Capitulo 9

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Muchos guerreros al ver a Bhuti pelear con el Chanyu se unieron y atacaron, después de todo, si podían conseguir su cabeza, tendrían una recompensa grande. Bad Erdene se acercó a Chenghiz y lo ayudó, esto provocó que Bhuti y Chenghiz no chocaran espadas por un tiempo.

La batalla se prolongó por dos días, debido a que ninguna de las dos parte quería ceder, al final fueron los xiongnu que salieron victoriosos y solo algunos Jurchen junto con Bhuti pudieron irse con vida. Retornaron al campamento, para ese entonces ya era pasado las cinco de la madrugada. Chenghiz entró a la casa y Jingyi se despertó enseguida, estos días había tenido el sueño ligero, pensando en la guerra, sólo había podido escuchar el clamor de la batalla desde la distancia cuando este sonido era traído por el viento.

—Volviste. —En seguida quedó sentada en la cama.

—¿Me estuviste esperando?

—Así es, todos los que nos quedamos atrás esperabamos tu regreso.

Chenghiz sonrió ampliamente y se sentó en la cama junto a ella aún sin cambiarse ni limpiarse, olía a sudor y sangre mezclado.

—¿Estas herido? El olor a sangre es fuerte.

—Solo un poco, nada importante. La mayoría de la sangre no es mía.

Jingyi se acercó y olfateo por todas partes, el olor se intencificaba a medida que bajaba, la herida estaba por debajo de las costillas. En el segundo día de guerra, antes de vencer a los Jurchen, Bhuti aprovechó una oportunidad y apuñaló a Chenghiz, no perforó un órgano por lo que solo fue vendado rápidamente para seguir peleando. Liu Jingyi toco el lugar, todavía la sangre estaba fresca y caliente, lo que indicaba que siguió sangrando todo ese tiempo atrás. —Dices que no es importante pero tu sangre sigue saliendo, ve a que te curen. —Chenghiz suspiró —Iré mas tarde. —Jingyi tomó su brazo— Vé ahora, a este paso te desangraras y ensuciarás la cama. —Él encontró graciosas estas palabras y se burló un poco —¿Te preocupa tanto la cama? —Liu Jingyi se enojó —Me preocupas tú, muchas personas dependen de ti, incluyendome. Así que ve y cura esa herida. —Con el pulgar de su mano derecha alisó el entrecejo de Jingyi que estaba fruncido —Iré de inmediato. -—Se levantó y antes de salir limpio la mano de Jingyi que estaba manchada con su sangre. Se fue y una hora después volvió, subió a la cama y abrazó a Jingyi como ya era costumbre, se durmió a los segundos de acostarse y Jingyi tambien volvió a dormir, ahora mas tranquila.

Era el medio día cuando fueron despertados por el ruido de afuera. —¿Qué pasó ahora? —Jingyi dió un salto y quedó sentada en la cama. Chenghiz se levantó y le dijo que iría a ver. Demoró en regresar, Jingyi se estaba preocupando pero no podía ver y ahora tampoco caminar porque su pierna seguía doliendo. Unos minutos mas tarde Chenghiz volvió sin decir nada y puso una capa sobre Jingyi, la tela se sentía suave, fresca, no era ni fría ni caliente, perfecta para usar en primavera. —¿Qué es? —Chenghiz se sentó y le contó que casualmente hoy, llegó un comerciante que siempre pasa por las planicies, sale de las murallas con la larga caravana y de camino vende algunas cosas a los bárbaros para aligerar la carga en las carretas. Hoy trajo seda de alta calidad y aprovechó para comprar algunos rollos de seda y la capa que le había dado ahora. Jingyi estaba felíz, hace mucho no sentía una tela tan suave, era agradable, le dió una amplia sonrisa y le agradeció. Sus mejillas se tornaron de rojo y Chenghiz recodó ese tinte que cubría su cara antes de salir a la batalla, agarró su cuello y la atrajo hacia él, otra vez juntó sus labios, un beso delicado que fue interrumpido por el empuje de Jingyi. —Que esto no se te convierta en un habito. —Chenghiz se alejó, aclaró su garganta, se disculpo y se fue con la excusa de traer algo para comer.

Era incómodo, Jingyi tenía confundido el corazón, apreciaba a Chenghiz y era lo único confiable que tenía en este mundo, alguien que la ayudaba constantemente, podía curarla, alimentarla, vestirla y suplir sus necesidades, encontrar formas para que se adapte a una vida siendo ciega y darle la libertad de hacer lo que ella deseara, esa libertad que ni en su vida pasada tuvo. Apreciaba todo esto pero el aprecio solo era eso, todavía no llegaba a ser amor. Son sentimientos que no llegan de la noche a la mañana.

Diez mil riscos y torrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora