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Nishel:

Un fuerte portazo resuena por toda la sala, provocándome un sobresalto. Me apresuro a buscar el mando de la tele para pausar la película y girarme justo a tiempo para captar a un furioso castaño ingresando a la estancia. Lleba el pelo revuelto debido al gesto de pasar sus manos por él y el saco de su traje apretado fuertemente en un puño.

Abro la boca con la intención de preguntarle que sucede, pero un gruñido de su parte me detiene. Pasa sus manos agresivamente sobre la mesita junto a la entrada y todas las decoraciones sobre esta caen al suelo, provocando que los objetos se rompan con un sonoro golpe.

-¡Hey, hey, hey! -Lo llamo mientras me incorporo alarmado. Me coloco en su campo de visión para que sus ojos caigan en mí. -Relájate, por favor. Nick está tratando de hacer dormir al pequeño en su habitación -le pido con tono calmado.

Rider me observa con entendimiento, pero su respiración sigue completamente irregular. Vuelve a despeinarse y trata de tomar una inhalación profunda para relajar sus hombros.

-Venga, siéntate y cuéntame lo que sucede -le digo, manteniendo mi voz baja.

Mi amigo aprieta los labios en una línea fina y desvía su mirada con disgusto.

-No quiero hablar de eso ahora. Sólo vine por mis tarjetas -me informa antes de echarse a un lado y dirigirse a su ala de la casa.

Lo veo desaparecer tras su puerta para regresar un par de minutos después. Me quedo anonadado mientras lo sigo con la mirada.

-¿Y a donde vas? -Atino a decir antes que saliera de nuevo.

-A tomar aire. Quiero estar solo -y con eso último se va.

Pestañeo varias veces tratando de asimilar lo que había pasado. Sabía que su estado de ánimo se debía a sus padres, pero no mi imaginaba lo que podrían haber echo como para que se pusiera así.

-¿Pasó algo? -Pregunta mi hermano, quien se asoma por la entrada del pasillo. -Escuché ruidos fuertes desde la habitación -frunce el ceño con extrañeza. -Por suerte Nicky heredó el sueño de su madre.

A pesar de mi preocupación por nuestro compañero, esto último me hace reír por lo bajo, pues bien es cierto que cuando Susan duerme ni siquiera el mismo apocalípsis la despertaría. Salgo de mi trance y me acomodo nuevamente en el sofá, ya no tan relajado como antes.

-No lo sé realmente, pero apuesto que los padres de Rider hicieron algo para molestarlo -comento.

-Como siempre -coincide antes de sentarse a mi lado para continuar viendo la película que debió dejar a medias para ir a acostar a su hijo.

-Sólo espero que no haga nada estúpido -murmuro para luego volver a reproducir la película.

. . .

Escucho el timbre de mi teléfono entre sueños, como si fuera un sonido lejano que solo existe en mi imaginación. Me pongo boca abajo, buscando una nueva posición cómoda para continuar durmiendo, pero la canción que le asigné al baterista de nuestro grupo insiste en no dejarme descansar.

Extiendo la mano con un gemido de molestia y entreabro un ojo para poder contestar correctamente la llamada. El brillo me ciega brevemente antes de descolgar y llevarme el aparato a la oreja.

-¿Qué quieres, idiota? -jadeo con la voz ronca por el sueño.

-¿Hola? -contesta una suave voz femenina que con tan sólo escucharla se eriza cada bello de mi cuerpo.

Me incorporo de un salto, el entumecimiento abandonándome rápidamente.

-¿Si? ¿Quién habla? -Carraspeo para aclararme la garganta.

Notas del paraíso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora