capítulo 8

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— Soo... ábreme.— pedía entre llantos. — Lo siento, no quise gritarte... Seré buena, lo prometo.

Pero esa noche Rosé durmió en el jardín. Pues no tenía teléfono y era tarde, no podía ir caminando a ningún lado.

Al día siguiente Jisoo la despertó con un beso sobre su frente.

— Perdóname. — dice con una voz arrepentida.

Rosé no podía saber sí era en serio o tal vez sólo estaba mintiendo.

— Ven, vamos adentro. — Jisoo la tomó en brazos, como si fuera una bebé. Pero claro, era su bebé.

Una vez dentro, ella la llevó a su habitación y la recostó sobre la cama. Rosé notó que Jisoo tenía ojeras y sus ojos estaban más rojos que nunca.

— Has llorado. — afirmó sin creerlo.

— Pues claro. —Jisoo asiente.- No pude dormir sin ti, no he dejado de llorar.—confiesa.—Por favor, no te vayas jamás.

Jisoo abraza a Rosé como si fuera a perderla en cualquier momento. Y es que su más grande temor era perder a Rosé, que un día ella consiguiera a alguien mejor y la dejase sola.

Pero Rosé está dolida.

— Quita las estúpidas cámaras.

— Lo haré, bebé.

Rosé entiende que la que depende de la otra aquí no es ella, es Jisoo, y hará que se arrepienta.

Rosé se cansó de ser estúpida.

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