El ojo del príncipe Aemond se perdía en la nada mientras observaba las llamas de la chimenea arder frente a él, quien yacía sentado en su sillon dentro de sus aposentos privados, tenía una copa de vino sobre la mesita nocturna, pero sus labios no se habían mojado ni con una sola gota de aquella bebida. Solo miraba el fuego en silencio mientras se hundía en sus propios pensamientos
Cuando de repente escucha la puerta de su habitación abrirse dejando ver una capa roja que al levantar la mirada vio que era Laena, su sobrina que se había escapado de Dragonston otra vez para ir a verlo
—Vaya vaya....si es mi doncella favorita —le dijo él en un suave tono y con una sonrisa ladina, observando a Laena con los ojos violeta, se incorporó de su asiento y se sentó al borde de la cama, cruzando una pierna con elegancia frente a él y apoyando un brazo en su rodilla. La miró de pies a cabeza, con los ojos llenos de deseo y satisfacción al ver como ella se había escapado.
—Shh si llegan a saber que estoy aquí en vez de estar con mi madre y Daemon en Dragonston me colgarán-dijo ella con una sonrisa divertida mientras se quitaba la capa dejando ver el vestido que Aemond le había regalado por su onomástico 16.
—Ya... —murmuró con una sonrisa traviesa, mientras la miraba quitarse la capa— pues, la verdad es que me parece excitante y alocado que te escabullas para venir a verme. —Dio un suspiro y desvío por un momento los ojos hacia la puerta, pensando que en cualquier momento podrían descubrirla si ella no tenía cuidado. —Si tan solo pudieras quedarte toda la noche... —ronroneó él como el depredador que era.
-también me gustaría quedarme...-dijo ella cerrando con traba la puerta así nadie podría entrar, para luego acercarse hasta donde estaba el, quedando frente suyo.
-te queda bien...-le susurro haciendo referencia al vestido,mientras sus grandes manos la sujetaba de la cadera y la atraían colocándola en medio de sus piernas.
Sus ojos la miraron con hambre y deseo, subiendo y bajando lo ojos por su cuerpo observando perfectamente la forma de sus caderas y lo ajustado que está en estas
-lo se..-dijo dándole la razón al alago del vestido.
—Te queda incluso mejor sin él, me encantaría quitártelo ahora mismo —susurró aún más, mientras levantaba la falda del vestido hasta que sus piernas hubieron quedado descubiertas. No dudó y acarició con gentileza y ternura los muslos de Laena, sintiendo su piel suave debajo de sus dedos como el terciopelo.
Ella cerró los ojos ante su tacto, ellos no habían compartido intimidad, bueno no tal intimidad que hiciera que ella dejara de ser doncella, ella aún lo era, pero la desnudez mutua ya la habían tenido al igual que las caricias y sensualidad en la intimidad, pero ella aún era virgen
—Quiero besarte y tocar tu cuerpo, pero...— le habló él en un suave y suave tono a la vez que dejaba sus manos descansando en la cadera de Laena, aún con los dedos deslizándose por la piel de sus muslos —...no quisiera corromperte o arruinar tu matrimonio si alguna vez llega a pasar. Lo más lejos a lo que llegaría por ahora, es dejarte con las ganas. Se que si ahora continúo no parare hasta hacerle mia...y no quiero dañar el que dejes de ser doncella—Le ofreció una sonrisa traviesa, mientras sus ojos no dejaban de contemplar lo apetecible de su cuerpo.
-eres malo-dijo ella saliendo del trance de sus caricias.
—Y aún así vienes a verme, mi pequeña tentación —ronroneó él, empujándola suavemente contra él, quedando ella ahora sentada encima de sus piernas y pegada a su cuerpo. Llevó una mano a la parte trasera de su cuello y la obligó a agachar la cabeza, quedando de frente. —Mmmh... —volvió a gemir en voz baja, mientras empujaba su nariz contra su cuello para sentir su aroma.
-mmm...estás tenso Aemond...que tienes?-le pregunto al notar como estaba sus hombros.
—Nada, nada... —mintió él, aún con la nariz hundida en su cuello y las manos aún en sus muslos. Con un suspiro, deslizó las manos para volver a agarrar su cadera nuevamente y la atrajo más cerca. —Estoy bien —se escuchó decir él sin mucha confianza, aún con ganas de poder desnudarla y tocarla por todas partes, pero aún reteniéndose por la cuestión de su matrimonio.
-es la guerra no?-pregunto acariciando su cabellos.
—Entre otras cosas. —Suspiró él, mientras dejaba descansar la mejilla con cuidado contra su cuello, aún sin soltar su cadera. Sus manos la aferraron con más fuerza y la apretó contra él, aún sin separarse de ella. —Quiero poder poseerte, reclamar tu cuerpo como es tan mío...— murmuró contra su cuello, con voz profunda y oscura.
-Aemond...-dijo tomando su rostro- no cambies el tema...qué sucede?....sabes que puesdes contarme lo que sea
Él no dijo nada por unos momentos, hasta que finalmente le respondió todavía con la cabeza apoyada contra su cuello. Sus manos iban de arriba a abajo por su espalda. El toque de sus labios era suave y ligero contra su cuello. —Todo. Todo me agobia y estresa. La guerra aún no termina y Aegon solo se pasa los días bebiendo y en cama con las prostitutas de la ciudad. Y a mí me obligan a estar lidiando con todo y lo demás... y tú, tú eres la única persona con la que lo único con lo que tengo paz...
-si solo pudiéramos estar juntos...-dijo ella haciendo referencia a que ellos se casen.
—Deberíamos... —susurró él, aún con los labios posando contra la piel de su cuello. Sus dedos subieron y llegaron hasta el inicio de la tela del vestido, donde estaban atados los lazos que lo sostenían en su lugar. —Te quiero para mí, quiero casarme contigo. Solo tengo paz estando a tu lado... —ronroneó él, mientras sus manos comenzaron a deshacer la primera lazada.
-Sabes que eso significa....que tendrías que apoyar el reclamo de mi madre al trono de hierro...tendrías que dejar de pelear por tu hermano y su reclamo al trono...-dijo ella mirándolo seriamente.
Él se quedó callado por un momento, aún con las manos aún deshaciendo los lazos del vestido de Laena, pero se detuvo y se dio cuenta de la gravedad de la decisión que él estaría tomando. Finalmente, soltó un suspiro y se incorporó un poco, quedando frente a frente con ella. Aún la mantuvo en su regazo y con las manos alrededor de su cintura. —Me estás diciendo que renuncie a todo por ti.
-Esta es tu decisión Aemond...por una vez decide que es lo que quieres...no te pido que te cases conmigo...pero si lo haces yo no dejaré a mi madre y su reclamo...mi reclamo...soy la hija primogénita de Rheanyra....su guerra también es mía...si decides que lo que tememos siga adelante...hablaré con mi madre...pero si no quieres dejar a los verdes...seguiremos como estamos...
Él le sujetó el rostro con una mano, y con la otra volvió a sujetar su espalda, pegándola al máximo contra él. La miró a los ojos unos momentos, aún procesando lo que le había dicho ella. Sabía lo que tenía que hacer, pero le seguía costando.
—Te lo digo de nuevo, quiero casarme contigo.Te quiero para mí. Eres mía. —le dijo con convicción e incluso con un deje de obsesión.
-renunciarías a todo por mi?-dijo ella sin poder creerlo.
—Haré lo que sea por ti. —susurró él, sin borrar la sonrisa de su rostro. Quitó las manos de su espalda y las llevó a la parte trasera de la cabeza de Laena. Metió los dedos en su cabello y le sujetó con fuerza, obligándola a que le mirara a los ojos. —Para mí, eres más importante que el maldito Trono de Hierro y la sucesión.
Y así fue como los verdes perdieron a su última esperanza...todos creían Que Aegon sería un buen rey, su legitimidad lo ayudaría, pero que equivocados estaban, con Aemond ahora siendo uno de los rojos, Vhagar y Maraxes el dragón de Leana, los verdes ya no tenían oportunidad alguna de que su reclamos fuera victorioso, el pueblo comenzaba a verlo, la escasea de comida y recursos hizo que se dieran cuenta de que estarían mejor a manos de Rheanyra, y ahora con su líder de batalla en el lado de los rojos...las cosas cambiaron
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La casa Targaryen
FanfictionLaena Targaryen hija de Rheanyra Targaryen su primogénita, Laena era la donsella más hermosa que se veía en el palacio y en el reino desde que Rheanyra era una adolescente, además de que Daemon le enseñó a empuñar una espada..era la doncella perfect...