Intuición

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Iba mirando por el ventanal, el lugar por el que pasaba camino al dichoso sitio de aquella anciana. Que según su padre, solucionaría la falta de respuestas a lo que sucedía.
Reposado su antebrazo en el borde, navegando en sus pensamientos, ordenando sus ideas a lo que sucedería después.
Aún prestando atención a los tipos de especies de árboles de aquel oscuro bosque. El auto seguía avanzando, y conforme lo hacía, los baches del desgastado camino le molestaba por el brusco movimiento que les provocaba.

Estaba aburrido y cada 5 minutos cuestionaba sobre si ya habían llegado a su destino, recibiendo por respuesta un no.
Cada respuesta negativa le abrumaba. Estaba cansado y molesto, quería hacerle un berrinche a su madre, pero estaba tan ocupada cuidando a su hermano, que nadie le tomaba en cuenta. Su abuela por su parte no paraba de preguntar por Bill, también su padre mientras manejaba.

Tom sintió eterno todo el tiempo que duró el viaje, hasta que recibió el mensaje de que habían por fin llegado con la anciana.

Bajó del auto, y observó atentamente el lugar.
Era desgastados y viejo, muy viejo. La casa era terrorífica, como un hogar de entes paranormales. El aura no le agradaba, y por mucho se imaginó que la famosa anciana no era más que una bruja amargada, mala y pecaminosa.
El ambiente comenzó a darle malas vibras, el clima era nublado y estaba la existencia de una ligera neblina que le daba aún más protagonismo.

El padre de los gemelos tocó la puerta, y fue recibido por una señora de la tercera edad.
Tom se adentró en la casa y miró a su alrededor.
Apesar de que la casa parecía querer caerse a pedazos por fuera era muy fuerte y bella por dentro, con un estilo antiguo muy bien cuidado y limpio. Muy estético y con pocas cosas modernizadas.

La vieja al contrario de lo que imaginó era una persona amable, pero arrugada, erguida y físicamente de milenios.
Esa mujer le sonrió, parecía verlo detalladamente.
Tom no le devolvió la sonrisa, solo optó por sentarse en una butaca anticuada.

Al instante la vieja comenzó a explicar, acerca de los Alfas, Betas y Omegas. Sus categorías una por una, las fases/ciclos que pasaban y las jerarquías más poderosas a la más débil. El tema de los destinados y demás cosas.
Estaba orgulloso de si mismo por ser un Alfa. Enaltecido pensaba que todos deberían respetarlo y tratarlo adecuadamente, que a por palabras de la anciana, no habían muchos Alfas y Omegas en el mundo, por lo que la mayoría de la sociedad eran Betas.

De pronto la señora cayó su voz, se detuvo y en un pequeño momento les ordenó a sus padres (o más bien a todos) que salieran de la habitación, ella necesitaba inspeccionar a Bill.

Tom salió evitando a toda costa que lo siguieran. Buscó un rincón oscuro desde dónde podía oír lo que sucedía en ese cuarto, le disgustaba que aquella anciana tocara a su Omega.

Su Alfa comprendió que esa anciana era perteneciente a su categoría. Por eso estaba molesto.

Por otro lado la mujer comenzaba a desnudar el cuerpo del Omega, ella sospechaba de Tom, y temía lo peor. Y así fue que estuvo en lo correcto. Bill estaba lleno de marcas por parte de Tom, e incluso moretones de los fuertes golpes que le dio.

Observó su cuello y se percató de una mordida, no podía ser la marca porqué debido a que Tom aún era básicamente un cachorro este no tenía el poder suficiente de marcar a Bill.

Acomodó al niño de nuevo como estaba y solicitó hablar en privado con la madre y el padre del Kaulitz menor, excluyendo a la abuela y al hermano.

—Parece ser que su hijo es destinado de su hermano —declaró con preocupación— Esto es algo grave, Tom es un Alfa y no uno de buen temperamento, el es agresivo; Manténgalo vigilado—.

—¿Que sea su destinado es algo malo?—preguntó Simone alterada.

—Dependiendo, pero observando el estado de Bill, no creo que sea buena idea mantenerlo cerca de Tom, aunque sea al menos por una semana —.

Pero afuera él rubio escuchaba la conversación con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.
Probablemente esto le sería muy divertido.

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