Fugitivo.

8 1 0
                                    

Capitulo X

Al día siguiente desperté, con una ligera molestia en la espalda. Empezando mi día con mi rutina normal, me levanté de la cama, la ordené y me di una ducha. Luego de salir de la ducha me preparé de desayunar, y al sentarme a comer recordé la cinta que había encontrado la noche anterior en el orfanato, me dispuse a colocarla pero al parecer ya estaba dañada, ya que lo único que conseguía era una molesta estática.

Decidí quitar la cinta y terminé de desayunar al rato escuché que llamaban a la puerta, y al acercarme y mirar por la perilla. Noté que era un policía, cuestionandome, ¿Qué haría un policía en mi casa, y más a esta hora del día?

Abrí entonces la puerta, observando detenidamente al policía, el cuál lucía unos centímetros más bajo que yo. Tenía una tez de morena, y unos ojos de color miel.

— Policía: ¿Señor... Lunge White?

—Lunge: Sí, ¿A la orden señor oficial?

Observé al policía sacar una orden de arresto, a lo cuál la molestia de mi espalda por alguna razón aumentó de pronto.

— Queda arrestado por ser sospechoso de prenderle fuego al orfanato ST.521, además de hallanamiento.

Me encontraba perplejo ante la situación, ¿Quién habría llamado a la policía? No, pero aún, ¿Cómo podrían acusarme de haber hecho algo como eso?

— Lunge: Tiene... ¡Tiene que ser un error! Yo, soy inocente.

— Ajá... Encontramos sus huellas en los restos del orfanato, no creo que eso sea muy “inocente” a mi parecer.

Me paralicé un momento, al no saber que hacer, y no queriendo ser apresado ya que podría pasar un buen tiempo en prisión si ya tenían una muy buena pista que me incriminara, y la apresión me retrasaría demasiado en mi busqueda.

Decidí entonces y con mucho temor, empujar al policía a un lado, contando con la suerte de que únicamente él había ido a arrastrarme. Cuándo ya me había alejado una distancia considerable de la casa el policía logró dispararme en la pierna izquierda, me tapé la boca para no gritar. Comenzando a correr mientras cojeaba.

Pedí un taxi que me llevara lejos de mi casa, lo más alejado posible. En el taxi, aún podía sentir mi pierna arder por el impacto de la bala. Después de un rato el ardor pasó y la pierna ya no dolía tanto. Llegué hasta un puente en el cuál me bajé.

Al estar en el puente comencé a cuestionarme, — ¿Cómo la policía había llegado a la conclusión de haber sido yo el responsable de éso? Si yo estaba completamente seguro de qué nadie me había visto entrar o salir, además yo jamás haría algo como eso. Y nadie sabía que yo estaba ahí, nadie excepto... No, no podía ser él...

Entonces, recordé al casero, pero no, ¿Cómo podría haber sido él quien me acusó?, ¿Con qué propósito lo haría?

Pensé a dónde podría ir ahora, decidí dirigirme a casa de un amigo cercano, sin explicarle tanto de mi situación. Únicamente diciéndole que necesitaba quedarme un par de horas en su casa, quizá un día. A lo que él accedió.

En su casa yo estaba algo impaciente, él me calmó dándome un té. Al cabo de unas horas tomé otro taxi, dirigiéndome a los departamentos. Al llegar el edificio se encontraba en total oscuridad, lo cuál era demasiado extraño ya que aún no era muy tarde.

Ingresé al edificio y todo estaba demasiado oscuro, comencé a buscar por todos los alrededores, pero tampico había señal ni del casero ni de los inquilinos... Subí por varios pisos y revisé varias habitaciones, hasta lograr divisas un cuarto con la puerta entreabierta en un piso.

Al entrar, la habitación estaba incluso más obscura que las anteriores, debido a que aparte de estar sellada con cortinas estaba sellada con varios tablones en cada ventana. Encendí el foco de la habitación, encontrándome aterrorizado.

Ya que al frente mío se encontraba el casero, el cuál se encontraba ahorcado, con las venas cortadas y con una gran apertura en su pecho. Lo cuál indicaba claramente que no había cometido suicidio. Sujetaba en su mano derecha una nota que decía “Huye.”

Sin cuestionarme nada más, simplemente decidí hacerle caso a la nota, y huir de allí lo antes posible. Sintiendo una gran tristeza por el incierto futuro que tendría el hijo del casero. Regresé a mi casa al caer la noche, agarrando todo el dinero que tenía ahorrado. Mi chaqueta y decidiendo marcharme de la ciudad, ya que tenía un ligero presentimiento de que Marcos lo había hecho antes que yo.

Mis sospechas no duraron mucho, ya que casi al instante recibí un mensaje de un número desconocido. “Lo mejor sería huir, ¿No?”

Dejé allí mi teléfono, sacando y destruyendo el chip telefónico, llegando a la parada de trenes y decidiendo marcharme a la ciudad más cercana.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 30 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EXTERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora