Los dedos del rubio golpeteaban contra la mesa de madera frente nuestro. Pausado, se escuchaba con fuerza el TAP de cada golpe. La helada mesa me ofreció apoyo para levantarme y la silla, pesada como cemento, apenas se movió. Recorrí el lugar, vacío a excepción de una pequeña estantería con unos libros y revistas. Cada esquina llena en polvo, pero un piso pulcro.
Reaccioné al escuchar mi nombre. Denki le dio un descanso a la mesa, recostado en la incomoda silla de metal miraba al techo, su cabello amarillo caía tras el respaldo de esta. Me hablaba sin despegar la mirada de arriba.
- Un reloj -apresuré a responder cuando me preguntó que buscaba-. Llevamos mucho tiempo encerrados, quiero saber que hora es.
- Ya no lo encontraste, si no vas a hacer aparecer uno mejor deja de buscar -contestó dando un pesado suspiro.
- ¿Hay algún problema? -mis zapatos sonaban contra el frio suelo a medida que me acercaba a él.
- Un problema. -dejo salir una sonrisa de sus labios. Luego de un momento de silencio, dándole una patada a la mesa continúo:- ¡¿De donde sacaste que venir era buena idea?! ¿Sabes lo que va a pasar? Lo que diga Midoriya es pura mierda, porque lo que en realidad va a pasar es que por esa puerta van a entrar tres o cuatro profesionales a llevarnos y encerrarnos en una celda en la mitad del océano.
- Basta, esto ya lo conversamos -deje caer mi mano suavemente sobre la suya-. Estábamos los tres cuando lo discutimos y tomamos la decisión, además, es Midoriya de quién hablamos.
- No, Akane, tú lo hablaste y tú lo decidiste -Denki se levantó de la silla de metal, arrastrándola hacia atrás-. Y debo recordarte que Midoriya no solo no movió un dedo para sacarte de la prisión improvisada en la que te metieron, también fue él quién te puso ahí.
No hizo falta otra palabra, él lo sabía. Los recuerdos de aquellos días me siguen día y noche como el demonio de la perversidad, es un terror que no puedo quitarme.
Las voces que se acercaban pasaron la puerta de la oficina, revelando sus identidades. Dos hombres pasaron por la puerta, no era novedad el azote de la frialdad de la mirada del profesional Takami, o Hawks como era mejor conocido, pero, a pesar del paso de los años, no pensé jamás en volver a encontrarme la gélida mirada de Shoto. La solicitud del más joven de los dos para volver a tomar asiento congelo mis huesos.
- Siempre fuiste una mujer peculiar, Nakamura. Pero nadie se espero de ti que la liberarías -observaba a Denki con el cuidado que no le tuvo estos años-. Incluso éramos muchos que teníamos la mirada en Bakugo y en Mina.
- ¿Qué insinúas? -el silencio de Todoroki tensaba el ambiente. Me incliné sobre la mesa, tomando la mano del hombre a mi lado debajo de esta, envolvió la mía con fuerza dejando una fracción de su frustración en mí- Para lo que creciste estas exactamente igual. Eres el mismo niño, en la piel de un hombre.
- Shoto quiere saber. Nosotros queremos saber-corrigió Takami regalándole una mirada a Todoroki- si son de confiar. Kaminari, entenderás que no están en una posición de confianza para nosotros.
- Entenderán que ustedes tampoco lo están -las miradas de los hombres presentes se enfocaron en mi-. Keigo, ustedes vinieron a nosotros, accedimos a venir pero ninguno esta convencido de su discurso sobre ese trafico de drogas.
- No te hagas expectativas, Nakamura, para ti soy Hawks. No tenemos ni una gota de confianza para que utilices mi nombre, jamás tendré algo así contigo -sus ojos se habían clavado en mi sin dejarme escapatoria-. Shoto les dará los detalles más tarde, por ahora les indicaremos el equipo al que deberán infiltrarse...
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Mírame: Siempre a tu lado
FanfictionLuego de que una serie de desafortunados eventos llevaran Nakamura Akane a topar fondo, encontrarse en un oscuro rincón la dirigirá a una vida distinta. Sin saberlo, su camino tomará un giro al encontrar viejos amigos. Envuelta, una vez más, en dif...