02 - Casualidades

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Acababa de empezar el verano, y...

JODER PUTO CALOR. Esto debería ser ilegal.

Estaba por entrar a la universidad, había terminado con las pruebas de acceso y se suponía que este verano debía ser la hostia.
Lejos de eso, estaba encerrado en mi casa sobreviviendo a base de un ventilador, solo, mientras pasaba las horas viendo anime, jugando al lol, leyendo y escribiendo... Iba a ser un verano largo... muy largo.

Al menos hace unos días había encontrado surfeando por la web una página bastante interesante, hablaba sobre las religiones que estaban resurgiendo actualmente en Europa.

Las antiguas religiones, se presentaban. Y en ellas, algo me llamo la atención: El libro de las sombras.

A primera vista me pareció guay, pero ahora pensándolo mejor sonaba ridículo.

Era algo así como un diario friki, en él se debía de apuntar tus gustos, tus miedos, tus creencias, tus sueños... con el fin de evolucionar como persona.

Sólo imaginaba el "Creo que todo el mundo me odia" o el "He vuelto llorar esta noche".

Si mi madre cogiera accidentamente el libro, podría acabar en el psicólogo.

Y de cabeza...

Pero rápidamente.

Y sería mucho peor si en vez de mi madre fuera alguno de mis amigos.

Pero, bueno afortunadamente el libro a simple vista parecía una libreta normal, de esas que llevaría un niño a su clase para trabajar.

No podía ser peor que morir derretido en aquellas aburridas e interminables tardes de verano.

Así que cogí el primer boli que encontré, y empecé a escribir:

"Yo, Joan Vargas [...]"

Tras un rato escribiendo, sonreí, había quedado algo bastante majo que podría servir de presentación.

Eso sí, esto no era un examen de filosofía, me daba la impresión de que haber sido demasiado recargado en la expresión.

Y todo eso para decir que soy un adolescente que no sabe que hacer con su vida, sin amigos reales y con más problemas que un ciego en medio de una autopista.

Eso era, debía apuntar aquello que me preocupaba para tratar de solucionarlo.

Como la gente que es blanca nuclear de piel, que se hace fotos para ver el cambio antes-después.

JODER, estaba mordiendo el puto boli sin darme cuenta.

Después tenía heridas en la boca.

Me saqué el boli de la boca y dí un suspiro-al menos no se me había salido la tinta- y comencé a pensar en todo aquello que pretendía conseguir con aquello.

" Uno de los muchos motivos por los que las personas buscan conocimiento es para lograr cumplir sus metas, y yo no soy la excepción.

Comienzo mi camino a la búsqueda de los siguientes objetivos.

- Poder creer en algo
- Tener confianza en mí mismo
- Poder quererme.
- Tener la suficiente valentía para creer merecer pasar el resto de mi vida con otra persona.
- Ser feliz."

No sé, debo de ser la persona más solitaria de todo el universo.

-Él tenía amigos, pero los amigos de Joan Vargas eran las personas más falsas y desinteresadas que podrías imaginar.

Vale, no eran amigos. Eran colegas.

Nunca habían tenido una conversación con Joan en la que el muchacho hubiera podido desenmascararse, ni siquiera con Ruben, el chico por el que Joan se había preocupado por ayudar hacía algunos años.

Pero al final él había desistido al solo encontrar desinterés y malas preocupaciones ante la buena voluntad del muchacho.

En aquel entonces escribió "Es triste que todos aquellos besos que yo te regalé un dia vengan a morir aquí."-

Y sí, definitivamente era muy triste que aquello que no le podía contar a nadie tuviera que escribirlo en las páginas de un diario.

¿Pero qué podía hacer? Vivía encerrado en las habitaciones de aquella casa sin hacer nada para cambiar las cosas.

Y lo mejor que había encontrado era aquel diario. ¿De verdad debo esperar que esto hará mis amigos de verdad? ¿O qué un hechizo con velas y un mantra pagano hará que Ruben quiera abrazarme? Creo que a ese tipo le doy asco. Y a veces no creo que sea tan descabellada su opinión.

Joan Vargas, el inútil que seguía creyendo en la magia: un hechizo mágico que haría que su principe viniera en su rescate para vivir felices y comer perdices.

Cogió su móvil con una sonrisa amarga y miró el whatshapp: Tiene tres mensajes de Ruben Saez.

Y entonces un móvil cayó al suelo, y su dueño, a casi dos metros más arriba del aparato no podía cerrar la boca.

Él se abalanzó al suelo a agarrar el móvil, el cual milagrosamente no se habia roto, y leyó:

- Hey, Joan
-Que de tiempo sin hablar
-Vuelvo al pueblo por verano esta noche, te hace quedar mañana?

No tardó en responder con un:

- Guay, a las 6?

Y Joan esa tarde besó la portada de su libro dándole las gracias creyéndolo culpable de aquella casualidad.

El libro de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora