𐙚 〬 𓂂 ׄ 𝕯éjame que vuelva
a acariciar tu pelo𝅄 ׄ ໒꒱ 〬 𓂂 ㅤ
ㅤ ㅤEn medio de la feroz ventisca, cuando los copos de nieve, cada uno único y delicado bailaban sobre ellos, una danza teatral, 𝐒hiori 𝐓akeda cayó en los brazos de 𝐂hrollo 𝐋ucifer...
ᅟᅟᅟ𐙚ᅟ🪞৲ ۫ ladies and gentlemen, welcome to chapter one ൄ act one , bad blood ᎖ ❀̸ִۡ
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La puerta se cerró con un crujido estremecedor, como un suspiro de la propia cripta, se encontró envuelta en una oscuridad tan profunda que parecía absorber hasta la luz de sus pensamientos. La humedad fría se pegó a su piel, y un aroma a tierra mojada y a polvo de siglos atrás la envolvió como una manta. Su linterna, un débil faro en la inmensidad de la oscuridad, proyectaba sombras erráticas y grotescas en las paredes, convirtiendo las figuras talladas en las piedras en seres monstruosos que la observaban con ojos huecos.
La cripta olía desagradable, un silencio tan profundo resonaba en sus oídos como un rugido sordo. Cada paso que daba sobre la piedra fría era un eco que se extendía por el vacío, amplificando su propia soledad. El aire se espesaba a cada paso, como si los siglos de oscuridad se hubieran condensado en un manto pesado que dificultaba la respiración.
A medida que se adentraba más en la cripta, Shiori comenzó a notar las trampas mortales que protegían la joya. La primera trampa era un sistema de flechas ocultas; al pisar una losa ligeramente elevada, una serie de proyectiles afilados se dispararon desde las paredes. Con reflejos rápidos, Shiori se lanzó hacia un lado, esquivando las flechas que silbaban a su alrededor.
Pero ese no era el final de las trampas, escuchó unos siseos que resonaban como ecos provenientes del techo que interrumpían el denso silencio que se había formado, de forma cuidadosa, Shiori se acercó a la pared, y en ese mismo instante, más de veinte serpientes cayeron del techo, como si fuese una trampilla, que al sentir el mínimo peso, las serpientes caerían.
Las serpientes, al detectar la presencia de la muchacha, se deslizaron hacia ella, arrastrándose por el polvoriento suelo, eran veloces, pero Shiori también, desempuñó una espada que traía siempre consigo, y no tembló al cortarle la cabeza de golpe a dos serpientes. Cada vez que una estaba por acercarse, ella saltaba al otro extremo de la habitación, cortando su cabeza desde atrás, sin darles tiempo a reaccionar.
Cuando Shiori reflexionó sobre la necesidad de utilizar su hatsu para poner fin a la complicada situación en la que se encontraba, un sentimiento de determinación se apoderó de ella. Mientras contemplaba la pared frente a ella, notó que esta comenzaba a girar lentamente, como si fuera una puerta que se abría hacia lo desconocido. La curiosidad la llevó a mirar hacia abajo, donde sus pies estaban apoyados sobre una losa polvorienta que se sentía diferente al resto del suelo. Era como si esa losa estuviera destinada a ser el umbral de una nueva aventura, un portal hacia lo que estaba por venir.
Sin perder tiempo, Shiori se lanzó a correr, sintiendo cómo el aire fresco la envolvía mientras se apresuraba para atravesar la apertura antes de que la pared se cerrara por completo. Finalmente, llegó a una amplia cámara que iluminaba su interior con una luz casi mágica. En el centro de la sala, sobre un pedestal de obsidiana, reposaba la joya por la cual había emprendido esta peligrosa expedición. Era una esfera resplandeciente, del tamaño de un puño cerrado, que emitía un brillo intenso y pulsante, como si estuviera viva.
