III. Secret to a beautiful painting.

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Karina todavía estaba en la cama cuando sonó su celular a la mañana siguiente, y refunfuñó incoherentemente mientras se lo acercaba a la oreja.

—¿Hola?

—¡Karina, hola! Lo siento... ¿sigues durmiendo?

Aquella voz bastó para que Karina abriera los ojos, aunque no lo suficiente para que se sentara en la cama. Ella entornó sus ojos hacia su reloj despertador, tratando de hacer que sus ojos se centraran en los números, y ella gimió cuando vio que ni siquiera eran las 10:00 todavía.

—Winter, qué demonios... aún es temprano.

—¡No! A las siete es perfecto. ¡Ya es prácticamente mediodía!

—¿Qué quieres? —se quejó Karina, dándose la vuelta y volviéndose a meter en su nido de mantas rosas. Todavía tenía la garganta un poco seca por la noche anterior y tosía un poco.

—¡Ven a pintar conmigo! —Ella podía oír la sonrisa en la voz de Winter, y ella como que odiaba la forma en que hizo que su corazón se acelerara. Enterró la cara en la almohada. No. Estaba cansada y le dolía la garganta. Quería volver a dormirse—. ¿Por favor? Te compraré el desayuno.

—El soborno no te llevará a ninguna parte.

—Aww, no eres divertida...

Alguien tan ruidosa y molesta como Winter no debería ser capaz de hacer pucheros tan bien. Realmente no era justo.

—Dios... Bien, iré. Pero exijo café. Vainilla con leche helada. Con leche de soja para ser exactas.

—¡Perfecto! Karina, ¡eres la mejor!

—Lo sé, lo sé —refunfuñó, sentándose por fin y frotándose los ojos cansados. Esto era estúpido. No sabía por qué estaba de acuerdo con esto.

Y lo estaba.

Y no estaba segura de si eso era aterrador o emocionante.

—Voy a colgar ahora.

—¡Vale! ¡Nos vemos pronto!

Se pasó una mano por el pelo y se preguntó qué significaba "pinta conmigo". ¿Otro retrato suyo? Seguro que Winter ya estaba harta de su cara. No tenía muchas ganas de hacer de modelo, aún tenía la cabeza un poco pesada por el sueño y la garganta áspera, pero Winter se lo había pedido amablemente. E iba a invitarla a desayunar. Sería una tonta si lo rechazara.

Karina se sentía un poco mejor, cuando tomó un poco de café y un poco de pan con crema, aunque se preguntó si eso también habría tenido algo que ver con la risa de Winter y sus pies que no dejaban de golpearla bajo la mesa. No sabía cómo Winter estaba tan alegre a esas horas, cuando habían salido a la media noche, pero aquella sonrisa era contagiosa, con aquellos hoyuelos tan peligrosos.

Quería quejarse más de que habían sacado de la cama para esto, pero se dio cuenta de que no quería hacerlo. Bebió el último sorbo de su café y trazó el asa con la punta de un dedo mientras Winter corría de un lado a otro montando un lienzo y organizando los distintos materiales.

—¿Para qué es esto? —preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado—, pensé que los parciales habían terminado.

—¡Por diversión! —Y Winter sonrió, como si fuera lo más obvio del mundo. Le hizo señas a Karina con entusiasmo—. Pensé que sería divertido pintar contigo esta vez, así que ven aquí. No he probado esto antes, ¡así que veremos qué pasa!.

—¿Pintar conmigo? —Karina frunció el ceño, un poco confusa. Winter le puso una mano en el hombro y la guio hasta el caballete, subiéndole las mangas y empujándola suavemente hacia el lienzo en blanco.

Of Sketches and Paintings | WinrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora