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Lucero Thames no era una chica la cual resolver problemas fuera uno de sus pasatiempos favoritos, pero si hacia lo mejor posible desde que había encontrado a las personas correctas para ordenar su vida después de todo el caos emocional que existía en ella.
La seguridad en ella misma había crecido más que antes, ya casi ni siquiera tenía que forzar aquella sonrisa. Ahora aquella chica que sentía que todo el mundo la odiaba, solamente había cambiado, tal vez para bien o para mal, depende de los ojos de la persona quien la estuviera mirando o simplemente analizando.
Aunque sus dudas en el último momento se habían hecho grandes, sobre algo en especial o alguien. Alguien que había formado parte en su vida de una manera especial, alguien que ella amaba, pero se negó hacerlo en el momento en el que estaba cerca de él por miedo a que aquel chico que tanto amaba saliera lastimado.
Aquel chico de cabello rubio y rizos desordenados, aquel que tenía una sonrisa que alumbraba hasta el día más nublado y la noche más oscura de todas, aquel chico que era su salvación y perdición. Ese chico de ojos azules como el mar que hacia que te perdieras en ellos con solo mirarlos unos segundos, aquella risa contagiosa que ella podía reconocer a metros de distancia sin problemas algunos, ese chico tan perfecto que ama a los super héroes como ningún otro, aquel chico que hacía latir su corazón como si estuviera apunto de explotar.
Oh lucero como había extrañado a Walker aquellos años que pasaron, lo extrañaba más que nunca. Aunque su corazón había logrado sanar, aún faltaba una pequeña parte y aquella parte era la que aquel chico debía colocar en su lugar.
El único problema que la consumía en aquel momento era los kilómetros de distancia entre ellos, por más que lucero quisiera volver a verlo, Walker ya había comenzado su vida sin ella.
Tal vez en el fondo de su corazón, aquel rubio seguía esperando una llamada de ella o un simple mensaje que dijiera que estuviera bien. Dios como extrañaba a Lucero.
