus manos hacia el teléfono y lo tomó con suavidad, sin hacer fuerza, sólo apoyando sus dedos sobre este, no sabía cómo reaccionaría la pequeña al contacto físico- ¿Me lo das? Sebastián lo está buscando

Elisa comprendió y dejó que tomara el teléfono, pero después se dió cuenta que lo quería y que no podía dejarlo, se estaba entreteniendo demasiado, un sonido quejoso como un pequeño llanto escapó de ella al frustrarse, sin poder dejarlo ni quedárselo.

-Muy bien, Elisa, muy bien -dijo la mayor, y con un leve tirón se llevó el móvil, una vez que ya no estuvo en sus manos Elisa se sintió mejor y en un reflejo alzó la vista hacia ella.

Por primera vez en su vida, Elisa y Brenda se miraron a los ojos, los ojitos de la menor eran verdes claro, los de la mayor eran negros.

Brenda vió a Elisa sonreír, sus ojitos se hicieron dos líneas y sus manos se agitaron de felicidad.

La mayor no pudo evitar sonreír con ella, totalmente encantada de esa primera vez que Elisa conectaba con ella.

Elisa sintió su rostro más caliente al verla hacer aquel gesto, no sabía por qué, era esa sonrisa y esos ojitos que le provocaron emociones que le gustaron, llevó sus manos hacia sus mejillas con fuerza para apagar ese calor, al golpearse sintió dolor pero estaba acostumbrada a regularse con eso, así que se sintió más aliviado, pero quién no entendió aquello fue Brenda, que su sonrisa se borró.

-Elisa , no te golpees así... -llevó sus manos a las del menor, acariciándolas suavemente, los ojos de Elisa la volvieron a mirar pero se sintió extraña, como si la mirara con miedo, así que se separó de ella, Ilevándose el celular de su amigo, al voltear de nuevo hacia ella antes de salir del cuarto, Elisa ya había vuelto a su mundo.

Fue hasta el cuarto de Sebastián, donde él seguía molesto y no le hablaba a nadie mientras miraba el suelo cruzado de brazos.

-Toma. -dijo Brenda extendiendo el celular hacia él.

-Si lo tenías tú, idiota, te odio, ¿Todo el puto día...?

-Lo tenía Elisa, no me jodas, ¿No se te ocurrió que tú funda le iba a gustar demasiado y se lo llevaría?

-¿Qué tiene mi funda? -Sebastián la miró, viendo el líquido y los brillos algo desacomodado aún por el reciente toqueteo.

-Es morado, a Elisa le gusta mucho el morado, tiene brillos y a ella le gustan las estrellas, y además se puede quedar horas jugando con el agua que tiene, estaba haciendo eso cuando lo encontré

Sebastián se quedó mirándola un momento, y se preguntó de dónde sabía tanto de su hermana, muchas veces Elisa era un misterio para los demás y no podrían comprenderla por más que intentaran, estaba algo sorprendido.

-Bueno, tienes razón -le dijo, finalmente, miró la carcasa y suspiró- Toma -la quitó rápidamente- Dásela a Elisa

-¿Yo?

-Sí, tú -dijo Sebastián, se ve que seguía estando enojado, Brenda rodó los ojos con fastidio, tomó la funda y fue por segunda vez al cuarto de la menor.

Elisa seguía allí, ordenando sus cositas de color morado en la estantería, tenía muchísimas cosas diferentes, le gustaban las cosas pequeñas porque podía juntar muchas, tenía desde tapas de botellas, dinosaurios de juguetes, accesorios como anillos y aros, útiles escolares y un par de flores moradas también, pero solía tirarlas a la basura cuando se marchitaban y cambiaban a color marrón.

-Elisa

La menor no reaccionó a su voz, así que Brenda se acercó a ella de todas formas, colocándose a un lado y mostrándole la funda de celular que tanto le había gustado, poniéndola a la altura de sus ojos, haciendo que Elisa la viera enseguida.

La vió sonreír de nuevo y tomó la funda entre sus manos, y por un momento se quedó allí, esperando que la mirara, pero no lo hizo.

Sonrió con algo de pena, en verdad le encantaría conectar con ella, pero no era muy fácil.

-De nada, Eli -dijo Brenda, al retirarse.

-Gra-cias.

En verdad no esperaba que hubiera una contestación, y tuvo que detenerse un segundo para mirarla sin creer que había escuchado su voz después de tanto tiempo de sólo silencio.

Con una sonrisa, conforme, demasiado feliz por algo que no debía de ser para tanto, se fue a su casa sintiendo como si hubiera ganado un premio.

Sarang º BrenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora