Tres

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Pesaba el frio de la mañana, la humedad se mezclaba con la tierra de la montaña esperando a sus visitantes, mientras para mi sorpresa nosotros, entre libros y bajo la cálida luz de la oficina, nos veíamos en una inusual situación. Al otro lado del antiguo escritorio de madera colapsado en carpetas y documentos, Denki se paseaba acelerado. No tuve el atrevimiento de detener su critica indignada. Con cada palabra que soltaba su boca, sus ojos las acompañaban encendidos en fuego. 

- Pudiste pedir cualquier cosa, pero decidiste darles la razón. -sus pasos retumbaban por toda la habitación.

- Hablas muy alto -suaves palabras salieron cansadas de mi pecho-, discute en un volumen normal. 

- Normal -repitió mis palabras detenidamente, apoyó sus manos sobre el escritorio dejando caer su cuerpo en ellas-. ¿Quieres que me calme, Akane? Después de pedirles a los héroes, que buscan razones para quemarnos como brujas, una maldita cita con Dabi. 

- Necesitaba hablar con él -aparte mi mirada de él concentrando mi calma en la dulce luz que aparecía en la mañana. 

- Lo que necesitas es pensar las cosas como lo haces cada maldito y desgraciado día. 

Un, sin dejar de observar la mañana que llegaba entre los árboles sentía sus ligeros pasos llegar a mi lado. Llevaba tiempo sin sentir sus brazos al rededor mío, la calidez otorgaba un detalle delicado. Aun que agradecía el gesto nada tan simple podía quitarme mis preocupaciones.

- Llegarán en cualquier minuto -el sol del día comenzaba a alumbrar la habitación con un tono grisáceo que le otorgaba la neblina.

- ¿Les crees? -su tono se había vuelto dulce, sin embargo sus ojos, apenas visibles por el pelo que caía sobre estos, se mantenían alerta.

- Ni por un segundo.


El agua de la tetera sonaba en la cocina, combinaba perfecto con el aroma de tierra húmeda de la época y el sonido, aún más lejano, del rio entre las piedras. El día iba a terminar pronto y aún no llegaban. Deslizaba cada documento entre mis manos, evitando pensar en ello. 

Entre archivos y hojas de papel un archivador llamó mi atención. Sobre carpetas repletas en papeles, lo dejé caer. El nombre borroso que llevaba me llevo a abrirlo, encontrandome al responsable de todos los secretos. En la primera hoja se veía una palabra tachada en mucha tinta, dejando ver apenas una letra parecida a una "N",  seguido de Satoshi y Takeo, el último escrito a mano. Dudaba al querer pasar la pagina, mis dedos daban círculos sobre su nombre intentando darme una pista al avanzar. Con la adrenalina y corazón en la garganta decidí tomar la hoja y darla vuelta, ver la historia de quien fue mi mentor. 

Por un segundo sentí mi corazón detenerse al escuchar dos golpes en la puerta de entrada. Cerré el archivador, dejándolo en un lugar seguro; las palabras no fueron necesarias, Denki se encontraba junto a la puerta, listo para recibir a nuestras visitas. 


Tres profesionales y dos maletines no nos quitaban el ojo del otro lado del comedor, no existían palabras cruzadas, únicamente la venganza en sus actos y el rencor que crecía por gotas en mi pecho. Las palabras de Denki resonaron en mi mente al ver los delicados dedos descoloridos deslizar el maletín negro hacía mi, su mirada era distinta, me miraba con la fría rabia que le dedicaba a los villanos en la academia.


- Cuida tus modales, Ashido -habló Denki con calma al alcanzar su maletín-. Es una mesa delicada.

- Usa mi nombre de profesional, Kaminari. -su mano se había deslizado sobre la madera, mirándome amenazadora ante cualquier movimiento- Y tu mesa no podría importarme menos. 

Mírame: Siempre a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora