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Felix terminó de tararear la canción de cuna que había aprendido la noche anterior mientras ignoraba olímpicamente las miradas de sus compañeros de trabajo en su camino fuera de la cafetería de la empresa

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Felix terminó de tararear la canción de cuna que había aprendido la noche anterior mientras ignoraba olímpicamente las miradas de sus compañeros de trabajo en su camino fuera de la cafetería de la empresa.

Eran como pequeñas agujitas en la espalda cargadas de veneno, que sumado a sus comentarios "disimulados" se convertían en el combo perfecto para hacer sangrar la moral.

Sabía de sobra que el rumor de que estaba esperando un cachorro se había esparcido como pólvora y no muchas personas veían con buenos ojos que un Omega sin marca y un Alfa aparente tenga un bebé.

Lee Félix se pasaba sus comentarios por donde no le da el sol, la única persona cuya opinión le importaba, por muy sorprendente que sonase, era la de su jefe y este le había dicho sin rodeos que a pesar de estar encinta, el empleo seguiría siendo suyo siempre y cuando lo quisiera.

Él tenía que preocuparse por comprar una cuna y pañales, no por las miradas desdeñosas de seres de mentes cuadradas.

Sorbió con fuerza la leche saborizada de la pequeña botella de plástico. Su jefe le había creado un nuevo antojo con dicha bebida cuando lo envió hace unas horas a comprar unas "en secreto" para él y a felix se le habían antojado unos minutos después como si fueran la última Coca-Cola del desierto. Había aprovechado su descanso para comprar unas y de paso, regalarle una al mocoso de su jefe en agradecimiento por haberle permitido conservar el trabajo.

Sus ojos captaron el rostro serio de uno de sus compañeros de oficina, casi pálido y se acercó a él con cejas fruncidas, la pequeña bolsa con bebidas balanceándose en su mano y cuando llegó, la mirada de las únicas personas que no consideraba "víboras" de la empresa se posaron en él.

-¿Qué pasó?-Preguntó y el cuerpo de Mingyu tembló frente a él.-¿Qué le sucede? ¿Por qué estás así, Gyu?-Él Alfa lo miró con ojos brillosos, más fue WhaSa quien respondió por él.

-Está escribiendo su carta de renuncia y de paso un testamento.-Ella le contó, luciendo estresada.-¿La razón? El señor Kim le sonrió en la mañana.-Todos se estremecieron ante la mención de dicho suceso. felix pasó las manos por sus brazos, sintiendo los vellos de su cuerpo erizarse.

-Eso siempre es de mal augurio.-Eunwoo se sumó a la conversación, su voz bajando unos tonos cuando añadió.-Recuerdan al contador Kang, ¿verdad? Unas horas antes de que resbalara por las escaleras el señor Kim lo había felicitado por su trabajo. Unos minutos después...¡POOM!-Excalmó y todos dieron un pequeño salto en el lugar.-El hombre estaba en hospital con varias costillas rotas.-Un lloriqueo de Mingyu se escuchó por las palabras ajenas.

-¿Y que me dicen de la señora Choi?-Esta vez fue el turno de Jieun de añadir, sus ojos fijos en la expresión de sus compañeros de trabajo mientras relataba.-Fue unos días antes de las vacaciones de invierno. La escuché reír junto al señor Kim en su oficina, al día siguente no apareció en la oficina. Ni al otro día, ni al que le siguió a ese. Nunca se supo más de ella.-Un sonido en seco se escuchó y los ojos de los presentes fueron a un Mingyu desmayado sobre el escritorio.

ᴘᴜsɪʟᴀ̀ɴɪᴍᴇ«ɴᴀᴍᴊɪɴ»|ᴇᴍɪsɪᴏɴ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora