Parte Única

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—¿Qué hacías durante esas lluvias largas de verano?

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—¿Qué hacías durante esas lluvias largas de verano?

—Nada interesante.

Ojalá la pregunta hubiese sido "¿qué harías si pudiéramos salir ahora?", a mitad de una lluvia que ha durado horas desde que se levantaron y fueron llevados al comedor. Quizás hubiera sido más divertido discutir porqué hay un incitante ventanal justo detrás del comedor, como si se hubiera diseñado para hacer sentir presos a todos ahí. El ambiente allá afuera seguro que es una verdadera mierda, pero al menos sería lo más benevolente que aspirar el olor tétrico de la tristeza, distimia y, en especial, la comida; ver otro color más natural que el blanco clínico y de esencia cetrina que acaparaba la mayor parte del hospital.

—Salía a correr —responde un individuo que creyeron ajeno a la conversación. El hecho de que se haya entrometido no los molesta en lo absoluto, las mesas jamás fueron para cierta cantidad de personas, y aveces las mismas enfermeras colocaban a los pacientes allí, sin cuestionar—, luego mi mamá me regañaba porque decía que me iba a enfermar, y entonces pasaba una semana con resfriado.

—Yo no hacía mucho, quizás... sentía que era el momento perfecto para escuchar música o algo así —dice SungHo, encogiéndose de hombros cuando devuelve la mirada del chico a su derecha, ahora encarando a JunHyung.

Él hace mucho que pudo tomar tranquilamente el almuerzo, SungHo al menos intenta inspirarse de ello bajando la vista al plato de distintas porciones de comida; en algunas ocasiones luce apetitoso, pero en otras da demasiado miedo.

—Planear horas antes una salida a casa de mi novia, sus padres estarían en el trabajo y yo podría quedarme en su casa con la excusa de que llueve mucho —cuenta otro individuo, el que está dándole la cara al otro muchacho entrometido.

El par de risas ajeno lo contagia de alguna u otra manera, aunque SungHo jamás tuvo novias, suena a algo gracioso que seguro cualquier adolescente haría. JunHyung apenas alza las comisuras de sus labios.

—Hey, ¿dices eso cuando se supone que me prometiste una cita luego de salir de esta mierda?

—No tiene nada de malo, además, pronto será a ti a quien aplique ese plan.

Lleva al menos un año allí dentro, preso de sus propias inseguridades y miedos. SungHo jamás pensó que terminaría en un lugar como ese, y aunque jamás podría admitir que fue agradable estar ahí, está agradecido de haber conocido a JunHyung. Ha sido su compañero de cuarto desde que llegó, un muchacho de gentil y silenciosa personalidad. SungHo puede decir con seguridad que JunHyung se había convertido en un amigo, confía en él como tal, y quizás hace un par de meses adquirió una extraña atracción hacia él, nada que pudiera describir como amistad. Le aterraba de alguna manera, el concepto de amar y enamorarse, el de ser querido y amado por alguien más. Reconoce que aún no puede aplicarlo hacia sí mismo, eso de aceptarse y comprender que merece cosas buenas; que merece amor incondicional; que merece comer y no pasar hambre.

—Vamos, come, los enfermeros ya están viendo hacia acá —susurra Jun acercándose lo suficiente y lo más decente por sobre la mesa, es cuando SungHo cae en cuenta y voltea discreto a la izquierda para ver al par de enfermeros que cuida la hora del almuerzo—. En verdad, el arroz de hoy definitivamente sabe mejor que el de la vez pasada.

—¿Verdad que si? —vuelve a entrometerse el muchacho que está a la derecha de SungHo—, hyung, tienes un pésimo sentido del gusto.

—Claro que no, es que no estoy acostumbrado a comer mucha sal, WookJin-ah.

—¿Qué tontería es esa? El arroz sabía a servilleta, ¿acaso a ti te gustan?

—Cállense ya y coman —desgraciadamente el enfermero corta la conversación.

SungHo se pone un poco tenso, aunque al final agarra los palillos para comenzar a comer, mientras que los demás silencian entre malas caras y pucheros desganados. Aunque no dura demasiado, acostumbran más a callar por algunos segundos hasta que el enfermero se va a controlar otra parte de la estancia. SungHo aprovecha para probar el arroz, saboreando una ligera esencia salada y algo amarga. Si, sabe a servilleta aún. Una mueca de disgusto se forma en su rostro, sin ninguna otra opción mas que la de tragar. Está jodidamente prohibido escupir, se recuerda.

—Me gustaba escribir, a veces simplemente observaba la lluvia. Ahora que lo pienso, ¿no es eso algo raro? —se escucha la gentil voz de Jun.

SungHo analiza sus palabras, quizás no con demasiada profundidad, pero sonríe ante la última cuestión.

—No. Cada vez hay más personas que piensan que una lluvia es sólo una lluvia —responde, permitiéndose comer sólo un poco más—, es como los atardeceres, mucha gente los ha visto y se ha acostumbrado a ellos, hasta que lo ven sólo como un atardecer. Así que probablemente sea raro, pero de una forma positiva —SungHo sonríe, tal vez un poco avergonzado por expresar aquello.

No se siente como una persona profunda, nada más allá que una persona rota con hábitos desagradables. Pero a JunHyung le agradan sus palabras.

—Hablando de atardeceres, no recuerdo la última vez que vimos uno —comenta nuevamente el muchacho entrometido, permitiéndose comer durante la pausa.

—Porque estamos en la sala de manualidades haciendo cosas aburridas. Que decepción —responde el otro.

SungHo cae en esa realización, en los horarios que cubren todas las únicas cosas agradables del día. Sigue siendo un poco deprimente apreciar la lluvia desde esa distancia tan cruel. Ahí nadie le daba un propósito para mejorar, para salir al mundo y apreciar la belleza natural de sentirse bien; estar encerrados es lo único que hay, lo único que decidieron hacerle a alguien que necesitaba amor.

—Al salir, veamos un atardecer en la playa. Son los más brillantes —Jun llama su atención, y SungHo siente calor en su rostro ante las palabras.

Es un poco hórrido que un color carmín no se denoten en sus mejillas ahora, pero realmente se siente como si tuviera extendido un rubor por todo el rostro.

—Tienes razón, son lindos. He visto varios en Jeju-do que son impresionantes. WookJin-ah, vamos —el muchacho es infantil mientras extiende sus brazos hacia el otro muchacho, y aquel no duda en complementar el aura infantil del momento con un tierno "¡vamos, JiSung-hyung!".

Al salir. Cuando todo eso termine, cuando pueda ser libre de ese encierro clínico y el dolor de la obligación; cuando al menos considere que es posible hacer que esa voz en la cabeza desaparezca para siempre. JunHyung parece bastante seguro, no sonó como una cuestión en lo absoluto, pero como una promesa. Sonaba a esperanzas, a futura felicidad y ánimos. SungHo asiente, tímido mientras baja la mirada.

—Si. Vamos.

lluvias de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora