Capitulo 24

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No reconocía nada del camino, todo lo que alguna vez habían sido hermosos palacios y calles por dónde recorrían carruajes y criadas ahora era un hervidero de gente huyendo o atacando, mis sentimientos eran encontrados, por una parte se me desgarraba el corazón viendo cómo todo lo que alguna vez fue paz ahora era fuego y sangre, pero por otro lado entendía por lo que la gente luchaba, ver a tanta gente exigiendo a la Corona una vida digna me hacía sentir un asco, yo había tenido todo en la vida, nunca había tenido carencia alguna, tal vez mi próxima misión sería pelear contra la Corona, algo que jamás pensé decir.

Caminaba con cuidado detrás de María, nunca soltaba su mano y observaba como ella sabía el camino perfectamente, no dudaba en ningún segundo y parecía inmune al polvo, fuego y todo en el ambiente, por mi parte intentaba no ahogarme con el humo que venía de todos lados, sin embargo, no lo lograba y tosía cada pocos segundos. No sé cuánto tiempo paso, pero en un momento llegamos a lo que antes era el castillo de los Bellerose, las hermosas enredaderas que cubrían el exterior ya no existían, la pesada puerta de hierro y madera estaba quemada en algunas partes, rota y con marcas de golpes en otras partes; María me observaba y con la vista me indico que entrara, me coloqué delante de ella y era mi turno de guiarla, por dentro, los hermosos jardines que alguna vez fueron donde jugábamos mis hermanas y yo, nada de eso quedaba, la puerta principal del castillo no estaba, el corazón me latía cada vez más rápido, necesitaba encontrar a mi familia, el interior del castillo era aún peor que el jardín, muebles y decoraciones rotas, restos de fogatas por todos lados, no sabía en que habitación podrían estar mis hermanas y mis padres, solté la mano de María, pero esto fue inconsciente, no me di cuenta hasta que estaba corriendo y buscando de habitación en habitación, mi vista estaba algo nublada y no recordaba bien las cosas que hacía, subí las ahora destrozadas escaleras, buscaba en cada habitación sin éxito, comencé a gritar -¡Diane! ¡Gisele!- sin darme cuenta, llegue a la habitación de Madeleine, empuje la puerta y sentí como el corazón se me hacia un puño, mucho tiempo sin estar aquí, cuando logré abrir la puerta las vi, mis hermanas estaban al fondo de la habitación abrazadas la una a la otra, los ojos verdes de ambas estaban aterrados, su cabello estaba completamente desordenado y polvoriento, así como sus vestidos estaban rotos y sucios, corrí hacia ellas, se abrazaron aún mas fuerte, me detuve justo frente a ellas y me deje caer de rodillas, las lágrimas caían por mis mejillas -Soy yo, Lucas, ¿no me reconocen?- la expresión de miedo en sus ojos cambio, Diane hablo -¿Lucas? Eres tú...- sus ojos ahora estaban llenos de lágrimas, la expresión de miedo se había ido, las abrace a ambas y sentí como las dos me abrazaban de vuelta, mis pequeñas hermanas estaban destrozadas, ¿cómo se habían atrevido a dañar a dos niñas?, estuvimos abrazados varios minutos, cuando las solté les limpie las mejillas a ambas, está vez Gisele habló -Los rebeldes hicieron destrozos en toda la casa y se llevaron a nuestros padres, creo que por ser chicas nos perdonaron la vida, pero se llevaron todo- la fuerza de su voz se iba a a cada palabra que pronunciaba, no quedaba ni rastro de la voz fuerte y retadora que solía tener anteriormente, les tome el rostro a ambas -Nos vamos, no puedo hacer nada por nuestros padres, pero sí por ustedes, iremos a donde María y su familia, tendrán que aprender a trabajar en el campo, recojan lo poco que les quede y vámonos antes de que regresen- las niñas asintieron sin decir nada, sentí una mano en mi hombro, era la mano de María, me levante y gire hacia ella, viéndola, le sostuve el rostro, ella me sonrió -Vamos, el camino a mi casa es un poco largo amor mío- asentí con la cabeza, le tome la mano nuevamente y fui a donde habían ido de mis hermanas, habían salido de sus habitaciones, antes de salir de la habitación de Madeleine, volteé y observe todo, el cuarto de mi hermana, no estaba tan destrozado como el resto de la casa, no encontré nada, más que uno de sus pañuelos en el suelo, con su inicial bordada en oro, lo recogí con cuidado, lo apreté contra mi pecho y después lo guarde con cuidado en el bolsillo de mi pantalón, María apretó un poco mi mano -Tus hermanas están listas amor, debemos irnos- asentí con la cabeza y mire hacia la puerta, ahí estaban las niñas con un bulto blanco en los brazos, me acerque a ellas y los tome, los coloque en el suelo para amarrarlos correctamente y colgármelos en la espalda para poder cargarlos bien, caminamos hacía la puerta principal, nuevamente con María guiándonos, caminábamos en silencio, tras de ellas iban mis hermanas y detrás de ellas yo al final.

Salimos en silencio del castillo, ya era de noche, pero las fogatas alumbraban  en camino, teníamos que seguir ciegamente a María ya que ninguno de nosotros sabía a donde íbamos, Diane y Gisele iban tomadas de la mano, y con la mano libre se sostenían la falda para no arrastrarla demasiado y se atorara con todo lo que había en el suelo; María nos llevaba de un  lado a otro a través de escombros, en algunas partes veíamos a gente huyendo así como nosotros, algunos nos observaban  y otros simplemente nos ignoraban, observe la vestimenta que portábamos mis hermanas y yo, era normal que llamáramos tanto la atención, los lujosos aunque desgastados vestidos de mis hermanas y la ropa de lino que usaba yo, resaltaba mucho con la ropa que la gente común vestía, sin embargo no podía arriesgarme a que se quitaran los vestidos, era peligroso para ellas, solo me quedaba estar al pendiente de que la gente no quisiera atacarnos, nosotros no teníamos la culpa de nada de lo que pasaba en el país, ni siquiera sabíamos la realidad de las personas fuera del castillo, solo huíamos para salvar nuestra vida, así como mucha gente lo hacía; llevábamos ya mucho tiempo caminando, nos alejábamos mas y mas de todo, sin embargo no muy lejos alcance a escuchar ruido, gente que gritaba y corría, María se detuvo de golpe, las niñas gritaron y se acercaron a ella corriendo, todo pasaba muy rápido, la multitud de gente llego hasta donde estábamos, corrí hacía las tres,  las abrace intentando cubrirlas, las niñas cubrían a María y a su vez yo a ellas, el ruido era insoportable, todas las personas pasaban con antorchas, cuchillos y unos cuantos más con arcos, además de los caballos, intente no moverme para que pasáramos desapercibidos, sentía el temblor de mis hermanas, las abrace aún más fuerte, escuche pasos detrás de mí, por más fuerte que fuera, ellos eran más y no podría yo solo contra todos, además debía cuidarlas, los pasos se acercaron y sentí un par de puntapiés en la espalda, no me moví -Es solo un niño, parece que cuida los cadáveres de su familia, parecen nobles, en cualquier momento morirá él también, si no es que ya esta muerto también otros nobles que caen, no valen la pena- dijo la voz detrás de mi, que sonaba a ser la de un hombre, otras voces respondieron otras cosas, pero al cabo de unos minutos se fueron, cuando el ruido desapareció, me levante con cuidado y las niñas descubrieron a María, que no se movía, me acerque a verla, intente tomarla de los hombros, me veía con una sonrisa débil -Me dieron amor mío, una de sus flechas me alcanzo-

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⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

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El rosal marchitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora