Historia de una historia - Prefacio

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Nunca sabemos cuando comienza una historia, cuando comienza un nuevo capitulo en nuestra vida, esa mañana mientras preparaba el café no podía dejar pensar en eso. la historia había pasado frente a mis ojos, y en poco tiempo iba a terminar, para dar paso a otra historia.

Siempre hay un evento que le da comienzo, al menos uno que creemos que fue el detonante. Y en ese momento toda nuestra vida cambia, descubrimos algo nuevo que de a poco va llenando las horas y nuestra mente.

No voy a quejarme de mi vida antes de eso, incluso con los tropiezos. Tenia un buen trabajo que disfrutaba hacer, y que me permitía una vida sin privaciones. Estaba en muy buena forma a mis treinta y un años, soltero, y selectivo con mi vida social. Evitaba la rutina, y me divertía, viajes, salir a la naturaleza, autos potentes y rápidos. También había dejado atrás una novia de la universidad, que en su momento me había afectado bastante, pero ya era asunto concluido. El balance era bueno... muy bueno, excepto que faltaba una cierta chispa que no lograba identificar, eso que hace que una aventura pase de buena a dejarte con esas ansias animales de más.

Eso puedo entenderlo hoy, después que todo lo que paso, pero en ese momento solo era un día particularmente aburrido en la oficina.

"¿Hola, puedo usar tu casa para festejar mi cumpleaños?"

El mensaje había sido muy oportuno, llevaba una hora en una aburrida reunión de trabajo donde se discutían proyectos que a simple vista eran inviables. El jefe bostezaba a escondidas, la secretaria de recursos humanos, quien había propuesto, e insistido, en la importancia de que los proyectos se presenten en una reunión cada dos meses daba claras señales de aburrimiento. Por mi parte, fingía interés como se esperaba del director ejecutivo a cargo del rumbo tecnológico que iba llevar la compañía, era la persona que iba a tener que poner en practica esos mismos proyectos si algún ejecutivo falto de inteligencia pretendía llevarlos a cabo.

-Disculpen, es algo urgente... mi hermana...- digo vagamente y levantando el celular para salir de la sala de conferencias, agarrando una taza de café y una galleta de camino a la puerta para ir a mi oficina.

Un mensaje de mi "hermana" ni era urgente, ni siquiera era algo que le daría demasiada importancia, pero era la excusa ideal para salir de ese lugar antes de comenzar a dormirme. Nunca habíamos sido cercanos, en realidad era la hija de la esposa de mi padre, no nos llevábamos mal, pero la diferencia de edades nunca nos había dado lugares comunes donde poder llegar a conocernos realmente. Irina era una niña cuando yo terminaba la escuela y comenzaba la universidad en otra ciudad, y en la actualidad, unos trece años después de que llego a nuestra casa, una adolescente demasiado superficial para que pueda hablar con ella sobre mis asuntos, de mis gustos, de algunas aventuras amorosas, de las exigencias del trabajo, o de los desafíos de la vida de un soltero de treinta y un años. Sin embargo, siempre había estado presente en mi vida, y si podía ayudarla en algo no iba a negarme.

"Hola, como estas? ¿Como están todos por casa? Podemos arreglar algo, dame los detalles"

Mi casa estaba en las afueras de la ciudad, la había comprado cuando creía que iba a casarme con mi pareja de ese momento, pero las cosas no salieron bien, para nada bien. Pero me había quedado con la casa. Al principio me preguntaba para que quería una casa con cuatro habitaciones, una sala inmensa, cocina y un parque con una fuente en la parte trasera, pero eso había pasado a la historia y en este momento me sentía demasiado cómodo en esos ambientes minimalistas y donde mis cosas se veían de forma natural.

Irina: "Mmm, te parece si nos vemos y te explico todo?"

Erick: "Claro, voy a estar en mi casa después del mediodía, aun recuerdas donde es, ¿y cómo llegar?"

Detrás De La MascaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora