Veinte y veinticuatro

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Abrió los ojos lentamente, perezoso, esperando que el reloj en la cómoda al lado de la cama aún marcara las cuatro de la mañana. La habitación aún estaba a oscuras gracias a las cortinas que opaca an parcialmente la entrada del sol, aunque esté, poco a poco se colaba en forma de luz por debajo del pequeño espacio que quedaba entre la cortina y el suelo recubierto de madera de la habitación. Se movió un poco entre las sábanas blancas de la cama aún desprendian ese olor característico que casi todos los hoteles de buena categoría parecían tener, ¿acaso usarían el mismo detergente?, algo en él le decía que eso era algo muy improbable, sin embargo, era uno de esos pequeñisimos detalles que le agradaban de viajar, podrían parecer no muy importantes para cualquier persona, pero en su opinión, tal vez se tratara de un aroma que no todas las personas se podían permitir conocer.
Tanteo un poco la superficie de la cama, sintiendola fría y fresca, completamente lisa hasta que se topó con el cuerpo de su acompañante, dió la media vuelta sobre su espalda hasta que sus ojos pudieron vislumbrar la cabellera negra de la chica que dormía junto a él, las sábanas apenas le cubrían parte de la espalda baja y el pecho, ella tenía la cabeza apoyada sobre la almohada y los brazos estirados, su respiración era tranquila, casi parecía una pintura y el hubiera jurado que si tan solo supiera dibujar, no le habría molestado captar esa escena ahí mismo.

Pues soñó con dicho momento muchos años de su vida antes de tan si quiera llegar a considerarlo como una posibilidad muy remota de que fuera a suceder.

Delineo la figura de la chica con ayuda de las yemas de su dedos, pasándolos desde el hombro hasta la curva que ya comenzaba a cubrir la ropa de cama, después acarició suavemente la espalda desnuda, antes de abrazarla, pegando su cuerpo al de ella sintiendo como el calor de su piel y su olor, se adherian a él.
Aspiro el aroma a frambuesa de su cabello lacio, solo para volver a apretarla entre sus brazos para musitar en voz baja un:

—Buenos días mi reina...—Helena se dió la media vuelta, aún siendo abrazada por él antes de echarle los brazos al cuello, medio adormilada, volvió a acurrucarse en el pecho masculino.
—Buenos días mi amor—su voz pareció apagarse a medida que el saludo iba abandonando sus labios.

Adrián sabía lo que significaba eso.

Si la dejaba dormir no saldrían del cuarto en por lo menos tres horas más. Así que cuidadosamente se alejo del cuerpo femenino, para salir de la cama. Se puso un pans gris bastante ligero que llevaba consigo en ese tipo de ocasiones.
Corrió las cortinas de un solo tirón.
Solo para dejarlo presenciar el océano azul que se movía tranquilamente frente al hotel donde se estaban hospedando, la luz casi lo cego por unos breves instantes, sin embargo, se  obligó a mantener los ojos abiertos, pues aquel paisaje era algo que jamás se permitiría perderse.

Miró de nuevo hacía el lecho donde su novia aún se aferraba a los brazos de Morfeo y no pudo evitar sentir ternura cuando muy lentamente comenzó a incorporarse en la cama.
Tenía el cabello desordenado, aunque sabía que probablemente eso era culpa suya a final de cuentas, la vio despojarse de las sábanas antes de caminar a paso lento por la habitación hasta llegar a él para abrazarlo, Adrián se apartó de la ventana antes de recibirla nuevamente entre besos y caricias en las mejillas.

—¿A dónde quieres ir a desayunar hoy?—tenía en mente el restaurante del hotel, aunque ir a ese lindo café que visitó hace algunos años en el malecón de la ciudad no le parecía mala idea.
—Mmm, estoy muy cansada—Adrián comenzó a reír antes de plantrle un beso en los labios y acariciarle el cabello.
—Perdóname, tal vez nos excedimos un poco ayer—puede que tuviera razón, desde que arribaron a su habitación después de beber un par de tragos en el bar del lugar, podría decirse que no fueron muy decorosos en sus actividades nocturnas.

Pero no podían culparlo por ello. Su novia era preciosa y como hombre no podía ni quería resistir al deseo que lo había invadido desde que vió a Helena con cierto vestido corto que yacia tirado en alguna parte del cuarto.

Delirios Juveniles #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora