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En la bulliciosa ciudad de Nueva York, donde los rascacielos se alzaban como guardianes de secretos milenarios, vivía Ana. Con su belleza pálida y sus ojos de un rojo intenso, era una vampiresa de siglos de antigüedad, cansada de la soledad que la inmortalidad le había impuesto.

Bastián, un joven escritor con una imaginación desbordante, se mudó a un antiguo edificio en el corazón de Greenwich Village. Atraído por la energía creativa del lugar, no sospechaba que su nueva casa escondiera oscuros secretos.

Una noche, mientras Bastián trabajaba en su novela, sintió una presencia extraña. Al mirar por la ventana, sus ojos se cruzaron con los de Ana. Era como si el tiempo se hubiera detenido. Enamorado a primera vista, Bastián no pudo evitar sentir una conexión profunda con aquella mujer de mirada penetrante.

Cuando Bastián entró en la casa, se dio cuenta de que ya estaba allí, sentada en el alféizar de la ventana, con la luz de la luna bañando su rostro pálido. La ventana estaba abierta, y el viento soplaba suavemente, pero Ana permanecía inmóvil, como una estatua de mármol. Bastián se acercó lentamente, sin hacer ruido, y se detuvo frente a ella. Ana lo miró, y sus ojos se encontraron en un momento de intensa conexión. En ese instante, Bastián se enamoró de ella, sin saber qué la atracción que sentía era más fuerte que cualquier razonamiento lógico. La oscuridad que la rodeaba parecía desvanecerse, y solo quedaba la luz de sus ojos, que lo llamaban a acercarse.

La habitación parecía haberse detenido en el tiempo, con el reloj de péndulo quieto en la pared y el aire lleno de un silencio expectante. Bastián no podía apartar la mirada de Ana, que lo observaba con una intensidad que lo hacía sentir desnudo. La conexión entre ellos era palpable, y Bastián sentía que su corazón latía en sincronía con el de Ana. De repente, Ana se levantó del alféizar y se acercó a Bastián, su rostro a solo un centímetro del suyo. Bastián podía sentir el calor de su aliento en su piel, y su corazón latía con una emoción que no había experimentado nunca antes.

Me niego amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora