LOS GUARDIANES

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Al ir adentrándose en el edificio de la discoteca por la puerta principal se comienza a sentir la base de la percusión de la música, sin poder identificar muy bien la letra de la canción. Mateo parece un poco alterado por el ruido tan fuerte de la discoteca.

- ¿Qué te pasa?- Le pregunto preocupada, su cara de angustia se va intensificando.

- Es que nunca había estado en un lugar así, en Meridian no existen edificios donde suene música así de alta.

- Mateo, tranquilo, te acostumbrarás cuando lleves un rato dentro.- Le cojo la mano para movernos dentro de la discoteca. Vamos pasando entre la gente, entre diferentes grupos, que se mueven al ritmo de la música, haciendo difícil moverse, en algunos momentos se atraviesan cuerpos en nuestro camino. 

Cuando llevamos caminando un rato María que va delante de mí frena en seco, hemos parado justo en el medio de la pista de baile, vamos posicionándonos en un círculo, no muy grande, ya que la gente de alrededor aprieta nuestros cuerpos. María y yo bailamos juntas, moviendo nuestras caderas al ritmo de la música, yo paso mi brazo derecho por su hombro izquierdo y ella lo hace al revés, mientras vamos acercando nuestros cuerpos, a la vez vamos cantando la canción. Haria baila de una forma más tranquila con Dave, Becca por su parte baila sola, sintiendo la música en solitario. 

Mateo se queda mirando al grupo bailar, por su cara se puede saber que está un poco desconcertado. María le tiende su mano y estira de él para acercarlo a nosotras, Mateo por fin se integra en el grupo y comienza a mover su cuerpo, sus movimientos van siendo más sueltos. Pero de abdomen para abajo parece un tronco.

- Mateo has de moverte con un poco más de gracia.- Riendo pongo una mano en cada lado de su cadera y muevo los brazos al ritmo de la música para que él pueda imitar los movimientos. Así poco a poco su cadera se va moviendo. Cuando veo que ya lo hace bien, solo quito las manos de su cuerpo y el se mueve un poco, un poco al estilo gusano pero algo es algo.

Poco a poco va acercando su cuerpo al ritmo de una nueva canción, yo por mi parte me acerco también, nuestros torsos quedan pegados, con mis manos voy moviendo mi pelo, que cae como una cortina ondúlate por mi espalda. Entonces Mateo hace un movimiento que no esperaba, su mano viaja hasta mi mejilla y haciendo una leve presión acerca mi cara a la suya, pero sin la intención a priori de besarme, sino que apoya su frente con la mía. Después desliza su mano por las hebras de mi cabello, pasando mi flequillo por detrás de mi oreja. 

La temperatura de mi cuerpo va subiendo a medida que nuestros cuerpos se acercan, cada vez más, hasta que quedan completamente pegados. Siento como respira encima de mi cara, con su caliente aliento sobre mi boca. Pero la temperatura llega al máximo cuando las que se pegan son nuestras entrepiernas, haciendo chocar nuestras pelvis. Mateo pasa su brazo por mi cintura, apretándola con su fuerte brazo.

Mateo restriega su zona genital en la mía mientras aprieta mi cara con sus dedos ásperos y callosos mientras en su cara se dibuja una sonrisa morbosa. Antes de que las cosas suban más de tono le doy tres leves palmaditas en la mejilla a la vez que me alejo de su cuerpo. Una vez desconectada vuelvo a ser consciente del mundo que me rodea, me doy cuenta de que nadie nos ha estado mirando, simplemente hemos sido dos personas más en esta aglomeración. Con paso lento me voy entre la gente que se mueve y salta dispuesta para ir al baño. 

Voy empujando a la gente delicadamente para poder pasar, cundo llevo un rato caminando por el interior de la discoteca, me doy cuenta de que las personas que pasan por mi lado tienen algo raro en común, al mirarles a la cara se les puede ver un destello rojo en los ojos, además todos visten de negro, normalmente a esta discoteca la gente viste colorida, con maquillajes locos y llenos de piedras y brillos. Cuando llego al baño mi colgante de guardiana vuelve a brillar. Antes de que me pueda pasar algo vuelvo corriendo al centro de la pista, donde estaban el resto.