02.- Hitoribocchi Tokyo

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Nacer; conformismo, exilio, violencia, corte, dolor, confusión, miedo, caos, instinto, hambruna, amor, seguridad, bienvenida. Amor; cuidado, desinterés, enseñanza, control, libertad, insomnio, paciencia, sufrimiento, empatía, compañía, tolerancia, apoyo, comprensión. Sociedad; superior, cruel, aterradora, feliz, exigente, superficial, subjetiva, corrompida, indescriptible, antipática, critica, insaciable, saturada. Juventud; ilusión, desilusión, efímera, eterna, deprimente, banal, solitaria, engañosa, abismal, pasional, sangrante, cambiante, potencial. Todo esto y más llenaba la mente de Hitori hasta desbordarse por la comisura de sus labios como baba que se perdía entre el agua derramada en el suelo que empapaba sus ropas mientras esta yacía en el suelo boca abajo con el palo del trapeador sobre su espalda, perdida en sus oscuros pensamientos.

Llevaba 3 minutos susurrando sus canticos. Quien no la conociera creería que estaba siendo poseía por un demonio que la hacía hablar en lenguas muertas, o que se trataba de una drogadicta sufriendo de una sobredosis de cocaína o un mero malviaje de un adolescente de la generación de cristal que subestimaba la seriedad de las enfermedades mentales y/o psicológicas que se adjudicaba. Pero, quienes la conocían, sabían que este monologo interno era pasajero, y que, dependiendo de la situación, la dejaban terminar o le cortaban el drama si así lo requerían.

Ryo acercó una silla al cuerpo inerte de Hitori. En una libreta anotó todos los maleficios que salieron de la boca de la agonizante guitarrista. Ya que era Hitori la que escribía las canciones, quizás en uno de sus trances podrían obtener buen material para una canción lúgubre y deprimente que pudiera derribar cualquier paradigma creado por las canciones juveniles del momento. Ryo trató de escribir sus propias letras para la banda en algún momento, pero sus canciones terminaron siendo himnos ególatras a su propia existencia, al punto de que Hitori no soportó el hecho de que alguien reconociera el valor de uno mismo por sobre el de los demas, algo que ella no era capaz de hacer ni en sus sueños más lúcidos donde era Bocchi la divertida. Kita quedó encantada con las canciones, y Nijika se negó a usar siquiera la música, aun cuando, en sus propias palabras, tenían una excelente composición instrumental; fue empate, así que canciones como El genio del bajo: Ryo Yamada quedaron en el limbo.

Kita, causante del conflicto interno de las siete de la tarde de Hitori, trató de consolarla y hacerla volver en sí. Pudo haberla dejado ser, y en cinco minutos recuperarla, pero la culpa no la dejaría vivir más de dos minutos. Kita Ikuyo tenía que ser una chica buena: Esa era la realidad que ella misma había construido y ahora tenía que hacerse responsable de aquel personaje. Todo lo que había hecho, fue hablarles a las chicas de una banda que hace poco había visto en Youtube, en la cual vestían con trajes de sirvientas, lo que la llevó a recordar lo bien que se veía Hitori con el traje que usó en el festival escolar de su primer año de preparatoria, y lo encantadora que lucía ella misma con él, lo que la llevó a sugerir a vestir de esa forma en su próxima presentación en el Starry.

- ¡Solo fue una sugerencia, Hitori! ¡No significa que lo haremos! -dijo Kita, agobiada, mientras jalaba del suéter a Bocchi para tratar de quitarla de encima del agua encharcada e incorporarla. Kita era una chica atlética, pero Hitori era sorprendente pesada a pesar de ser delgada. La verdad era que Kita sabía perfectamente porque Bocchi era más pesada que ella, pero no quería pensar en ello.

-Es como si no la conocieras, Kita -dijo Nijika, sosteniendo otro trapeador que descansaba en su bote de agua-. Seguramente Bocchi está pensando que nunca podría aceptar que ella se veía linda con ese traje de sirvienta, y que, si lo hiciese, sería una muestra de egocentrismo y narcisismo típico de una estrella berrinchuda de pop insegura de su cuerpo, al punto de escudarse del comentario positivo que ha escuchado de sus acérrimos fanáticos. Si hiciese eso, se perdería a sí misma, en un hoyo de soberbia y lujuria que traicionaría todo lo bueno que le han enseñado sus padres.

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