La llamada

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Recuerdas esas mañanas en las que todo parece normal hasta que tu vida da un giro? Bueno, esa fue exactamente la situación en la que me encontré en el colegio.

Hasta hace unos meses, mi vida era como la de cualquier otra adolescente. Iba al colegio, estudiaba, tenía mis amigos, mis sueños y mis miedos. Pero todo cambió un día cualquiera, un día que comenzó como cualquier otro, una clase de física aburrida.

No te voy a contar lo que pasó ese día. No porque no quiera, sino porque aún no lo entiendo del todo. Es como si una nueva capa de realidad se hubiera puesto a la que conocía, y ahora todo me parece un poco... distorsionado.
Es como si hubiera despertado en un sueño, un sueño que no puedo controlar, un sueño que me llena de miedo y fascinación al mismo tiempo.

Soy Elisabeth. Y sí, siempre pasa algo conmigo.  Unas veces es aburrido, otras es emocionante, pero casi siempre es... inesperado.

La gente suele pensar que soy problemática.  "Elisabeth, siempre estás metida en líos", "Elisabeth, ¿no te das cuenta de que estás causando problemas?"  Pero la verdad es que no puedo evitarlo.
¿Alguna vez desearías que la vida sea más...intensa?
Cuidado, porque a veces esas aventuras... no son lo que parecen.  A veces, lo que parece una simple curiosidad, una pequeña desviación del camino, puede llevarte a un lugar mucho más oscuro, mucho más peligroso de lo que jamás hubieras imaginado.
Si es así, no te preocupes. No estás solo.

Mi vida ha sido un torbellino de cambios. Adoptada, pasé por un sinfín de familias, cada una con sus propias reglas y expectativas. Algunas fueron... complicadas. Siempre sentí que no encajaba. Las cosas cambiaron cuando cumplí ocho años. La señora Keilyn llegó a mi vida, una mujer que se empeñó en darme un hogar. Ella me ha criado desde entonces, y siempre ha estado ahí para mí. La señora Keilyn es una mujer amorosa, pero recta. Siempre me ha recomendado hacer algunas cosas.

Solo que...el problema,esque no soy "normal" o eso es lo que siempre dicen,me interesan cosas que a otros no, tengo sueños que no puedo comprender, y a veces siento que sé cosas que no tienen sentido. No sé si es mi imaginación, o si hay algo más en mí que aún no he descubierto.

Ese día, en la clase de física de la Sra. Jenkins, el aburrimiento me estaba matando y más que no había dormido muy bien por las 8 tareas que me habían dejado. La Sra. Jenkins, con su mirada severa y su voz monótona, parecía empeñada en convertir la clase en un lugar donde nadie se atreviera a respirar.

- Espero que todos hayan hecho su trabajo - dijo la profesora, con una mirada de acero. - No quiero ninguna interrupción mientras reviso sus cuadernos.

La Sra. Jenkins era una experta en física, pero una experta en la vida real... no tanto. Siempre estaba regañando a alguien.No me gustaba su metodología,era demasiado recta,y aparte me sentía muy controlada.Un día, un chico se atrevió a hablar en clase, y la Sra. Jenkins lo regañó con una furia que hizo que todos nos quedáramos callados. Pero ese chico, no era cualquiera. Era el hijo del director, y la verdad,no me gusta la injusticia, le dije a la profesora: "Tal vez un poco de descanso le vendría bien, Sra. Jenkins. Quizás una siesta le ayude a regresar con más energía para la clase."La Sra. Jenkins se quedó roja de la vergüenza o quizás de enojo...y desde ese día, se volvió un poco más... tranquila.

La profesora, con una mirada de seriedad, recorrió la clase, revisando los cuadernos uno por uno.

Aburrida, decidí mirar por la ventana.Unos chicos mayores, se empujaban y se insultaban con una energía absurda. Era extraño que la señora Jenkins no les llamara la atención,supuse que no lo había escuchado,por otro lado,habían algunos niños pequeños pasando,y haciendo mucha bulla. Después ví las apareces,llenas de algunas pancartas.
En el salón conversaban todos con alguien,yo solo me quedé sentada jugando con mi lapicera entre mis desdos.Tenia amigos,pero la verdad prefería estar sola en mi pupitre.

La clase estaba llegando a su fin cuando escuché una voz en mi cabeza.Sabía que estaba loca, pero no tanto como para escuchar una voz. No era como las voces que conocía de mi salón, era diferente y estaba dirigida a mí. "Elisabeth...", susurró en mi mente, me hizo sentirme fuera de lugar, supuse que solo sería mi imaginación, y ya se pasaría, pero me empezó a doler la cabeza, sentí calentura.

La cabeza me palpitaba.Algo no andaba bien.No solo era un simple dolor,si no de que algo pasaría.Decidí que lo mejor era lavarme mi cara y se irá la sensación,así que pedí permiso para ir al baño.

- No, sabes que no puedes salir - dijo la Sra. Jenkins con una ceja alzada. - Pausó y me miró. - Okey, ve, pero espero que regreses rápido.

Mientras caminaba por los pasillos, tratando de no mirar a los costados,los cuales habían niños corriendo y jugando en el piso, la voz volvió a susurrar mi nombre, esta vez con un tono más urgente.
El baño estaba vacío. Aunque era lindo, y muy bonito, daba una sensación extraña, como si algo no estuviera del todo bien.  Abrí el caño, el sonido del agua corriendo en el lavabo era como un latido de mi propio corazón, acelerado y ansioso. Me miré en el espejo, esperando ver mi reflejo, una joven rulosa, con ojos marrones oscuros y con algo de acné. La verdad, no era lo más agradable verme al espejo, pero necesitaba asegurarme de que seguía siendo yo.

El agua fría cayó sobre mi cara, y volví a mirar, esperando ver mi reflejo, pero no era yo. El espejo estaba distorsionado, como si las imágenes se mezclaran, como si alguien estuviera jugando con mi mente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, tan intenso que me hizo temblar. Las paredes del baño se desvanecieron, como si se disolvieran en el aire, y solo parpadeé,  en lugar de encontrarme en el baño, me vi rodeada de una oscuridad opresiva. Un aire frío y húmedo, y el suelo bajo mis pies crujía con cada paso que daba. Los sonidos eran extraños, como susurros y ramas que se movían. Una sensación de inquietud se apoderó de mí, como si estuviera en un lugar desconocido y peligroso.

El olor a tierra húmeda me llenó las fosas nasales, y el viento frío sopló, erizando mi piel.  ¿Cómo era posible? ¿Cómo había llegado hasta aquí?  Mi cuerpo tenía la misma ropa que antes, un polo blanco acompañado de un shorts.  Era oscuro y denso.

Me sentí atrapada, como si estuviera en una pesadilla. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había llegado hasta aquí? Todas esas preguntas sin respuesta resonaban en mi cabeza, y sinceramente, no estaba de humor para acertijos sin solución. En vez de miedo, un sentimiento de irritación creció en mi interior. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mis manos sudaban, pero no por el miedo, sino por la frustración de estar en esta situación. No podía quedarme aquí ni un minuto más, eso estaba más que claro, pero ¿cómo iba a salir de este lugar?

¿Qué iba a hacer?  ¿Cómo iba a salir de este lugar?  Un escalofrío recorrió mi espalda,senti  la sensación de que alguien saldría de algún lugar, por lo que me hizo girar.  Mis ojos se abrieron de par en par,  pero no vi nada.  Solo el bosque,  oscuro.

- ¿En serio? - murmuré para mí misma.

La sangre realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora