No voy a dejarte... nunca

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||| Túneles de mantenimiento |||

"Yas corría por los pasillos interminables en los túneles, sus pasos resonando en la fría, húmeda oscuridad. La desesperación se apoderaba de ella a medida que su tobillo lesionado le molestaba cada vez más intensamente, cada movimiento punzando de dolor, pero la urgencia de escapar mantenía su ritmo frenético. Las luces rojas a lo largo del pasillo apenas proporcionaban visibilidad, y Yas estaba desesperada por encontrar un refugio. La angustia se acumulaba a medida que descubría que todas las puertas estaban cerradas o bloqueadas. Finalmente, encontró una puerta metálica con una pequeña ventana circular entreabierta, un respiro de esperanza en medio del caos. Sin pensarlo, se lanzó hacia ella, deslizando su cuerpo dentro y cerrando la puerta detrás de ella con una fuerza que parecía sobrehumana. Su respiración era agitada y su mano temblaba en el pomo de la puerta, podía sentir el sudor frío en su piel. Se deslizó, sentándose en el suelo recargada contra la puerta, el cuerpo temblando tanto por el frío como por el esfuerzo."

||| Jungla de Isla Nublar |||

Darius corría a través de la selva, sus pasos hundiéndose en el barro mientras la lluvia caía a cántaros. La tormenta rugía sobre él, oscureciendo su visión y empapándolo completamente a pesar de llevar su impermeable. Las gotas de lluvia caían con fuerza y el viento lo hacía temblar, además apenas podía ver algo a pesar de llevar su linterna, pero su determinación no se veía afectada. Cada ráfaga de viento y cada gota de lluvia parecían multiplicar la dificultad, pero Darius no podía permitirse rendirse. Sabía que Yas estaba en peligro y su mente no podía abandonar la imagen de su rostro angustiado. La preocupación por ella lo impulsaba a avanzar más rápido, atravesando el denso follaje y esquivando ramas que golpeaban su cuerpo. Los rugidos de los dinosaurios se escuchaban a lo lejos, un recordatorio constante de la amenaza que acechaba a cada paso.

||| Túneles de mantenimiento |||

Yas se desplomó en el suelo recargada contra la puerta, el dolor en su tobillo era insoportable y la desesperación empezaba a nublar su mente. Se maldecía a sí misma por no haber agarrado su radio antes de bajar. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una antigua oficina de seguridad, llena de equipos viejos y recuerdos de Jurassic Park. El fuerte olor a humedad y el moho impregnaban el aire, haciendo el ambiente aún más desagradable.

De repente, un sonido que le heló la sangre la hizo salir de sus pensamientos. Fuera de la habitación, escuchó pasos pesados y garras rasguñando el concreto. Rugidos escalofriantes resonaban en los pasillos, una sinfonía de terror que aumentaba su angustia. Yas se asomó temblorosa por la ventana y su corazón se detuvo al ver... 

La cabeza chata y deforme de un dinosaurio observando a través de la ventana. El dinosaurio tenía un aspecto grotesco y perturbador. Sus ojos, de un brillo inquietante y antinatural, miraban directamente a Yas con una intensidad aterradora. No se movía, solo la observaba con una calma fría que contrastaba con la tormenta fuera de los túneles. El hecho de que no se moviera la hacía sentir aún más vulnerable, como si el dinosaurio estuviera disfrutando del miedo que ella sentía...examinándola.

El ruido constante del agua que goteaba de las viejas tuberías y la luz roja de emergencia proyectaban sombras distorsionadas sobre la cabeza del dinosaurio. Cada sombra parecía moverse de forma errática, ampliando la sensación de que algo oscuro y peligroso acechaba más allá de la visibilidad. Yas se sentía atrapada en una pesadilla, sus manos temblando mientras buscaba frenéticamente algo con lo que defenderse. Sin embargo, la sala estaba desprovista de cualquier arma efectiva, y el dinosaurio seguía allí, mirándola fijamente. 

La respiración de Yas era rápida y superficial, su mente luchaba por encontrar una solución mientras el terror se apoderaba de ella, pero la cabeza seguía allí... mirando... observando... como si gozara del terror de su presa. Yas sentía que se iba a desmayar; el miedo empezaba a afectarla, veía los ojos brillantes del dinosaurio en cada esquina oscura de la habitación y cada vez que volteaba. Con la esperanza de que la criatura hiciera algo, solo se encontraba con la mirada fija y perturbadora. En eso... otro par de ojos brillando en la penumbra se unió a la cabeza y luego otro... y otro... Yas contó ocho pares, todos viéndola... analizándola. En eso, con un tranquilo movimiento, el dinosaurio simplemente alzó su garra delantera y, de un solo zarpazo, clavó sus garras en el vidrio de la pequeña ventana... rompiéndolo. La sangre comenzó a brotar de la garra, pero al dinosaurio pareció no importarle. Era como si estuviera dejando en claro cuán fácil podría ser para él entrar. El vidrio crujió y se rompió, y Yas sintió que su corazón latía con una rapidez frenética, temiendo que el siguiente movimiento del dinosaurio fuera el último que ella vería. 

Camp Cretaceous Nuestro propio CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora